Todos tenemos razones para estar indignados y aspirar a un cambio político urgente en el país que detenga el continuismo del desastre madurista.
Quiero destacar, en esta hora difícil, nuestro compromiso solidario con los presos políticos y todas las víctimas de la violación de los derechos humanos que caracteriza al régimen de Nicolás Maduro.
Debemos también protestar el desconocimiento de los acuerdos de Barbados por parte del oficialismo. 1.- Son doce los candidatos inscritos. Las primeras reacciones – y seguramente luego lo harán los estudios – ponen en evidencia una polarización entre Maduro y Rosales.
2.- El resto de los candidatos tienen su propio juego. En ese campo tendría una presencia relevante Benjamín Rausseo, pero entre ellos no existe una visión común ni la capacidad de integrarse para construir un tercer polo.
3.- Manuel Rosales hizo lo que debía hacer: Impulsó la primaria presidencial, apoyó a un candidato, reconoció a María Corina Machado y se puso a su orden, protestó su inhabilitación, respaldó a Corina Yoris y ante el ilegal bloqueo de su inscripción electrónica, trabajó hasta el momento del cierre, en procura de otro nombre alterno. Se inscribió a última hora. No hacerlo era cerrar la posibilidad de una ruta electoral, aunque estrecha y compleja.
4.- Las reglas impuestas por el régimen nos colocan ante una realidad inobjetable: La candidatura de Manuel Rosales no puede ser reemplazada sino por alguno de los ya inscritos. Quienes han comenzado el bombardeo en su contra deberían reflexionar acerca de quién se beneficia con sus disparos. La oligarquía oficialista procurará producir un clima de desánimo favoreciendo la dispersión y la abstención. Lo primero pretende lograrlo con las candidaturas satélites, lo segundo por varias vías, siendo su preferida la guerra de descalificaciones entre nosotros.
5.- En todo caso, antes de abrir fuego de nuevo, por cierto, mordiendo ingenuamente el anzuelo de la cleptocracia madurista del Esclavismo del Siglo XXI, les recuerdo que Manuel Rosales ha sido coherente en su defensa de la ruta electoral, ha ganado las elecciones más difíciles y es el único de los candidatos que ha sufrido en carne propia las penas máximas que el régimen le impone a sus adversarios: La inhabilitación, el exilio y la cárcel.
Su decisión mantiene con vida la precaria ruta electoral y en esas aguas turbulentas tendremos que nadar contra la corriente. Si mantenemos centrado el objetivo, lograremos iniciar el cambio político, una transición pacífica hacia un Estado de libertades, fortaleza institucional, respeto a los DDHH, recuperación económica y respuesta urgente a la emergencia humanitaria compleja que padecemos.
Finalmente, es evidente que estamos frente a un proceso político de negociación que necesita de la grandeza y la visión de Estado de nuestros principales líderes, en especial, de María Corina Machado quien por tener el mayor poder de representación, tiene a su vez la mayor responsabilidad.
También es necesario y urgente sumar a los líderes regionales y municipales, teniendo en cuenta que el próximo año tendrán lugar los eventos electorales para elegir gobernadores, alcaldes y diputados a la Asamblea Nacional. Con la fuerza y el liderazgo de todos podremos avanzar desde el próximo 28 de julio en una poderosa rebelión de los votos que exprese la justa aspiración de cambio de la mayoría del país.