El tejido social y el ideario que nos ha identificado históricamente como una región combativa, emprendedora y pujante se pierde hoy ante la destrucción de todo un país. La misma destrucción que el Zulia y Maracaibo sienten con más ahínco.
Fuimos tierra de ciencia, universidad, empresa, oportunidades, con nuestros referentes culturales e intelectuales, con los emblemas de hombres y mujeres que, con visión política y una competitividad férrea de crecimiento, hicieron destacar la región pese a las fallas de un sistema que no terminó de cuajar, pero que podía.
Las generaciones de jóvenes de hoy no conocieron ese pasado reciente, muy reciente.
No hay signos en la memoria de cuanto se pudo hacer desde muchos ámbitos, como por ejemplo, la relevancia de investigaciones en la Universidad del Zulia, la fundación de nuevas universidades, la creación voyante de empresas con calibre para emplear a miles, los avances del agro con el que produjimos incluso vinos, pionera en la banca y líder en el sector financiero, las rutas aéreas que conectaban a Maracaibo directamente con Estados Unidos y Europa, las experiencias pioneras en la medicina, la ingente producción de alimentos para el resto de Venezuela, las escuelas de turismo, las rutas urbanas de transporte, proyectos arquitectónicos únicos y podríamos seguir.
Éramos los más regionalistas, ese era nuestro peculiar sello ante el resto del país y el mundo, una forma donde cabía desde el acento y el calor, hasta nuestras propias maneras para exaltar lo nuestro, lo hecho en el Zulia.
Pero también era un sinónimo de defensa ante el centralismo como región neurálgica y vital de una producción petrolera que hizo posible el salto a la modernidad de todo un país.
Esas fuerzas quedaron sepultadas hoy. Hubo un cortocircuito. Casi 30 años de continuos ataques desde el modelo de Miraflores a toda una sociedad, han logrado diezmar todo recuerdo de aquello que fuimos.
Sin luz, sin agua, con la destrucción de empleos, la expropiación de empresas, un sistema de salud obsoleto y colapsado, con una inflación mayor que en el resto del país, el campo desierto y los zulianos emigrando para sobrevivir.
Si un tercio de la población de Venezuela ha salido en éxodo forzado, el Zulia estaría a la cabeza.
Es necesario mirar a ese pasado reciente de avances, rememorarlo en las nuevas generaciones, narrarlo, pero no como la historia escrita de vencedores, sino como episodios que, aún con desajustes sociales, fueron claves para construir una región de avanzada.
Ese pasado es necesario para entender la naturaleza movida y emprendedora de los zulianos, para redescubrir nuestras propias capacidades y proyectar un Zulia futuro al término de la tragedia que hoy vivimos.
La región demanda que mantengamos esa fuerza vital para transformar y avanzar.
A nuestros frentes políticos, sociedad civil, estudiantes, empresarios, se les pide retomar la vena combativa para defender lo nuestro, para exigir el respeto que se nos ha arrancado desde un centralismo hipertrofiado de poder.
Nadie puede amar su tierra si no conoce su potencialidad e historia y, desde Versión Final, en nuestro trabajo editorial, haremos un esfuerzo para conectar ese pasado y poder construir entre todos ese Zulia futuro.
Rescatemos como alimento de la memoria el gentilicio, aquello que logramos y nutramos a nuestra sociedad para saber que sí tenemos la valentía de enfrentar un futuro distante y opuesto a este presente.
Así lo pensamos hoy, cuando dedicamos estas líneas a nuestra amada Maracaibo en sus 494 años, ya muy cerca de sus 500 años de fundación.
Carlos Alaimo
Presidente-Editor
versionfinal
Tu opinión es importante para nosotros, déjanos tu comentario y síguenos en Instagram, Twitter, Facebook y YouTube recibe de inmediato los hechos noticiosos y análisis tal como están ocurriendo con nuestro grupo de WhatsApp