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sábado, 23 de noviembre del 2024
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LA MAESTRA CAPA… UNA DOCENTE CON VOCACION Y GENUINO DESEO POR INSTRUIR Por: Francisco Chávez.

Admirada, respetada y de muchos reconocimientos, por parte de sus alumnos, representantes, y en general por toda la comunidad en la que desarrolló sus capacidades, dones, destrezas y profesión. El nombre de la maestra Capa era Carmen Delia Sánchez Tinedo, nacida en Maracaibo, un 11 de enero de 1900. El apelativo “Capa” le devino de su nombre “Carmen” balbuceado por una sobrina cuando intentaba expresar sus primeras palabras.

De formación autodidacta, era una mujer soltera de tez blanca, cabello castaño claro, de mediana estatura, que acostumbraba llevar cuello y pecho entalcados, de tono nasal y afónico, usaba anteojos de cristales claros y gruesos, montura de carey rosado pastel.
En el sector Tropicana, en una pequeña escuela construida en una parcela que la compañía Shell le cedió, la maestra Capa, impartía clases de primero y segundo grado. La modesta institución lucía en su entrada un cartel ilustrado con el dibujo de dos escolares, que caminaban tomados de la mano y decía: «Escuela privada y mixta María Auxiliadora. Inscrita en el MEN»

La única aula de esta escuela se encontraba ambientada con un pizarrón negro, un cuadro del Libertador “Simón Bolívar”, una mesa que hacía de escritorio y sobre la cual la maestra colocaba sus herramientas: tiza, una regla de madera, una campana con la cual llamaba a clases y al orden, un borrador y la obra de Alejandro Fuenmayor “Mi Libro Primario”, un extraordinario texto de enseñanza de escritura y lectura que se utilizó mucho en el estado Zulia en la década de los años cincuenta. No había pupitres, sino unas largas bancas de madera de color marrón oscuro donde se sentaban entre cuatro a cinco estudiantes uno al lado del otro.

Frases como ¡Vamos a inscribirlo a que Capa que allí sí aprende a leer! fueron usuales entre los padres del joven poblado que observaban con preocupación que sus pequeños se encontraba deficientes en la lectura. Al momento de tomar la lección de turno, el estudiante se colocaba de pie frente a sus compañeros, mientras la maestra Capa observaba sentada en su escritorio. Sus métodos eran estrictos, severos, pero con una eficiencia en la enseñanza y aprendizaje, de gran calidad.

Tras su muerte, el 26 de agosto de 1979, dejo un legado de honestidad, de respeto, de entrega a la educación y a la docencia, con unos parámetros de vida éticos, morales, de justicia, que la hacen una persona excepcional.

Cronista del Municipio Lagunillas

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