La invasión de Rusia a su pequeño pero no indefenso vecino ya cumplió 4 meses y medio. La verdad es que no obstante las bravuconadas del presidente Putin, los rusos según fuentes de inteligencia occidentales y de las mismas fuerzas armadas de Ucrania las bajas rusas se acercan a los 40.000 efectivos, principalmente jóvenes recién salidos de la adolescencia, siendo muchos de ellos provenientes de las repúblicas de la federación con altos niveles de pobreza ,como es el caso de las repúblicas siberianas de Buriatia y de Tyva inmersas en el extremo oriente de ese inmenso territorio que alcanza más de 17 millones de kilómetros cuadrados, a lo que habría que agregarle la versión no confirmada que entre 7 y 9 generales de altísimo rango han sido neutralizados por los franco tiradores al servicio del ejército ucraniano.
Mientras esto ocurre en el frente de batalla convencional los rusos de Putin abren otros frentes los cuales se identifican con las características de la guerra asimétrica y la guerra híbrida, obviamente obteniendo por parte de occidente respuestas análogas. Veamos primeramente la definición de guerra asimétrica que nos ofrece el politólogo murciano Alfredo Marin Garcia: Una guerra asimétrica es un conflicto normalmente armado, en el que una de las fuerzas es inmensamente superior a la otra. Con lo cual, la balanza teóricamente, se decanta por la victoria del más poderoso.
Pero no obstante la Federación Rusa, esa superpotencia, considerada como la dueña de uno de los dos ejércitos más potente del mundo, tanto humana como tecnológicamente, lo que al principio se consideró, en el tiempo, como una nueva versión de la guerra de los 7 días ya va hacia los 5 meses sin que aún pueda vislumbrarse una victoria de los ejércitos del nuevo Zar, ni menos calcular los costos de la destrucción de una nación tanto física como espiritualmente, muy probablemente irreparables.
Así como muchas otras personas que de una u otra forma, estudian, analizan o simplemente comentan los hechos internacionales, tengo que reconocer mi error al creer que los intereses de la nación rusa y sus países satélites estaban por encima de la megalomanía de Vladimir Putin. Esta apreciación, que resultó errada, no obstante de estar ajustada a los mínimos criterios de la racionalidad y la sindéresis, estaba en sintonía con la certitud de que ante una decisión como esa, la de invadir a su vecino, violando así los más elementales principios del derecho internacional y con las previsibles de las gravísimas consecuencias también para el pueblo ruso, derecho este el cual regula las relaciones entre los países miembros del concierto de las naciones, los intereses de Rusia se verían seriamente afectados por la interdependencia económica que mantiene con Europa, siendo un país importador por excelencia de alta tecnología europea-americana.
Me parece de toda importancia traer en esta nota la generalizada idea que sostiene que el Gral. Valeri Guerásimov, el actual jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, y primer viceministro de Defensa y Jefe del Estado Mayor del ejército ruso, es el inventor del concepto de guerra híbrida, que combina el uso de armas convencionales con métodos no-militares, como los ciberataques y la desinformación.
Pero veamos la definición de esta versión de los enfrentamientos entre grandes potencias. Una guerra híbrida se puede definir como un «conjunto de acciones hostiles» que lleva a cabo un país contra un rival geopolítico «aprovechándose de sus vulnerabilidades», con el objetivo de debilitarlo desde dentro. Según los Reguladores de Energía de Europa (ACER), correspondientes en su mayor parte al cierre del ejercicio 2020, Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte y Moldavia lideran la estadística con una dependencia del 100 por ciento. Por encima del 90 por ciento se sitúan tanto Finlandia como Georgia y Letonia, y con porcentajes superiores al 70 por ciento están Estonia, Bulgaria y Eslovaquia. Por detrás se sitúan Croacia (68 por ciento), República Checa (66 por ciento), Austria (64 por ciento) y Grecia (51 por ciento); al grupo se suma Alemania, cuyas cifras más actualizadas apuntan a un peso del gas ruso en sus importaciones totales del 55 por ciento.
En torno a la media se sitúa Italia, que adquiere a Moscú cerca de un 46 por ciento del gas que consume, por delante de Lituania (41 por ciento), Polonia (40 por ciento), Eslovenia (40 por ciento), Hungría (40 por ciento), Francia (24 por ciento), Países Bajos (11 %) y Rumanía (10 %).
Efectivamente, el gobierno de Rusia anunció el corte del envío de gas a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1, por 10 días que envía un tercio del metano de toda Europa. La administración de Vladimir Putin informó que la medida se tomó por mantenimiento, pero en Bruselas temen que se prolongue por tiempo indefinido como un mensaje de advertencia: Rusia está dispuesta a todo sin importar las consecuencias de ninguna índole, inclusive de índole humanitario. Es sin duda un gran y potente misil de la guerra híbrida: cierro la llave.
La Federación Rusa es el segundo mayor productor de gas natural del mundo con 762 mil millones de metros cúbicos de gas en 2021, sólo por detrás de los Estados Unidos con aproximadamente 930 mil millones de metros cúbicos.
Otro de los objetivos de este concepto como arma es su utilización en versión (más moderna, es verdad) de la maldad, de la guerra híbrida, es el intentar que los pueblos hambrientos del subcontinente asiatico y del continente africano muchos, me temo, se conviertan en agentes del terror, ignorando que es esa criminal política con características terroristas, al obligar a esos países a atravesar periodos de hambruna, (lease Sri Lanka), como consecuencia de la decisión de Putin de cerrar, al minar el puerto de Odesa y por ende no permitir la normal navegación de los barcos que transportan el grano de Ucrania, el primer país productor mundial de esa materia prima, un bien de la humanidad.
“Rusia advierte que es difícil predecir cuánto durará la guerra híbrida total que ha declarado Occidente colectivamente contra nosotros, pero está claro que las consecuencias las sentirán todos, sin excepción», ha afirmado el ministro Lavrov. Cinismo del más puro, al olvidar que fue la Federación Rusa que aquel 24 de febrero, invadió, atacó y asesinó a inermes ciudadanos de una república soberana e independiente.
Así como por el hecho de ser Rusia el país suplidor de varias y muy importantes materias primas, entre ellas las energéticas, obviamente ante el ataque e invasión a un país europeo, los países del mundo libre y democratico reaccionaron imponiendo una serie de sanciones con las cuales se pretende, hasta ahora no logrados esos objetivos, hacer recular a Putin para así evitar caer en ese peligro al profundizar en esa carrera la cual podría no ser suficiente las modalidades de enfrentamiento ya mencionadas y ante las amenazas constantes y casi diarias de Putin de ir adelante hacia una confrontación con un final, creo no deseado por nadie, poniendo en serio riesgo al mundo que hoy conocemos como humanidad.
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 17 de julio del año 2022.