Continuando con mis artículos en estos días de cuarentena; y en razón que, la misma restringió el trabajo, creo conveniente referirme a él. La constitución nacional vigente consagra en su artículo 87: “Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. El Estado garantizara la adopción de las medidas necesarias a los fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el pleno ejercicio de este derecho”. Por su parte, la Ley Orgánica del Trabajo, Trabajadores y Trabajadoras desarrolla el anterior mandato constitucional en los artículos 1, 25 y 26.
En líneas generales podemos decir, que el trabajo es la actividad personal fundamental, mediante el despliegue de energías humanas encaminadas a la producción de resultados útiles y de cosas valiosas y necesarias para el mantenimiento personal y familiar, para la subsistencia de la vida y el progreso particular y general; así como para satisfacción de usos, empleos y prácticas sociales. El trabajo es más importante que el capital y que los bienes instrumentales.
El trabajo y sus frutos son más dulces que los fríos intereses emanados de una concentración de dinero. El hombre nace signado por el trabajo, dice el Salmista: “Comerás del trabajo de tus manos (Salmos 127, 128, 2)”. La característica laboral le pertenece al hombre: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan (Génesis 3,19)”, y le corresponde al hombre en exclusividad porque ningún otro animal trabaja, si consideramos trabajo a toda actividad humana realizada para procurarse el propio sustento, para participar en el desarrollo de la sociedad, la naturaleza y la historia; para progresar las ciencias, la culturas y las técnicas.
El trabajo es el elemento superior y prioritario de la actividad económica por ser emanación directa del hombre en cada esfuerzo laboral. Todos los demás elementos económicos, capital, materias primas y técnicas, son medios, bienes y arbitrios instrumentales. El trabajo constituye un deber y es un derecho de todos que el Estado debe garantizar. Mediante el salario satisface el sustento familiar y personal, por lo cual debe ser justo. El trabajo debe permitir un tiempo suficiente de reposo para recuperar las fuerzas corporales y para posibilitar el acceso del hombre a campos de superación en la educación y la cultura. Finalmente podemos decir, que el trabajo es esencial a la vida humana. Cada hombre real, es su sujeto principal.
Comprende todas las fases del desarrollo económico, realizados por todas y cada una de las generaciones históricas, desarrollados por todas las personas, a escala total desde la menudencia aldeana a las categorías universales. La significación del trabajo, queda evidenciada por el hecho que el hombre sin trabajar no hubiera podido sobrevivir. Sin el trabajo no habría historia, sin el trabajo no habría sociedad. En pocas palabras, el trabajo es una categoría existencial del ser humano. Vivir es trabajar y trabajar es vivir.
Individuo de número de la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado Zulia
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