En nuestro país, el origen de esta celebración lo encontramos en el año 2002, cuando el Gobierno Nacional decreta esta fecha como forma de reivindicar y honrar la resistencia de los pueblos indígenas contra los denominados conquistadores.
En buena parte de los países hispanoamericanos este día es celebrado como el Día de la Raza, en conmemoración del avistamiento de tierra por el marinero Rodrigo de Triana en 1492, luego de navegar al mando de Cristóbal Colón desde Europa hasta lo que ulteriormente se conocería como América.
La resistencia indígena inició con la llegada de los denominados conquistadores españoles en el año de 1492, lo cual significó un violento proceso de asentamiento y colonización de los territorios del continente. Durante este periodo los españoles a través de la fuerza y la intrusión cultural principalmente religiosa, lograron hacerse de los recursos de estas comunidades y establecer sus creencias hispánicas.
Ante ello, muchos pueblos indígenas tuvieron que enfocar todos sus esfuerzos en la preparación para la guerra, dejando de lado actividades como la agricultura, pesca y la artesanía.
Como parte de sus ofensivas nuestros pueblos empleaban tambores, cantos y gritos de guerra a fin de infundir pavor al enemigo, igualmente para eliminar los malos presagios, se pintaban y tatuaban sus cuerpos.
Uno de los principales motivos por el cual se logró este violento proceso fue el avance tecnológico que poseían los españoles, no obstante, las manifestaciones de resistencia indígena se convirtieron en expresiones motivadoras que estuvieron presentes en diversos momentos de la historia.
La conmemoración de este día nos brinda la oportunidad para recordar la heroica resistencia de los pueblos indígenas, en defensa de sus territorios y su identidad sociocultural, así como de visibilizar la importante contribución y protagonismo histórico, social, político, cultural y lingüístico de nuestros pueblos.
Aún resistimos
La diferencia entre aquella resistencia y esta, es que aquella se basaba en el hecho de combatir la imposición de una cultura a través de métodos de dominación; la violación y sometimiento de la mujer indígena y el saqueo a los recursos de la región.
Hoy, la resistencia es otra y está fundamentada tal vez en un acto más de resiliencia contra los pésimos gobiernos, aquellos que someten a la población al sufrimiento y al padecimiento a través de otro tipo de métodos de dominación más letales y eficaces cimentados en políticas estructuradas para controlarlo todo a costa del precio que sea.
Es así, como el pueblo venezolano, por ejemplo, resiste a los pésimos servicios púbicos, en especial el de electricidad que se ha convertido en la mayor pesadilla de la gente y que no mira siquiera estatus social, político o religioso. La gente resiste a un pésimo salario y a una peor economía; resiste a la permanente incertidumbre y a una guerra ideológica estéril que trasciende la verdadera razón de la política y del ejercicio del poder político.
Más de 500 años de resistencia indígena sumada ahora a la resistencia de todo un país ante la conducta totalmente divorciada del interés colectivo de oficialistas y opositores, cuyo enfrentamiento permanente ha sumido al país en el caos.
NAM/Redacción/Con información de INE
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