Al mediodía del lunes, 18 de mayo, el pálpito de Cecilia García se confirmó. García es la abuela paterna de Miguel Ángel Poleo Reyes, bebé de 11 meses de nacido que murió ocho horas después de recibir varias vacunas en un operativo de inmunización, organizado por la gobernación del estado Miranda en sector El Pedregal, Chacao. Desde que se declaró formalmente el deceso, la noche de aquel largo viernes, la abuela sospechaba, con terquedad, que la muerte estaba directamente asociada con la vacuna.
“Ya entregaron (los resultados de) la autopsia. Eso (la muerte) fue a causa de la vacuna. No puedo dar detalles, porque no me he leído el informe. En sí, no sé todo lo que dice. El documento lo tiene mi hijo, para todo el papeleo del cementerio. Se lo entregaron ayer en la tarde y no lo he visto. Pero ya nos dijeron que sí tenía que ver con la vacuna”, reveló la abuela a El Pitazo.
García nunca dejó de creer en lo que, como respuesta, le avisaba su intuición. Una conjetura surgida por la falta de información oficial, que no ofreció detalles sobre la eventualidad sino más de 48 horas después. Su verdad se impuso sobre la evidencia científica, que registra en el mundo un nivel casi nulo de defunciones relacionadas con la vacunación y contra la estadística, pues su nieto fue el único fallecido del casi centenar de vacunados en El Pedregal, municipio Chacao, al este de Caracas.
Promesa
Una vez concluidos los trámites, el informe del forense comprobó que la causa de la falla súbita en los órganos, que impidieron que Miguel Ángel completara su primer año de vida, estaban vinculados con los componentes de alguna de las cuatro dosis que le aplicaron. Aunque aún sin precisar cuál fue el compuesto letal. El cadáver fue entregado a su padre, Francisco José Poleo, la tarde del domingo 17 de mayo y enviado directamente a la funeraria, pagada por la gobernación de Miranda, en un intento de desagravio.
La abuela, en cuya casa residía el niño con sus padres y un hermano dos años mayor, relató que autoridades de la gobernación de Miranda acompañaron a su hijo en todo el proceso en la morgue. El acompañamiento trascenderá, según prometieron, a los trámites mortuorios. Los funcionarios se comprometieron a hacerle seguimiento a la investigación que, como compete, ya inició el Ministerio de Salud.
“Los de la gobernación (de Miranda) nos prometieron que iban a llevar las averiguaciones hasta las últimas consecuencias. Que iban a dar con los responsables, sea quien sea. Ellos pagaron los gastos de la funeraria y todo lo del cementerio”, acotó.
El día que vacunaron a Miguel Ángel, poco más de 80 personas recibieron dosis similares, de acuerdo con fuentes consultadas en el Ministerio de Salud. No obstante, 34 presentaron alguna reacción adversa, como ratificó a El Pitazo, Magia Santi, presidenta de Salud Chacao. Los 34, de los cuales 29 eran niños menores de 10 años, manifestaron apenas dos síntomas leves como fiebre y dolor de cabeza. La mayoría superó el cuadro con tratamiento en el Ambulatorio Dr. Guillermo Hernández Zozaya, dependencia da la Alcaldía de Chacao.
Muerte atípica
La investigación debe esclarecer si la reacción de Miguel Ángel está relacionada con alguna afección de base no diagnosticada. También, el origen de las vacunas y si se trata de un lote defectuoso. Al hijo menor de la familia Poleo Reyes le aplicaron dosis de trivalente viral, que incluye sarampión, rubeola y paperas; fiebre amarilla; pentavalente y polio oral. En el caso de estas últimas eran refuerzos de vacunas aplicadas hace más de nueve meses.
Todas estas vacunas forman parte del Programa Ampliado de Inmunizaciones. Este esquema es el que fija los protocolos para la distribución y aplicación de las dosis, basados en criterios como la edad, peso, talla e historia clínica de los vacunados. A Miguel Ángel le correspondían justo las que le fueron administradas, como establecen los siguientes parámetros: trivalente, de 1 a 7 años; Pentavalente, hasta 5 años; Polio Oral, hasta 5 años; Fiebre Amarilla, de 1 a 5 años.
Al ser una muerte atípica, relacionada con la vacunación, esclarecer el hecho es vital para que en la población no se genere desconfianza sobre el procedimiento, considerado como el más efectivo en prevención. Además, para que ninguna otra abuela tenga buscar la verdad a punta de corazonadas, por la falta de certidumbre en la respuesta oficial.
EL PITAZO