Desde el inicio del nuevo año escolar en Venezuela de manera presencial, son muchos los estudiantes que no pueden costearse los pasajes con la finalidad de tomar algún autobús en zonas rurales para sus escuelas.
Tal es el caso de los alumnos del 23 de Enero, municipio Valmore Rodríguez del estado Zulia, que deben esperar hasta tres horas para que «un alma bondadosa» les de la cola desde ese poblado hasta Bachaquero, lugar donde se encuentra el instituto.
Aproximadamente 50 niños y adolescentes deben correr y empujarse para llegar a las motos, carros, camiones o gandolas que deseen darles la cola; ya que por verlos uniformados de bachilleres deciden hacerlo. De manera jovial, los liceístas dicen que hoy no cuentan con alguna unidad de transporte público, ni mucho menos un carro de la alcaldía que les facilite el viaje que diariamente deben hacer.
Los más grandes cuidan a los pequeños de no ser atropellados por un carro en la carreta Lara – Zulia, que comunica a los municipios Valmore Rodríguez con Baralt y demás de la subregión Costa Oriental del Lago de Maracaibo.
Debajo un árbol, todos se acobijan por el inclemente sol, mientras «otro ángel» se para para llevarlos a sus hogares.
El viaje en carro son 25 minutos, pero el único transporte público que pasa por el lugar es uno que va hasta Valera, Trujillo, pero no tienen siempre para pagarlo.
Sus padres, casi todos campesinos, no cuentan con los recursos económicos que son exigidos únicamente para el traslado.
O tienen para comer en el recreo o para el pasaje, aunque otros se colaboran entre sí para los desayunos.
«No es justo ver que el futuro de este país se desilusione de esa manera, porque me lo han dicho en reiteras oportunidades. Algunos, a pesar de su edad, ya piensan en irse a Colombia porque aseguran que les agota estar pidiendo cola sin que nadie gubernamental nos meta la mano», expresó Roxana Rodríguez, la única representante que los acompañaba al momento de ser entrevistados por Punto de Corte.
Calor, hambre y desespero sienten los más pequeños sin poder decirle a nadie, ya que dentro de su ser, inclusive, saben que no tienen para costearse al menos una bebida refrescante.
Rodríguez, mamá de dos niños que estudian en el poblado de Bachaquero, narró parte de lo que considera «una tragedia» que debe vivir todos los días con sus hijos ante la falta de transporte público o «ayudas humanitarias para ese futuro que se enfrenta a una realidad que nadie quisiera».
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Punto de Corte