A los 29 años de edad, Gian Franco Rodríguez sentía, por primera vez, que todo el sacrificio que había hecho desde que a los 21 años salió de la Costa Oriental del Lago, estado Zulia, valía la pena. Se emocionó hasta las lágrimas y llamó a su mamá, la única que sabía que había hecho casting para el personaje.
El 14 de mayo Netflix estrenó Halston, una miniserie de cinco capítulos basada en la novela Simply Halston de Steven Gaines, protagonizada por un genial Ewan McGregor y producida por Ryan Murphy. Una aproximación al hombre y no a la marca que construyó un personaje excéntrico, un niño triste de Iowa, considerado «el primer diseñador de moda superestrella de Estados Unidos».
La serie recorre una época glamorosa que se ubica en la Nueva York de las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta, cuando Halston pierde el control del imperio que había construido desde el momento en el que Jacqueline Kennedy lució un sombrero suyo en la toma de posesión de su esposo, John Fitzgerald Kennedy. Una época de sexo y promiscuidad, de noches interminables de cocaína y tragos en Studio54, de éxitos y fracasos, a la que el sida le puso fin.
Dos años tiene Gian Franco Rodríguez en una Nueva York muy distinta a la que vivió en la serie. Llevaba ocho años en Los Ángeles, pero su mánager le sugirió pasar un tiempo, no más de tres meses, en la Costa Este. Y de inmediato sintió la diferencia: esa, la ciudad que nunca duerme, era más receptiva, había mejor ambiente y participaba en más castings, lo que realmente le importaba. Cuando llegó el momento de regresar a California, no lo dudó: se quedaba en Nueva York.
Su camino había comenzado 10 años atrás cuando su mamá quería ofrecerle mejores oportunidades a él y a su hermana Piera, conocida como Piera la Fiera Rodríguez, campeona mundial de peso paja de la Legacy Fighting Alliance (LFA). La situación política en el país empeoraba y la primera opción fue estudiar inglés. Pero mientras aprendía una nueva lengua, Gian Franco no abandonaba su interés por la actuación: desde pequeño siempre participaba en todas las actividades relacionadas con teatro, aunque no creía que de la actuación pudiera vivir. Y menos en la Costa Oriental.
Hijo de zulianos, nieto de italianos, nacido en Maracaibo el 26 de febrero de 1990, fue en 2010, en Nueva York, cuando Gian Franco Rodríguez entendió que podía hacer de la actuación su profesión. Durante los seis meses que permaneció en la ciudad para estudiar inglés se inscribió en una academia. Regresó a Venezuela. Pero tenía claro que su futuro estaba en otro lugar. Y si quería ser actor tenía que prepararse. Mucho.
Abandonó sus estudios de Medicina en la Universidad del Zulia y de Diseño Gráfico en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín para instalarse, en 2012, en Los Ángeles. No tenía familia en Miami, tampoco en Nueva York. Apenas unos parientes lejanos en la Costa Oeste a los que no conocía, pero que tenía cerca. «Fue un año intensivo de clases de lunes a sábado en una academia muy costosa, pero básica».
Después probó en otras escuelas de actuación. «Comenzar no fue nada fácil, sobre todo porque sentía culpa por haber dejado a mi hermana y a mi mamá. Somos muy unidos. Nos protegemos mucho», recuerda Rodríguez. Desde hace tres años no visita Venezuela. Pero dice que no extraña el país actual sino aquel en el que se crió, el que solo existe en su memoria.
Recibió clases con Ivana Chubbuck, profesora de Jared Leto, Halle Berry, Charlize Theron, James Franco, Elisabeth Shue y Matthew Perry, entre muchos otros. «Fue una etapa muy buena en la que aprendí mucho. Tenía clases una vez a la semana y el resto de los días ensayaba con mis compañeros. No era tan intenso».
A pesar de participar en muchas audiciones, las oportunidades en Los Ángeles fueron pocas. Hizo comerciales y actuó en varios cortometrajes. Rodríguez perdió la cuenta de los castings que hizo. «Es tal como lo retratan en la película La la land. Es la perfecta representación de querer ser actor en esa ciudad: sentarte en un cuarto con gente que se parece a ti, que luce como tú. Eso me hizo sentir raro muchas veces» expresó.
NAD