Hay un refrán que dice así: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, ciertamente cuando tenemos algo preciado, en ocasiones, no le damos el valor hasta que desaparece. Cuántas veces hemos estado en reuniones familiares o de amigos, donde podemos percibir a la mayoría conectados con las redes sociales pero apartados del grato momento. Otro ejemplo real lo podemos ver en casa, cada miembro de la familia viendo su teléfono inmutable, fuera de este mundo y desconectados de la realidad.
Está claro que el mundo avanza y eso es positivo, pero la deshumanización de las relaciones interpersonales cada día crece. Antes nos reuníamos a hablar temas interesantes, sentíamos la conexión cercana con los demás mediante una conversación, donde las risas eran protagonistas, mirábamos a la cara sin distracciones producto del teléfono. Los niños jugaban y se divertían a través de la socialización con otros. El contacto, las miradas, los gestos, el olor y tacto que se puede sentir en un tú a tú real y físico existía, había una mejor interrelación entre las personas.
La palabra amistad se ha desvirtuado en su esencia, pues parece que, ahora en una red social, todo el mundo puede ser «amigo» aunque no sea real. Pero, sin embargo, nos hemos ido adaptando a estas nuevas relaciones que surgen en las redes, al mismo tiempo que evoluciona la tecnología. Todos los seres humanos necesitamos ser escuchados, comprendidos, abrazados, de forma real y no mediante un dispositivo que solo crea relaciones vacías.
Las redes sociales tienen grandes ventajas entre las que se encuentran, comunicarnos con familiares o amigos que tenemos físicamente lejos, buscar información. Es una herramienta de trabajo, sirve para informar o dar a conocer productos y servicios, realizar trámites de todo tipo, leer, jugar, intercambiar opiniones e incluso volvernos a encontrar con alguien a quien el tiempo había alejado. Con las redes sociales las personas interaccionan de una forma que en otro contexto no sería posible. Antes existían las cartas en papel, ahora con un simple Whatsapp estamos conectados al instante. Permiten inmediatez y una comunicación virtual capaz de alcanzar a muchos receptores. El problema reside en el aislamiento de las personas, por el abuso en el uso de las redes, sustituyendo el contacto físico por un emojis (también conocido como emoticono gráfico, es un pictograma, logograma, ideograma o smiley, así como jeroglífico o combinación de estos, incrustado en el texto y utilizado en mensajes electrónicos, páginas web y aplicaciones móviles o de escritorio). El uso extremo de las redes puede causar adicción, tanto así, que una persona que pasa mucho tiempo frente a un teléfono, puede “perderse”, desconectándose del mundo real e incluso descuidando sus responsabilidades y vida personal.
Este comportamiento es casi automático, por lo que se hace imperceptible y “normal”. Ahora bien, estos comportamientos considerados dentro de la normalidad no lo son, afectando tanto a niños como a adultos. “Todo exceso es malo”, hay que reflexionar en darle el uso adecuado a las redes sociales sin que dañen las relaciones interpersonales o nos aparten del mundo real. Es importante señalar algunos signos que indican que eres adicto a las redes sociales: Aislamiento, descuidar las responsabilidades (laboral, hogar, estudio, familia), recibir quejas de familiares y amigos sobre el uso excesivo y no aceptarlo, mentir sobre el tiempo empleado en las redes sociales, necesidad imperiosa de mirar el teléfono, privarse del sueño, entre otras. Esta adicción también puede traer consecuencias como: ansiedad, depresión, irritabilidad, aislamiento, alejamiento de la vida real y de las relaciones familiares, pérdida de control, etc.
Limitar el tiempo de los usos de las redes sociales, establecer horarios, procurar no mirar el teléfono mientras estemos compartiendo con familiares o amigos o en actividades de la vida diaria importantes y en el peor de los casos buscar ayuda psicológica son algunas de las recomendaciones para evitar la adicción.
Debemos como padres enseñarles a nuestros hijos la importancia de conectar con los demás de forma afectiva y real porque de lo contrario dentro de algunos años, tendremos una sociedad zombie, donde se habrá perdido toda conexión con lo real y humano.
Las redes sociales son una herramienta eficaz para la vida cotidiana, sin embargo debemos ser conscientes de su uso adecuado. Rescatar la humanización en nuestras relaciones interpersonales es darle valor a la presencia humana en la vida, conectar con los demás de manera real a través de una buena conversación o un abrazo en tiempos difíciles no se consigue en una red social. No perdamos lo esencial porque lo vamos a lamentar.
Abg. Nilmary Boscan Maldonado