El sector Santa Rosa de Agua vuelve a ser víctima de la contaminación en las aguas del Coquivacoa. “El olor es muy fuerte, los niños que están acostumbrados a bañarse en el Lago no pueden”, comentó José Moran, residente de la zona. Los comerciantes que se encuentran a las orillas del estuario han perdido su clientela
El sector Santa Rosa de Agua, en la parroquia Coquivacoa de Maracaibo, vuelve a ser víctima de la contaminación en las aguas del estuario zuliano. Ante el retorno del “verdín”, pobladores se ven afectados por los malos olores y las enfermedades que provocan las cianobacterias.
De color verde, entre tonos pantano y fosforescente, se tiñen las aguas del Lago de Maracaibo. En las orillas, donde existe mayor concentración del “verdín”, se forman cúmulos que destilan un olor putrefacto. Versión Final visitó este asentamiento palafítico para conocer de primera mano cómo se ven afectados los locales.
José Morán, poblador y comerciante del sector, describe esta dramática situación: “a nosotros aquí nos ha afectado bastante en el hábitat porque la lemna y el verdín cuando llega, se arrecuesta a la orilla y cuando no hay buena marea, eso queda y al secarse el olor es muy fuerte, muy fuerte”.
A los niños, que están acostumbrados a bañarse, no pueden hacerlo. Y el olor, para comer hay que hacerlo en los cuartos, porque ¿Quién come al aire libre así? Nadie”, relató.
Morán reconoce que, aunque no le afecta directamente a su negocio la llegada de las cianobacterias, a otros restaurantes que están más cerca de la orilla sí, ya que han percibido una drástica disminución de su clientela por los intensos olores a los que están expuestos.
El comerciante comentó a Versión Final que, aunque sus hijas junto a sus nietos suelen visitarlo, él mismo les solicitó que no lo hicieran hasta que disminuyera el flujo de verdín. “Hemos aprendido a convivir con ello porque esto no es todo el año, pero cuando llega nos pega”, sentenció.
Durante el recorrido, este medio de comunicación conversó con la dueña de un restaurante de pescado que se encuentra frente a la orilla del Lago, lugar donde se concentra no solo el microorganismo antes descrito, sino también basura y derrames de petróleo.
Aunque la mujer prefirió no ser grabada ni exponer su nombre al público, precisó que en su establecimiento de comida ya no recibe clientes: “No viene gente, abrimos por tenerlo abierto. Ese olor nos perjudica demasiado, tanto al negocio como a nosotros como personas”.
Aquí vive mi papá y mi mamá y son de la tercera edad. A mi mamá que le gusta sentarse en el frente, el olor le agarra el estómago, ella usa silla de ruedas. Además, los olores se meten adentro, con el aire se concentran”, indicó.
George Alexander, residente local, fue más explícito en su forma de describir este hedor: “es como oler rata muerta, podrido. Hace como dos semanas empezó este problema, ahora es que está un poco más fresco”, luego de una lluvia que envolvió la zona días atrás.
Otro señor de nombre Jesús Ariza, poblador y empleado de un local de comida, además cuidador de autos, comentó: “el verdín pone las paredes negra, imagínate los pulmones”. Explicó que estas algas verde-azules “no dejan que penetre los rayos del sol a la arena (del Lago) y si no llega a la arena, pues se pone negro y eso se pudre”.
Durante una reciente entrevista, el director de la ONG Azul Ambientalistas, Yohan Flores, destacó que para enero de 2024 su equipo comprobó que estos microorganismos habían desaparecido. Más, retornaron a las orillas del Lago de Maracaibo por el cambio de clima, la paralización de los vientos del sur y debido a que no se han tratado las aguas del estuario zuliano.
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