Este sábado, el clima favoreció y no favoreció. El inclemente sol bajó y con él la temperatura, pero, con solo o con lluvia, Maracaibo se desbordó la mañana de este sábado para ver la floración de curarires en lo que sería el último día de este espectáculo natural.
Impresionante fila de automóviles en torno al Jardín Botánico se observó la mañana de este sábado, todos con el curarire como objetivo común. Adentro, en el Jardín Botánico, las amables guías te reciben y te explican la ruta a seguir.
Es una caminata que, con sus paradas para fotografiarse y para disfrutar del espectáculo natural puede tardar alrededor de hora y media a dos horas. Por el ovalo de lo que alguna vez fue la ciclovía, se aprecian enormes camas de flores amarillas que pintan de ensueño la planice del jardín
El ambiente es sobrecogedor. Familias enteras acantonando, colegios con sus niños en jornadas de pintura, de juegos deportivos y, desde luego, de caminatas para disfrutar la floración.
Este año, la floración no fue tan abundante como en años anteriores, pero, también hay que decir, que aún hay curarires que están en la etapa de abrir sus flores y soltarlas. Todavía este domingo habrá oportunidad de disfruter de la alfombra amarilla de los curarires del Jardín Botánico.
La floración depende de la cantidad previa de lluvia que haya caído sobre los árboles y pudiera repetirse para dentro de dos meses, pero no es algo certero.
Una multitud de personas vienen asistiendo al Jardín Botánico para disfrutar de la floración, un evento que ya se hizo tradición en la ciudad. Quinceañeras, parejas de novios o de recién casados, colegios, grupos scout, estudiantes, científicos, artistas, ciclistas, ambientalistas, todos se reunen y caminan la ruta de los curarires.
Incluso las mascotas tienen su día de esparcimiento en este ambiente de singular belleza. En la ruta, el óvalo de la ciclovía posee ramales de senderos que son los que muestran mayor floración y mayor espectaculo visual.
Cómo florece el curarire
En el portal Tu Reporte, la periodista Reyna Carreño Miranda explica que «la floración del curarire ocurre una vez al año. Luego de las primeras lluvias, los árboles parecieran agradecer por ese baño de vida y se visten de un impactante traje dorado».
«El ciclo del curarire -expresa la periodista- más que un fenómeno natural, pareciera convocar la sabiduría más profunda frente a los cambios y la adaptabilidad necesaria para subsistir en medio de las carencias.
También conocido por su nombre científico: Tabebuia Serratifolia, de la familia de nuestro Araguaney, o Tabebuia Crisantha, este árbol alcanza una altura hasta de 45 metros y un diámetro hasta de 1.20 centímetros.
Es una especie típica de los bosques tropicales, que se adapta bien a la sequía y agradece con esplendor cuando las lluvias bañan los campos, pues da su regalo en respuesta, una leve lluvia es suficiente para que brote la flor.
El curarire es uno de los árboles más abundantes de los bosques de Maracaibo, que además es fuerte y mejor adaptado. Esta planta crece muy rápido, da muy buena cobertura y protege el suelo.
En la época de lluvias crece muy bien, pero al llegar la sequía desprende sus hojas para evitar una deshidratación. Queda descubierto, reseco en apariencia, pero no quiere decir que esté muerto.
Este árbol es capaz de desprenderse de parte de su ramaje, para mantenerse vivo en largas épocas de sequía. Pero con las primeras lluvias, surge majestuoso, brillante y vital, como la naturaleza misma. La floración dura solo unas pocas horas, pero es un espectáculo.
NAM/Ernesto Ríos Blanco/Fotos y Videos: Paola Ramírez
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