El Gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales Guerrero, recibió este lunes 25 de noviembre el doctorado honoris causa en Educación, Mención Responsabilidad Social», por parte de la Universidad Católica «Cecilio Acosta». Al emotivo acto celebrado en el Teatro Baralt, asistieron el Arzobispo de Maracaibo y Canciller de esta Casa de Estudios Superiores, monseñor José Luis Azuaje; el Presbítero Eduardo Ortigoza, Rector de la UNICA, junto a los rectores o máximas autoridades de la Universidad del Zulia, la Universidad Rafael Urdaneta, la Universidad Rafael Belloso Chacín, la Universidad Alonso de Ojeda, la universidad José Gregorio Hernández, la Secretaria de la Católica Cecilio Acosta, la Decana de la facultad de Arte y Música, el Decano de la Facultad de Comunicación Social, y el Decano de Posgrado de la UNICA.
En su discurso de investidura, el Gobernador hizo suyas la afirmaciones del Salmista, quien refiere que los últimos años de nuestras vidas son, en su mayor parte, trabajo y dolor. «Dolor de haber visto consumirse nuestros días como un suspiro. Trabajo por conseguir el premio de los frutos. Pocos días son de júbilo y esplendor, muchos, en cambio son, de sobresalto y tiniebla», dijo.
Raíces morales
Destacó, más adelante, que del fondo de esas verdades y misterios, San Agustín, en sus confesiones, se pregunta por el sentido del tiempo. Y citó: ‘si no me lo preguntan, lo sé, si me lo preguntan, lo ignoro’. «Aunque también ignore yo el significado filosófico del concepto tiempo”, dijo Rosales, “este instante en cumbre es de honor para mí. Un día como hoy, para un ser humano, y yo no soy la excepción, es inimaginable, pues estar en este estrado y recibir esta distinción maravillosa, es una bendición de Dios y la Virgen».
Y afirmó lo siguiente: «lo describo de esta manera, pues yo no me preparé para recibir este galardón: fue obra de Dios y la Virgen, que me dieron unos valores y herramientas que iluminaron un largo camino bordado de victorias y derrotas, tristezas y alegrías, pero siempre, siempre con mucha fe y perseverancia».
El Gobernador del Zulia recordó que las enseñanzas de San Agustín y de otros sabios pensadores que han planteado la educación como un proceso integral, han sido determinantes y una guía a seguir en su andar como servidor público. «Las primeras líneas maestras de planificación gerencial, cuando nos tocó administrar dineros públicos, hace ya más de tres décadas, tuvo como eje la educación. No solo fue una educación pensada en las escuelas de los pueblos y ciudades, sino en el comportamiento y las buenas costumbres de los ciudadanos».
Sostuvo, además, que sentó las bases de la educación como valor fundamental para el progreso de la sociedad, clave para lograr avances en todos los aspectos de la vida social, económica y política. «Pero no fue una simple estrategia nacida de un lineamiento que nos inspiró. Es que yo llevo en el fondo de mi corazón un amor muy especial por la educación como instrumento de cambio para la familia y la sociedad. Un sentimiento que me acompañará hasta el fin de mi trayectoria política. Es el convencimiento de que con la educación se puede salir de abajo, se puede cambiar la sociedad».
Visión de futuro
Apuntó que por eso fue pionero en adentrarse al mundo tecnológico y dotar de computadoras y laboratorios modernos a las escuelas públicas. «Juntos, al valorar el trabajo de los docentes para que impartieran las enseñanzas de las nuevas tecnologías, sin importarnos las brechas ni las desigualdades económicas. Fuimos los primeros en crear programas de alto alcance, de verdadera justicia social como el Programa ‘Jesús Enrique Lossada’, único en Venezuela».
Rosales pidió disculpas a la audiencia: “perdonen si hablo en primera persona. Lo hago porque este honor que hoy se me confiere mueve lo más profundo de mi fibra humana, entonces entiendo que ha valido la pena luchar por un sistema educativo basado en la responsabilidad social como vehículo, para formar zulianos con visión futurista, capaces de superar obstáculos y empinarse hacia el éxito con auténtico orgullo».
Destacó, además, que si este conferimiento del Doctorado es indicativo de una justa valoración de esa fe que le ha puesto a la educación, lo recibe con mucha honra y con el compromiso de que cada día tratar de hacerlo mejor. «Permítanme compartir este honor con quienes me han acompañado en esta historia. En primer término, como dije, Dios y la Virgen: mi fe de siempre, luego mi familia, mis seres queridos, mis padres allá en el cielo. También quiero incluir a las amas de casa, a los jóvenes, a los abuelos, a los trabajadores, porque son el ejemplo a seguir, son quienes siempre nos abren los brazos en las comunidades, a los que tuvieron que marcharse a tierras lejanas; en ellos pienso todos los días».
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