Que si ya arrancó la refinería El Palito, que si Cardón está cerca de arrancar, que si el Estado Mayor de esto y de esto otro, son las informaciones ‘convincentes’ del Gobierno venezolano y de su estatal petrolera PDVSA en relación con el tema del combustible convertida en el primer martirio que atormenta, al menos a los zulianos.
Las autoridades insisten en un regreso ‘progresivo’ a la ‘normalidad’. Sin embargo, todas las noches, en las inmediaciones de las estaciones de despacho de gasolina programadas para surtir, se forman enormes, agotadoras, humillantes y hasta molestas colas de conductores que pernoctan en ellas para tratar de surtir de no más de 40 litros su automóvil.
Las colas de gasolina, de acuerdo con la socióloga Yenny Bravo, se han convertido en un “fenómeno social” digno de estudio y análisis, porque, parece mentira que un pueblo sea capaz de pernoctar una y hasta dos noches haciendo una cola de gasolina que, en algunos casos, terminan en nada, porque, al final, no surten la estación.
“Porque el ser humano es un ente de costumbre –refiere Bravo- y, en cada proceso social hay elementos conductuales que, obligados o asimilados, se van haciendo costumbre en la gente y, en muchos casos, hasta lo ‘normalizan’ porque, no ven más salida, no ven otra opción y, en consecuencia, se genera entonces una relación de conflicto entre los afectados. Todos somos afectados, pero cada quien se queja desde el punto de vista de lo que le afecta personal o colectivamente y de ello deviene la confrontación al no haber comprensión e internalización de ese proceso”.
NAM ya ha presentado reportajes donde se explica cómo es la dinámica del despacho de combustible en la entidad. Teniendo el Zulia una refinería con suficiente capacidad para surtir este estado y al menos gran parte de los estados andinos, Bajo Grande sigue inoperativo “por culpa de las sanciones”.
Agotador, humillante y molesto
Lo primero que se debe aclarar en este reportaje es que no se está criticando la realidad que obliga a los ciudadanos a hacer largas colas de uno y hasta dos días para surtir de combustible y así garantizar poder desplazarse hacia sus trabajos y hacer sus diligencias. Es una necesidad y una realidad a la cual han obligado a la población, así como la realidad de tener que pasar noches en penumbra por cuatro horas soportando calor, zancudos e incomodidad con los apagones que llaman ‘administración de carga’, pero, este reportaje ahonda en la problemática que significa la pernocta irresponsable.
Una cosa es que la gente se vea obligada a pernoctar para poder garantizarse salir de la cola con gasolina en sus autos y otra es que de esa práctica se origine una conducta irresponsable cual es el de dejar, frente a las casas donde hacen las colas o en la calle, basura, excremento, potes con orine, restos de comida, palos, piedras, pedazos de cauchos y todo lo que usan para su pernocta. Eso es lo que los vecinos reclaman con mucho ahínco.
Gente de toda clase se consiguen en las colas, pero muy poca de clase media alta, esta cuya capacidad económica les permite comprar los litros de gasolina que requieren al precio que sea con tal de no hacer esas humillantes colas.
Pero, la mayoría de la población, no ven otra opción, principalmente, quienes dependen en mucho de su automóvil para trabajar y llevar el sustento a casa. Claro que, asalta una inquietud ¿En qué momento trabajan, si pasan hasta dos días en una cola de gasolina? Se las ingenian.
Sin embargo, no todo es sacrificio y necesidad. Hay un grueso de estos ‘colistas’ que han hecho de esta desagradable práctica un hábito para lucrarse, así lo indicó Heberto Márquez, vecino de la urbanización San Rafael, situada en la parroquia Francisco Eugenio Bustamante, que da acceso a la estación de servicio El Turf, una de las más grandes de la ciudad.
“Son los mismos. Tú los ves que llegan hasta en carros diferentes, pero, ya es tanta las veces que vienen que ya sus caras son detectables. Llegan tipo 4.00 o 5.00 de la tarde, comienzan a colocar piedras, bolsas de basura o lo que consigan frente a las casas para marcar los puestos que luego venden hasta por 20 $ dependiendo la ubicación del puesto. Eso es impresionante, tienes que verlo”.
El vecino indicó que “muchos de los que surten aquí (en El Turf) lo hacen para bachaquear, porque, ese control que había antes de marcar los carros y que, de cierto modo tenían con los chips, ya eso no existe, esto se volvió una guachafita”.
Pernocta de terror
Para todos supone algo humillante e inhumano tener que pernoctar en la calle, frente a una casa ajena o simplemente a la intemperie por 40 litros de gasolina, pero, es más humillante aún para los que lo hacen por una necesidad obligada, porque, de acuerdo con el habitante de la urbanización referida, “a esos les gusta venir todas las noches a echar vaina aquí en estas colas, porque, eso es lo que hacen, jorobar”.
Márquez asegura que “aquí echan basura, arman escándalo toda la madrugada, juegan dominó a toda boca y hasta ponen un escándalo de música como si ellos tuvieran solos en el mundo, no hay nada de consideración para el vecino, ni siquiera, porque están frente a una casa ajena donde, a lo mejor, hay una persona enferma, un anciano, un niño pequeño y cuidado si les dices algo, porque son capaces hasta de sacarte un arma”.
“No les importa nada –espeta- Aquí se orinan, en las jardineras de las casas y hasta se cag…n; hemos conseguido bolsas con excremento en las jardineras de nuestras casas, en las cunetas frente a la calle, botellas de refresco llenas de orine ¿Qué es eso, chico, qué abuso tan grande es ese? eso ya nos tiene hartos, así como estamos hartos de llamar a la policía y éstos ni se aparecen a poner orden; por lo menos con Omar Prieto había más orden, porque no permitían la pernocta frente las residencias y es que no se debe permitir”.
Los vecinos de San Rafael están bastante indignados con el panorama que padecen por las noches y madrugadas con los ‘colistas’ que se forman en fila en frente de sus casas en toda la avenida principal. Pero, no solo es San Rafael.
«Ve, hermano, todos somos humanos y todos estamos padeciendo -reflexiona Márquez- porque, yo también he tenido que hacer colas para surtir, pero, uno tiene que ser ciudadano. Tenemos nuestras necesidades, no nos vamos a reventar, tenemos que ingeniárnosla, inventar, bueno, está muy bien, pero, llévate tu pote de orine y lo botas en la basura, llévate tu bolsa de mie….y la botas en la basura, pero, es desconsiderado, es irrespetuoso, es inaceptable que le dejes tus gracias a uno ahí frente a la casa o que uses la cerca de las casas, las jardineras para orinarte o para echar basura, vasos, servilleta, restos de comida, en fin».
En Los Aceitunos, es el mismo caso; en la Pomona, para despachar en las estaciones de Las Pirámides y El Ávila, es la misma situación, pero no hay gobierno que actúe.
Lo mismo ocurre en La Paragua y en San Jacinto, también en Villa Delicias, El Naranjal, La California y en toda urbanización que tenga cerca una estación de combustible.
¿Cuál es la solución?
La solución, definitivamente, es que se normalice el despacho de combustible, pero, en caso contrario, los vecinos de todos estos urbanismos que resultan afectados por las colas de gasolina, sobre todo de noche, exigen presencia policial. Exigen, además, prohibir las pernoctas de ‘colistas’ de gasolina en la calle, porque, es un peligro para ellos mismos y una molestia para los vecinos.
Piden, además, controlar el despacho de combustible, evitar las llamadas colas vip que terminan siendo tres y cuatro colas diferentes para una misma estación de gasolina. Establecer un mecanismo más eficiente y menos traumático, menos inhumano para quienes hacen las colas como para quienes sufren las consecuencias directas de los ‘colistas’.
Esta es una realidad inocultable, a pesar de las declaraciones de ministros, viceministros, directores, técnicos, voceros del Gobierno y de PDVSA. Al menos en el Zulia, no hay ninguna normalidad ni asomo de que llegue.
Cabe destacar que, en el interior de la región la situación es peor, porque el despacho es menor y más lento. Toda la Costa Oriental del Lago, las subregiones Perijá y Sur del Lago padecen muchos más rigores con el despacho de gasolina.
NAM/Redacción/Fotos: Cortesía
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