En la solemnidad de la Virgen Versión Final recuerda las incidencias que transcurrieron en su llegada a la tierra zuliana
Durante años, la historia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, La Chinita, ha sido transmitida de generación en generación y a través de las diferentes investigaciones, aunque siendo todavía una tradición oral o escrita, cada elemento complementa la memoria de la Madre que llegó a estas riveras para bendecir al pueblo zuliano.
Como características de María Cárdenas, testigo del milagro de la Patrona, se conoce que era de piel mulata, delgada y de baja estatura. No existe retrato alguno suyo, pero en los registros de Bautismo de la Catedral de Maracaibo hay tres mujeres que hacia las primeras décadas de 1600, llevan su nombre, una de ellas fue la vidente mariana.
Cárdenas, de avanzada edad, se dedicaba a lavar ropa ajena en las orillas del Lago de Maracaibo y vivía de manera humilde en la calle 5 del barrio El Saladillo, una zona muy despoblada de la ciudad que para comienzos del siglo XVIII contaba con unas ocho mil almas.
Apenas llegaba un buque de España al año, por rareza dos. Maracaibo era un poblado muy primitivo, tan sólo tenía la Catedral, la Plaza Mayor, la Capilla de San Juan de Dios y el Convento de San Francisco de Asís, reseña Síntesis Gaitera.
Se cuenta que la tablita donde vino la imagen de la Virgen Santísima era un despojo por parte de los piratas a las embarcaciones del Nuevo Reino de Granada. Quizás uno de los malhechores, al notar que no era valiosa, le quitó el marco de plata que la recubría y la arrojó al lago hasta ser hallada por la mujer, de acuerdo con monseñor, Roberto Lückert.
El historiador Juan Besson, en su libro Historia del Zulia, describió que cierto día de 1709, la mujer acudió muy temprano a lavar la ropa como otras solían hacer hasta las 11:00 de la mañana. Mientras restregaba un camisón llegó hasta sus pies una tablita, fina. La observó y la devolvió al agua con su mano, pero la tabla, curiosamente regresó hacia ella.
Al tomarla de nuevo se percató de unas figuras confusas en su superficie y decidió llevarla a su vivienda, para tapar una tinaja llamada en la época «matón«, usada por los pobres para almacenar el agua de sus aljibes improvisados.
El Padre Eleuterio Cuevas, párroco de Nuestra Señora del Carmen, relata que uno de los signos del milagro era que cuando la tablita fue puesta sobre la tinaja, en varias ocasiones el agua se desbordaba por sí sola, como si estuviera hirviendo, esto llamó la atención de María y por eso la colocó en una de sus paredes al percatarse que se entreveía una imagen religiosa en la madera.
La tarde noche del 18 de noviembre de 1709, mientras que la anciana estaba en su casa escuchó un ruido en la pared. Le restó importancia, pero los golpes se repitieron dos veces más, con cierto miedo, María Cárdenas fue hasta la sala, donde vio que de la tabla brotaban luces meridionales, de colores resplandecientes que iluminaron la precaria vivienda.
Con gran asombro de la maravilla vio una extraordinaria revelación: se delineó por completo la imagen de la Virgen Madre de Dios, de color mestizo, con el Niño Jesús en su brazos junto a San Antonio de Padua y San Andrés Apóstol. Uniendo sus manos temblorosas, cayó de rodillas y soltó su emoción gritando: ¡Milagro!
Alarmados por la exclamación de Cárdenas, los vecinos fueron a verla y la encontraron en la calle gritando ¡Milagro, milagro! Quienes la visitaron dieron parte a las autoridades civiles y eclesiásticas del suceso y dieron fe de la veracidad del portento. Desde entonces, su casa se convirtió en un pequeño santuario.
Llevada luego a la capilla de San Juan de Dios por deseo expreso de la misma Virgen, su sagrada reliquia recibió el honor de la Coronación Canónica el 18 de noviembre de 1942, hace exactamente 80 años.
Fuente: versionfinal
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