Pasillos oscuros, hedor, calor insoportable y una sensación de indolencia son parte los “males” que afectan al hospital Dr. Pedro Iturbe, también conocido como General del Sur. Así lo constató en un recorrido La Verdad.
La gigantesca estructura de 10 pisos está abandonada. Pero esta situación no es nueva. Según los reportes de medios de comunicación locales, hace un año el hospital se encontraba en idéntica situación. Ahora un poco peor.
Los acondicionadores de aire permanecen dañados desde hace al menos dos años. Las instalaciones eléctricas fueron desmanteladas, al igual que los ascensores, que dejaron de funcionar hace más de un año.
Eso sin contar que el hospital atiende solo estrictas emergencias, con todas las limitaciones que se encuentran en un centro de salud que carece prácticamente de todo.
Los pacientes que acuden “por consulta” van y viene sin obtener una respuesta certera. Pero siguen insistiendo, porque en la zona sur limítrofe entre Maracaibo y San Francisco, esa es la única opción que tiene los enfermos.
Baño público de los pacientes
En la planta baja del edificio solo permanecen activas las áreas de emergencia de adultos y pediátrica, además de una pequeña sala frontal donde reciben a los pacientes del oncológico. El resto son pasillos oscuros, que se transformaron en baños públicos, donde los pacientes evacuan y arrojan basura.
En algunas áreas el cielo raso del techo se desprendió. Al menos un 70 % de la planta baja carece de iluminación y se puede observar que los cables los arrancaron de las paredes.
Los pacientes de emergencia deambulan por todos lados, ya que la seguridad y la vigilancia son escasas. De noche, “cualquier cosa puede pasar si caminas por allá”, asegura la acompañante de una paciente que ya tiene dos días en observación de emergencia.
“Pero cómo hace uno. Aquí no hay baños, ni sala de espera. Así que nos vamos en grupo a orinar en algún rincón y descansamos un poco en las banquetas”, explica la mujer de unos 40 y tantos años.
El área de triaje de la emergencia de adultos está cerrada y llena de escombros. Peor suerte corrió la sala de espera de la emergencia pediátrica, que quedó sin puertas, sillas y las salas sanitarias las arrancaron.
Los pisos están cerrados
Los niños hospitalizados tienen que subir por las escaleras. Sus familiares bajan y suben varias veces al día, para comprar todo lo que el paciente requiere, además de comida y agua.
Dentro del área de hospitalización de pediatría, que durante años fue una de las mejores del estado, más del 50 % de las habitaciones están cerradas por “contaminación”.
Pero al abrir la puerta, lo que se consigue son camas rotas, colchones ajados y llenos de excremento de rata que caen del cielo raso. Similar suerte corren el resto de los pisos. Abandono total, calor, olor a enfermedad y muerte.
Respecto a las áreas externas, se pueden apreciar tuberías rotas, botes de aguas negras, basura acumulada por doquier. Una destrucción mucho más antigua que la «crisis eléctrica» y el «bloqueo».
Con información de La Verdad