El mayor Contreras pidió mayor atención a los pacientes afectados por mordeduras de serpientes en el país, facilitando la fabricación accesible de los antídotos en cada región con la celeridad posible
Luego de la muerte del miembro de la etnia barí Bernardo Yirose, el pasado lunes 30 de enero, en la Sierra de Perijá, por una mordedura de serpiente; el mayor Luis José Contreras, perteneciente a los bomberos de Inea, visitó Versión Final para denunciar que ante la escasez de sueros antiofídicos aptos para humanos se ha tenido que optar por administrar fórmulas para usos veterinarios ante mordeduras de serpientes.
Esta situación se ha venido repitiendo hace algunos años, desde que los hospitales dejaron de abastecerse de los sueros para estos incidentes, y en su opinión, en vez de procurarlo, se pone más atención a las vacunas de otros tipos de enfermedades.
«La escasez del suero antiofídico es una crisis mundial, porque la industria farmacéutica no los elabora, porque no es rentable; los principales laboratorios como Sudáfrica, Alemania y países africanos, ya no lo hacen», afirmó.
El problema de la fabricación de estos tipos de sueros, dijo, es el mantenimiento de los caballos, animales inoculados para producir el antídoto, de ellos se extrae en ocasiones muy poca cantidad del medicamento, lo que retrasa su envío, y por ende no atrae a la producción.
El suero antiofídico en un laboratorio de Estados Unidos cuesta $12.000; en México $1.500 las dosis para Mapanare y Cascabel, en Costa Rica $1.500 y aquí en Venezuela $580 la dosis para una mordedura moderada, ni siquiera grave, porque en casos graves se deben usar hasta diez equipos a la vez», aseguró.
Contreras aclaró que el acceso más viable a este antídoto es desde Brasil, donde se pueden dar medicamentos acordes con el tipo de serpientes localizadas en Venezuela, ya que en otros países la formula cambia según las especies de estos reptiles.
El mayor Contreras lamentó la negligencia con que se tratan a estos pacientes que necesitan atención primordial para que no se vean comprometidas sus vidas.
«La Organización Mundial de la Salud no obliga a la industria farmacéutica a elaborar sueros antiofídicos. En Venezuela habían tres plantas de fabricación de estos sueros han pasado, la Universidad Central, la Universidad del Zulia y más recientemente la Universidad de los Andes pero ninguna han podido prosperar», dijo.
La retardada atención a estos casos fue la causante de la muerte de Bernardo Yirose de 58 años de edad, este pasado lunes 30 de enero, en una clínica de Machiques, él forma parte de la larga lista de indígenas que mueren por estos ataques al año.
La mordedura fue causada por una Bothrops Asper, conocida como Serpiente Guayacán, cuyo veneno produce en el organismo una alteración del sistema de la coagulación sanguínea, edema pulmonar, insuficiencia renal, hemorragias, gangrena y la muerte de los afectados sí no se colocan los sueros antiofídicos por lo menos en las primeras seis horas posteriores, según el experto.
Yirose, afirma, era un indígena de alta estima en su comunidad. Se dedicaba a ser guía de la Sierra de Perijá, enseñando sus paisajes y riquezas; se destacó además por apoyar desde sus conocimientos como explorador a los primeros bomberos forestales egresados del Distrito Federal, la Universidad del Zulia, Corpozulia, el Instituto de Deportes y los Scouts de Venezuela.
El mayor Contreras pide a los organismos competentes que el acceso a los sueros antiofídicos para mordeduras de serpientes se acelere porque «son vidas humanas las que están en riesgo«, además que exhorta a un mejor conocimiento del peligro de estos reptiles y su tratamiento en los colegios e instituciones educativas.
Fuente; versionfinal
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