El gobierno comunista de Nicolás Maduro anunció oficialmente, la semana anterior, la tercera reconversión monetaria de su gestión. Han consumado la pulverización de nuestro signo monetario, marcando un récord mundial respecto de la destrucción de un sistema monetario, hasta dejar a nuestra sociedad sin la herramienta fundamental del intercambio económico.
Lo que en realidad ha anunciado el madurismo es la desaparición del Bolívar como moneda, la eliminación del dinero físico, real, tangible. Los venezolanos no tendremos una moneda con la cual efectuar nuestras transacciones. El llamado ahora, pomposamente, bolívar digital o virtual, no podrá resolver las necesidades cotidianas de nuestro quehacer económico. Ni siquiera en los países con mayor disponibilidad tecnológica es posible prescindir, hasta el presente, del dinero físico.
En adelante los venezolanos tendremos en nuestras carteras billetes o monedas del dólar norteamericano, del peso colombiano o del real brasileño, pero no volveremos a tener ni billetes, ni mucho menos monedas de lo que fue el Bolívar.
Es el resultado del saqueo, de la improvisación, de la destrucción del país, de la piratería e impunidad de una camarilla política que convirtió al estado venezolano en una entidad criminal e ineficiente.
Quitarle de nuevo seis ceros a un signo monetario, al que ya le habían eliminado ocho, para arrancar de nuevo desde la unidad no garantiza ninguna estabilidad monetaria, ni económica. Es una simple operación de maquillaje numérico, evidenciando la más brutal ruina que haya podido sufrir país alguno sobre la tierra en el presente siglo.
Esta cosmética monetaria no va a resolver ninguno de los problemas derivados de la quiebra en las finanzas públicas, ni tampoco los relacionados con la actividad económica de las personas, las empresas y demás entidades existentes en el país. Es una simplificación de las operaciones de intercambio, para aparentar que existe una moneda que en realidad no existe.
Cómo la operación de maquillaje no es el resultado de un programa de relanzamiento, reformulación y reordenación de la vida económica e institucional del país, el efecto de dicha cosmética desaparecerá de forma más rápida, que el tiempo consumido en la devaluación del llamado bolívar fuerte o soberano, que no fue ni fuerte ni soberano.
Pronto volveremos a ver cargado de ceros este Bolívar digital. La razón es muy sencilla. Esa moneda digital no tiene base alguna, ni reservas confiables, ni una economía capaz de darle sostén a su valor como signo de intercambio. Pero lo que es más importante, esa política la asume un régimen colapsado, incapacitado para gobernar. De modo que en el fondo, el tema monetario en cuestión no es esencialmente económico, es fundamentalmente un problema político.
La pulverización del bolívar es el resultado del colapso del estado democrático, la inexistencia de instituciones, el conflicto sistemático promovido por la cúpula socialista contra la sociedad venezolana y contra la comunidad internacional. Esto nos ha traído a la destrucción del país, de su economía y de nuestra moneda.
Resulta, entonces, un ejercicio vano hacer teoría económica sobre la viabilidad de un sistema económico y monetario al margen de la existencia de un régimen político colapsado, sostenido sólo con las armas de un aparato militar y policial que solo sirve para someter a una ciudadanía desarmada, pero que es incapaz de derrotar a grupúsculos armados en la frontera y en los mismos barrios de Caracas.
Mientras Maduro ocupe el palacio de Miraflores, y su camarilla domine todas las ramas del fallido estado socialista, no habrá forma de tener moneda propia, economía sana, bienestar ciudadano, justicia y moral pública. Esto porque simplemente ya no tenemos Republica, debido a la derogación fáctica de la Constitución Nacional.
Urge entonces la salida de Maduro del poder. Por eso nuestra insistencia de transitar el camino de la movilización política y de la participación ciudadana. Entiendo el escepticismo de quienes no confían en las herramientas de la política para impulsar el cambio. Pero a todos les recuerdo que nosotros, los ciudadanos, solo disponemos de nuestra humanidad, de nuestra conciencia, de nuestra decisión de repudiar el comunismo y no resignarnos a soportarlo indefinidamente.
De ahí el empeño en apelar a la soberanía popular. De poner en manos del ciudadano, del soberano, del pueblo (como a usted le parezca mejor) el destino de la nación. Somos conscientes del terror que Maduro y su camarilla tienen al veredicto popular. Somos conscientes de su capacidad para maniobrar y violentar el orden constitucional y los principios fundamentales de la democracia.
Por ello no vamos a renunciar a nuestros derechos, a nuestro deber de luchar para recuperar la democracia y con ella rescatar la República. Esta es la razón que nos ha movido a iniciar el proceso legal y político para activar el Referéndum Revocatorio a Maduro. Te invito a sumar tu voluntad, tu esfuerzo a la tarea de formar un torrente ciudadano de tal magnitud que derrumbe los muros de la dictadura, la soberbia, el egoísmo, la displicencia y la indiferencia.