En estos días de pandemia, de una situación económica difícil por la alta hiperinflación, por el desempleo, y la incertidumbre que genera en los jóvenes el futuro del país; muchas personas viven angustiadas e infelices; pensando o creyendo que teniendo mucho dinero les produce felicidad. Sobre este punto me atrevo hacer unas breves reflexiones.
Se dice que la felicidad no es un destino sino un camino; de tal manera, que si alguien dice ser feliz lo que en realidad está haciendo, es posponiendo la felicidad. Para comprender mejor esta situación, comparemos la felicidad con la salud. Si queremos tener buena salud, debemos llevar un estilo de vida sano, cuidando la alimentación y haciendo ejercicio.
De igual manera, la felicidad viene hacer el resultado de seguir un buen camino en la vida, es decir, de regirse por valores solidos entre los cuales cabe mencionarse: Estar contento con lo que tenemos y ser generoso, tener salud, brindar amor, saber perdonar, tener una vida con propósito y sobre todo tener esperanza en un futuro mejor.
Todo lo anterior es importante, ya que existe la creencia de que mientras más riqueza se acumula, se es más feliz, lo cual no es ciento por ciento cierto. El exceso moderado de riqueza sirve, para darnos una buena cantidad de felicidades pero no una felicidad completa. Cuando ese exceso de riqueza es demasiado elevado, se distorsiona los parámetros de nuestra vida y el exceso muchas veces viene actuar negativamente ya que convierte al ser humano en esclavo del dinero, y lo ideal es que el dinero sea para el hombre el mejor de sus esclavos.
El punto donde el exceso de riqueza comienza a causarnos infelicidad es algo muy personal, valga decir, que varía con la persona. Depende del grado de educación, del grado cultural, de las relaciones sociales que se tengan y del nivel económico en que la persona se encuentra, pues todos estos factores le ayudan beneficiosamente a disipar parte del excedente de riqueza material, y aun a convertir ese excedente de riqueza en riqueza espiritual que por demás está decirlo, es un bien bastante ansiado por la comunidad.
Lo ideal es que llegado a una etapa de haber satisfecho plenamente las necesidades primarias, y aun gran parte de las secundarias, lo más inteligente que debe hacerse de allí en adelante, es proponerse a transformar riqueza material en riqueza espiritual, ya que esta sería la más sabia decisión de la vida.
Pero la mayoría de los seres humanos seguimos creyendo que la riqueza produce felicidad. A propósito de esto, me recuerda una anécdota atribuida a la gran actriz mexicana ya fallecida, María Feliz, lo que dijo sobre el dinero y la felicidad. Una periodista le pregunto si para ella la riqueza o el dinero le producía felicidad. Contesto: Para mí, no pero me calma los nervios.
Individuo de número de la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado Zulia