El nombre del colegiado Danny Makkelie cobró notoriedad, al ser designado como árbitro principal de una de las llaves semifinales de la Eurocopa, el enfrentamiento entre Inglaterra y Dinamarca en el mítico estadio de Wembley.
El neerlandés, nacido hace 38 años en Willemstaad, capital de la Antillas Neerlandesas, tiene 10 años en el ejercicio de su profesión además de alternarla con la labor de inspector de la policía en la ciudad de Rotterdam, por lo que resulta especialmente paradójico, que una persona formada para la impartición de justicia haga lo diametralmente opuesto.
Lo antes expuesto, tuve que sacarlo a colación para explicar el contexto del artículo que nos ocupa, el clamoroso y desastroso fallo arbitral de las dimensiones nucleares de Chernobyl, acontecido durante el primer tiempo de la prórroga entre los «Three Lions» y la «Dinamita Roja».
En un gran sprint del delantero Raheem Sterling para adentrarse en el área rival, cuando estaba marcado por el defensor Joakim Mæhle, se produjo un contacto lícito y fortuito entre ambos que aprovechó el primero para hacer gala de un histrionismo digno del nivel de Denzel Washington, a lo que acto seguido, el protagonista de mi primera columna deportiva de opinión en este portal web, señaló la pena máxima.
Para colmo de males, el referee, quien además funge como coordinador de desarrollo arbitral de la Real Asociación Neerlandesa de Fútbol, esperó un chequeo del VAR, que también ha tachado la palabra imparcialidad de su diccionario y ratificó la sentencia previa haciendo uso de la imaginación de Christopher Nolan y Steven Spielberg, que terminó ejecutando el casi infalible Harry Kane desde los once pasos pero que enlodó el bonito espéctaculo que se venía desarrollando en la cancha con una oncena británica superior sobre el campo de juego, que bien lo pudo ganar de una mejor manera.
Cabe destacar, que la Inglaterra de Gareth Southgate, logró llegar con un buen accionar a su primera final europea, en donde enfrentará a Italia y al mismo tiempo, jugará su segundo partido definitorio en un torneo oficial, 55 años después de su gesta heroica en la copa mundial lograda en el mismo escenario londinense.
Por el lado danés, se produjo el Ragnarok (una especie de apocalipsis de la cultura nórdica desde la época vikinga) que este corajudo equipo, formado de guerreros bajo el mando de Kasper Hjulmand, logró sortear en la forma de grandes dificultades durante esta edición del certamen europeo.
Empezando por el susto vivido en la jornada inaugural en el Parker Stadion de Copenhague ante Finlandia, con un Christian Eriksen al borde de la muerte, la decisión de la UEFA de reanudar el partido tan sólo horas después y dos derrotas sufridas en sus dos primeras jornadas para posteriormente de forma milagrosa, ganar el pase a octavos, a cuartos y morir con honor en unas semifinales, donde le robaron tal vez la única oportunidad a la que se aferraban, la de la fatídica y siempre impredecible tanda de los penales.
A la postre, crucial y decididamente influyente en el marcador definitivo, 2-1, fue una decisión inexplicable que destrozó de la peor manera, a 5 millones 800 mil personas (la población de Dinamarca) además de sumar otro motivo a la lista para cuestionar la labor de Aleksander Ceferin al frente de la UEFA, máximo organismo regente del balompié europeo.
Makkelie, curazoleño de nacimiento, muy probablemente para los daneses nunca irá a Valhalla, según la mitología nórdica, un lugar de veneración de los grandes y honorables héroes caídos.
Nos veremos nuevamente para ofrecerte diversos temas de opinión sobre el deporte, querido lector.
Por: Manuel Alejandro Mora.
CNP: 17.617
Excelente artículo, ojalá que sea el primero de muchos.