Desde pequeños nos han enseñado a ser fuertes ante la dificultad a no desmayar y seguir adelante, esta fortaleza interna que nos impulsa es muy asertiva, pero también está la otra cara de la moneda, aceptar que es válido caer, cuando ya no podemos más o nos sentimos cansados. Es normal y humano sentirnos algunas veces perdidos y en algunos casos no saber qué hacer, no somos de piedra, no somos robots, somos seres humanos débiles con virtudes pero también con defectos.
En la vida tenemos momentos de subidas y sacudones emocionales, pero existe una mala creencia que sentirnos agotados es inaceptable. Reconocer la debilidad como parte del ser humano para algunos es inadmisible pues se basan en un perfeccionismo que solo provoca frustración, porque lo que no se expresa al exterior, explota en el interior, manifestándose en falta de motivación, desánimo y desinterés.
Resistirse a reconocer que somos débiles nos aparta de nuestra humanidad, por ello no somos perdedores, al contrario, aprender de las dificultades nos abre un mundo de oportunidades para aprender, tomar decisiones, hacer correctivos y mejorar en el proceso.
Caerse nos da la posibilidad de despertar y ver la realidad desde otra perspectiva, incluso cuando procuramos pensar de manera objetiva apartando la frustración podemos alcanzar muy buenos resultados.
En el camino de la vida todos pasamos por problemas que nos agitan y nos cansan, pero reconocer el hecho de que es normal sentirnos agotados y que es tiempo de descansar y tomar pausa sin remordimientos, ni pesares, nos coloca del lado de la resiliencia, para evaluar nuestros errores y transformarlos en un universo de grandes posibilidades para seguir adelante, y una vez fortalecidos obligatoriamente levantarse.
Si se toma la caída como una experiencia de la cual se aprende, los problemas se convierten en oportunidades. De ahí que, prepararse para posibles caídas no significa que nos sintamos perdedores. Muy por el contario, seremos previsores de circunstancias adversas que sabemos pueden llegar. Si aprendemos de los errores, si nos levantamos cuando hemos caído, no significa que estamos haciendo gala de que somos perdedores, sino que estamos aprendiendo a comunicarnos con nosotros mismos y con los demás.
Esta preparación mejora nuestra percepción de las cosas. Nos ayuda a protegernos, a ganar control sobre nosotros mismos y las circunstancias, y a ver los puntos débiles propios y ajenos.
Todos alguna vez hemos caído la diferencia está en la actitud que asumimos.
Abg. Nilmary Boscan Maldonado