El animador, locutor, publicista y candidato a la presidencia de la República, Renny Ottolina, falleció el 16 de marzo del año 1978, en un accidente aéreo cuando se dirigía a un evento de campaña a la isla de Margarita.
Cuando la avioneta despegó eran exactamente la 5:15 de la tarde. En Porlamar la gente se agolpaba en el Santiago Mariño con la esperanza de ver a su ídolo y en el hotel Concorde, sitio donde se celebraría el foro todo estaba a punto.
– Maiquetía, aquí 1019P, estoy a 900 pies de altura, solicito autorización para ascender a 7.500 pies en la línea de la costa, tengo plan de vuelo visual,
– Autorizado 1019P, avise posición a la altura de Los Caracas.
– Ocao, reportaré posición en Los Caracas.
Esas fueron las últimas palabras que se oyeron del piloto de la aeronave, ya no se sabría más de ella. Torre de Control no cayó en cuenta hasta que pasó más de una hora.
A las seis de la tarde tal y como pautaba su parrilla, Radio Aeropuerto 910 AM, comenzaba la emisión de «Venezuela Despierta», a esa hora no sabía el público que la cálida voz que surgía de los altavoces ya no tenía entidad física, el ídolo que por más de treinta años entró a sus hogares se había vuelto etéreo pasando a ocupar un lugar en la eternidad.
A las 6:55 de la tarde, al percatarse las autoridades de que la avioneta no había llegado a su destino en la isla de Margarita cundió la alarma. El presidente Carlos Andrés Pérez ordenó al director de Aeronáutica Civil activar la Operación Alfa 5. La incertidumbre reinó por varios días. Se peinó mar, costa y montaña; se barajaron distintas hipótesis acerca de los posibles trayectos seguidos por la aeronave y se improvisaron cadenas de oración por todo el país pidiendo por la buena suerte de los desaparecidos.
Cuatro días después de la desaparición y cuando ya los rumores volvían loco al país entero se ubicó el lugar de la tragedia. El piloto James Mahan, responsable del hallazgo contó cómo ocurrió: «Fue por pura casualidad que logramos descubrir los restos de la avioneta siniestrada; eran las tres de la tarde del lunes 20 de marzo cuando le dije al capitán Jiménez, quien estaba en un helicóptero de la Policía Metropolitana, que iba a regresar a Maiquetía para proveerme de combustible. Al girar vi unos destellos y lo comuniqué al capitán Jiménez. Bajamos un poco y fue cuando pudimos divisar con mayor claridad los restos de la avioneta».
La aeronave cayó en la Loma del Medio, entre el cerro Loma Larga y el estribo de San Julián al fondo de la quebrada de San Julián en Tanaguarena, un sitio de muy difícil acceso por lo que las labores de rescate no comenzaron sino hasta la mañana del martes 21. Ese día un equipo integrado por veinte hombres bajó en rapel desde varios helicópteros; el trabajo fue tan arduo que sólo a las 4:30 de la tarde estuvieron listos para comenzar a trasladar los cadáveres. Los restos que estaban en avanzado estado de descomposición se llevaron en bolsas plásticas hasta la sede de la Morgue en Bello Monte para la difícil labor de identificación.
Al conocerse el destino final de los cinco hombres, el país se sumió en el dolor. La sede nacional del MIN se llenó de periodistas y personas del común que querían saber en qué lugar se haría el velatorio.
El dictamen oficial señaló que se trató de un accidente causado porque el piloto, debido a la fuerte nubosidad que había en la zona, se vio obligado a asumir el vuelo instrumental en el que no tenía mayor pericia. Jaime Serra, un reconocido investigador privado de tragedias aeronáuticas contratado por familiares de Renny, presentó un informe que coincidía con el emitido por las autoridades; pero no por esto decayeron las teorías conspirativas, por todos lados se levantaba el dedo acusador en contra del Gobierno al que se creía responsable de los hechos.