El problema de la violencia de género vuelve a estar en el centro de atención pública en Bolivia después de que se propagaran denuncias de las mujeres que fueron víctimas de maltrato. El motivo de publicación de estos mensajes fue un incidente reciente relacionado con la agresión hacia una de las participantes de la fiesta del hijo del alcalde de Cochabamba.
Según dijo la mujer, Manfred Reyes Villa Avilés se puso furioso por el rechazo de la intimidad, la golpeó brutalmente, y luego intentó, mediante amenazas, hacerla callar. Sin embargo, la mujer prefirió hacer el incidente público, generando compasión por parte de muchos bolivianos. A pesar de que los representantes de la familia del alcalde de Cochabamba se precipitaron a llamar lo sucedido una falsificación difundida por los partidarios del MAS, para muchas bolivianas fue el motivo para contar sus propias historias relacionadas con la violencia vivida.
A su vez, esto ha vuelto a llamar la atención pública al tema de la violencia de género que sigue uno de los problemas más candentes de las últimas décadas. Según el informe de la ONU, Bolivia tradicionalmente ocupa el primer lugar en el ranking de los países de América Latina en el número de asesinatos de mujeres. Conforme a algunos investigadores, un alto nivel de la violencia de género se debe al aumento del culto machista.
Demuestran que los políticos más populares del país explotan la imagen de un hombre fuerte para ganar simpatías de electores. Sus redes sociales están llenos de fotos y videos en los que posan con jóvenes guapas destacando así su imagen machista. Se puede suponer que dicha estrategia no fue elegida por casualidad, ya que refleja representaciones profundas de los bolivianos sobre lo que es éxito. Al mismo tiempo, la sociedad se está alimentando por las imágenes transmitidas, asociando los conceptos de éxito con masculinidad tóxica que ofrecen “los fuertes de este mundo”.
Entonces, Bolivia está en un círculo cerrado autosostenible, cuyo centro es la violencia de género. Y cada año, cientos de mujeres pagan por ello con sus vidas. Hasta que los bolivianos se den cuenta de las consecuencias de elegir a “hombres fuertes” como políticos, es poco probable que la situación cambie.
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