Se ha escrito un nuevo capítulo en la historia académica de Venezuela. La Academia Nacional de Historia ha elegido por unanimidad al Cardenal, Arzobispo Emérito Metropolitano de Caracas Núm. XVI, como nuevo miembro de esta ilustre institución, para ocupar el sillón «P», anteriormente honrado por el recordado historiador caroreño Guillermo Morón. Este acontecimiento no solo resalta los méritos académicos e históricos de él, sino también su dedicación incansable a la iglesia y, particularmente, al pueblo venezolano.
Nacido en Caracas, este insigne caraqueño es hijo de Don Baltazar y Doña Blanca. Su sólida formación le permitió destacarse en diversas áreas: sacerdote, obispo auxiliar de Mérida, Arzobispo de la misma y posteriormente Arzobispo Metropolitano de Caracas, desempeñándose con devoción en estas labores. Además, es reconocido como profesor con mención en historia y geografía, teólogo, locutor, cronista y gran amigo, cualidades que evidencian su profundo vínculo con las comunidades que tuvo el privilegio de pastorear.
La ordenación sacerdotal marcó el inicio de un camino lleno de retos y entregas, donde la palabra y la acción se unieron para servir a los demás. Mérida, tierra entrañable y querida por él, fue el escenario de su consagración como obispo auxiliar, un hecho que consolidó su vocación como pastor cercano, dispuesto a enfrentar las fatigas, desafíos y esfuerzos inherentes a su misión. Además es un destacado lingüista, por ello, fue incorporado como miembro correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua, una filial que presta colaboración a la Real Academia Española (RAE).
El cardenal Baltazar ha sido un ferviente servidor de Dios,, puedo dar fé de ello, le conocí en Caracas estando de formando y llegué a compartir con él, es también un apasionado de la historia. Su inclusión en esta ilustre institución es una oportunidad para seguir iluminando esos caminos, no solo desde las crónicas , investigaciones y documentos, sino desde el corazón y la experiencia de quien los ha vivido y enseñado. Soy consciente que está crónica queda pequeña y es probable que he dejado por fuera muchos matices y detalles, no obstante, es un sincero agradecimiento a él que merece todo mi respeto y reconocimiento por ser un buen pastor y celoso apóstol de Jesucristo. Que Dios le siga bendiciendo y San Agustín interceda por sus intenciones.
Escrito por Fray Jehison Flores Piña, Orden de San Agustín.