Maracaibo, la ciudad del sol inclemente, tiene una tradición que a primera vista parece contradictoria: el arraigado hábito de beber café caliente. A pesar de que los termómetros superan los 40 grados, el «coladito» sigue siendo una bebida esencial, un ritual que no entiende de altas temperaturas.
Un sorbo caliente para combatir el calor
Para el marabino, tomarse un café muy caliente —un «negrito»— a mediodía o a las tres de la tarde es un acto tan natural como admirable. Contra toda lógica, algunos creen que esta práctica ayuda a regular la temperatura corporal mediante la sudoración, mientras otros simplemente lo disfrutan. Es una costumbre tan arraigada que el café se bebe a cualquier hora, sin importar lo que marque el termómetro.
La conexión del marabino con esta bebida es profunda. A pesar de las dificultades económicas, que a menudo limitan la mesa, a diario nunca falta. Desde la mañana hasta la tarde esta bebida es un pilar de la rutina local.
El protagonista del día a día
El negrito, una bebida más concentrada que el café diluido, es el de mayor venta en la ciudad. Aunque se puede encontrar en cafeterías, fuentes de soda y restaurantes, su venta más icónica es la de los vendedores ambulantes que, con su termo en mano, recorren mercados, plazas y sitios de recreación, ofreciendo un sorbo de tradición en cada rincón.
La cultura del café en Venezuela es rica y variada. Además del negrito, existen otras preparaciones muy populares, cada una con su propio nombre y ritual. Por ejemplo el guayoyo, un café muy diluido, casi como un té, servido en tazas grandes. Es considerado una muestra de cortesía cuando se reciben visitas y a menudo se disfruta con galletas.
Esta el llamado marrón que es una mezcla de café y leche, generalmente en partes iguales. «El marroncito» es su versión más pequeña, servida con la misma proporción, pero en menor cantidad y sin espuma.
Como bien lo comentó un visitante asombrado, Maracaibo es «quizás la única ciudad en el mundo donde un ‘cafecito caliente’ es un refrigerio». Esta frase resume a la perfección la esencia de una tradición que se niega a ceder ante el implacable calor.
Noticia al Día/Fotos: Will Marval-Xiomara Solano
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