La verdadera crisis en Venezuela es de tipo moral y humano. Así lo refiere monseñor Mario Moronta, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), al señalar que el país está sumergido en una emergencia humanitaria a la que el oficialismo y la oposición no han sabido dar respuestas. El también Obispo de San Cristóbal considera que la única vía para ver mejoras es con un cambio en la dirección del país, pues asegura que con totalitarismo y militarismo no hay camino hacia la paz, reseña una entrevista de La Prensa de Lara.
La Iglesia se ha manifestado por un cambio en el país, ¿Cómo puede darse con un gobierno que tiene control de las instituciones y una oposición que está fragmentada?
Los mensajes de la Iglesia han sido claros en este sentido: no se puede dar un cambio con este sistema de gobierno. Es necesario un reconocimiento de que se necesita un cambio en la dirección del país. Con totalitarismo y militarismo no se puede construir la paz ciudadana. Es necesario que se dé el cambio en el sistema de gobierno y este termine de escuchar el clamor de la gente.
¿Cree que el gobierno de Maduro sigue escondiendo la crisis al otorgar bonos como el petroaguinaldo?
No hay peor ciego que quien no quiere ver. Decir que no hay crisis es querer tapar el sol con un dedo. No es con dádivas como se va a salir de la crisis ni se va a fortalecer la dignidad del ser humano tan golpeada. Considero que los bonos y las dádivas son para tranquilizar a la gente; pero en el fondo no alcanza para nada.
¿Se aprovecha el chavismo del caos generalizado en Venezuela?
Toda la dirigencia del país se aprovecha de lo que está pasando. Son pocos los que de verdad piensan en la gente y en su dignidad.
¿Ante la emergencia humanitaria cree que la oposición ha estado a la altura de la situación?
La oposición ha hecho su trabajo. Pero no termina de mostrar dos cosas importantes: la unidad interna (y no la búsqueda de puros intereses y conveniencias) y su cercanía a la gente. Hay un serio divorcio de la oposición con el pueblo. A este no hay que buscarlo sólo para las marchas y para las elecciones.
Las protestas sociales aparentemente han disminuido a pesar del aumento de la crisis ¿por qué cree que esto ocurre?
El cansancio de la gente ante la falta de respuestas y de consecuencias ha hecho que ya no crean en ningún tipo de protesta ni de manifestaciones. Esto es válido para los opositores y los oficialistas. La gente se siente burlada y no se le dan las respuestas necesarias de ninguna parte. Incluso hay quienes se burlan de la misma gente diciendo que «estamos fregados, pero felices». Ya la gente lo que quiere es que se solucionen sus problemas y eso no se ha logrado con las marcha.
¿Llegó Venezuela al colapso ante la precariedad de la calidad de vida del pueblo?
Venezuela es un país tremendamente rico, pero inmensamente empobrecido por las malas políticas económicas. Es algo que viene de mucho más atrás. Decir que estamos en el colapso es negar que se tienen los recursos para salir de abajo. Pero, el colapso no está allí sino en el continuo empobrecimiento de la población, con las malas políticas económicas, con la hiperinflación, con la especulación de quienes suben indiscriminadamente los precios de los insumos.
¿Que opinión merece la actualización del informe presentado por Michelle Bachelet donde reitera la crisis en el país?
Que es cierto, pero que se ha quedado corto. La crisis, como ya lo dije es mucho mayor y se convierte en una «emergencia humanitaria». Lo económico y político se puede superar con estrategias, la desvalorización de la persona humana atenta contra lo principal del alma de un pueblo y es más lento recuperarla.
Bachelet reiteró llamado a diálogo ¿cree que deben reanudarse estos diálogos?
No se puede dialogar con un régimen totalitario que no ha reconocido los crímenes de lesa humanidad cometidos a lo largo de los últimos tiempos. Y menos con quienes se comprometieron a realizar unos acuerdos (como sucedió en 2016) y no los cumplieron… los diálogos no deben ser sólo entre políticos del gobierno y de la oposición, ya que lo que van a producir son pactos de élites. En los diálogos deberían estar los estudiantes, representantes populares, de los gremios, entre otros. Eso ayudaría a que el diálogo fuera menos elitista y tuviera en cuenta al gran protagonista de todo cambio: el pueblo.
¿Cuánto tiempo cree que puede aguantar el venezolano esta situación?
Esta situación favorece a los oficialistas que se atornillan en el poder y a los que buscan conseguir un respiro o alcanzar de nuevo las esferas del mando. A quien de verdad perjudica es al pueblo, pero este está sometido a las burlas, al menosprecio y se le oprime con amenazas y represión cuando quiere protestar. En el fondo en el imaginario del pueblo persiste la terrible tragedia de aquel 27 de febrero cuando los que de verdad sufrieron fueron los pobres.
¿Está desesperanzada la ciudadanía?
Ha ido perdiendo la esperanza, pero también la ilusión de salir de esta pesadilla. Eso lleva al conformismo y a una especie de rebelión interna que termina por convertirse en rabia, rencor con sus consecuencias. Hay cansancio porque se han recibido demasiadas burlas de todos los lados y, también, porque se siente que lo más importante no es la dignidad. La corrupción imperante lleva a dejar un lado los derechos humanos: hay demasiadas situaciones negativas: desde las torturas y muertes hasta el empobrecimiento… Pareciera que no hay horizontes de esperanza.
¿La Iglesia ha sido frontal ante Maduro, temen alguna represalia?
La Iglesia está con el pueblo. Lo que se haga contra el pueblo se hace contra la Iglesia. Hay un motivo muy claro: la opción es por Cristo y su justicia. No hay que tener miedo a los que pueden matar el cuerpo sino a los que puedan destruir el alma, nos dice Jesús.
La Prensa de Lara