El 27 de febrero de 1989 se inició en las afueras de Caracas una oleada de protestas que después se extendió por toda Venezuela y generaron grandes disturbios. Pasó a la posteridad con el nombre del Caracazo. La fuerte represión del ejército y la policía dejó, según el balance oficial, centenares de muertos.
Además, un profundo malestar en el que muchos vieron una de las razones de la aparición en la escena política del comandante Hugo Chávez, que en 1992 lideraría una intentona militar por hacerse con el poder y, finalmente, en 1998, resultó elegido presidente.
«Este es un país joven y muchos no vivieron aquel episodio, pero quienes lo hicieron tienden a atribuir al descontento popular y a la actuación de las fuerzas del orden en el control del Caracazo la ola que acabaría llevando al poder a un militar desconocido hasta entonces», dice Guillermo Olmo, corresponsal de BBC Mundo en Caracas.
Del boom económico a la crisis profunda
El historiador venezolano Agustín Blanco Muñoz le dijo a BBC Mundo que «no se puede entender la Venezuela en la que triunfó Chávez sin entender el proceso que llevó al Caracazo».
Venezuela había vivido en la década de los 60 y 70 una época dorada con una situación económica que era la envidia de gran parte de los países de la región. Muchos de ellos estaban por aquel entonces sumidos en conflictos y proliferaban las guerrillas internas.
Además, empezaban a entrar en una espiral de deuda externa de la que tardarían en recuperarse. Venezuela, por el contrario, prosperaba gracias al boom económico impulsado por la industria petrolera y atraía a inmigrantes de muchos lugares de Latinoamérica.
«A aquella época dorada se la conoció como la de la Venezuela saudita, por el parecido de la situación venezolana con la de Arabia Saudita, país lejano pero también rico y productor de petróleo», señala Olmo.
Pero aquella bonanza se terminó
En la década de los 80 la enorme deuda externa, la crisis cambiaria, la inflación, la corrupción, la fuga de capitales, el abuso de poder y, sobre todo, la caída del precio del crudo sumieron al país en una enorme crisis.
El historiador de la Universidad Católica Andrés Bello Tomás Straka aseguró a BBC Mundo que los gobiernos de Jaime Lusinchi y su antecesor, Luis Herrera, no supieron darle respuesta.
Carlos Andrés Pérez, quien ya había dirigido el país durante los años de auge económico (de 1974 a 1979), asumió en febrero de 1989 un nuevo mandato como presidente.
Muchos vieron en él la esperanza para salir de unos problemas que había pasado ya de lo económico a lo social y que había llevado a que comenzara a escasear los alimentos.
«La gente pensaba que él podía mágicamente volver a los años 70», recuerda el historiador Straka. Pero con la presidencia de Pérez no vino un milagro, sino lo que se conoce como «el gran viraje».
El estallido inevitable
El recién elegido presidente anunció una serie de medidas económicas que acabarían siendo conocidas como el paquetazo.
Se trató de un plan acordado con el Fondo Monetario Internacional que exigía grandes ajustes macroeconómicos.
El paquetazo buscaba hacer de Venezuela, sustentada mayoritariamente por el Estado y los petrodólares, una economía de libre mercado en la que hubo recorte de gastos y aumentos de las tarifas de los servicios públicos.
Blanco Muñoz afirma que «Pérez había prometido en su primer gobierno una cruzada contra la pobreza, porque los anteriores no habían acabado con ella. Pero no hubo mejoras sustanciales ni en la educación, la economía ni en la política y eso llevó a una situación insufrible que adquiere en el Caracazo su máxima expresión».
El descontento estalló en Caracas «y después se extendió a otras zonas del país como piezas de dominó», recuerda Straka.
Todo se inició en Guatire, una ciudad satélite de la capital venezolana, cuando la población local empezó a protestar por el aumento del precio del pasaje en el transporte público. Apenas el día anterior se había incrementado el costo de la gasolina.
Se quemaron autobuses, se cortaron calles, se formaron barricadas y después comenzó el saqueo a comercios. La ola de violencia se extendió de Guatire a casi todo el país.
La gente se sumó en masa a la protesta harta por la situación económica y los ajustes de Carlos Andrés Pérez.
Todo eso, aderezado con escándalos de corrupciónque involucraban a las más altas esferas del poder, con asesinatos de estudiantes y con una política gubernamental que no dudaba en reprimir las protestas.
El Caracazo fue un precedente de mano dura gubernamental. El ejército acabó tomando el control de la situación ante la incapacidad de la policía de restablecer el orden. Y lo hizo derramando sangre.
La represión
Las protestas dejaron 276 muertes, según la cifra oficial reconocida por el fiscal general. Pero las ONG denuncian que nunca se ha hecho una investigación exhaustiva de lo ocurrido, primero en Caracas y después en el resto del país, el 27 de febrero de 1989.
Las víctimas mortales, según algunas asociaciones civiles, pueden llegar a los tres millares.
Para la ONG Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) fue una auténtica «masacre», señaló en un duro informe que hizo sobre el balance de víctimas y fallecidos durante las protestas.
«Una de las más graves violaciones de derechos humanos de la Venezuela contemporánea», se lee en el documento.
Esta organización no solo denunció que nunca se pudiera contabilizar el número real de muertos en las protestas, sino también la brutalidad policial: uso de artillería pesada, la suspensión de garantías, personas desaparecidas, torturas, tribunales militares y fosas comunes.
¿No se aplica?
El propio gobierno del actual presidente Nicolás Maduro, sucesor de Chávez, ha presumido en reiteradas ocasiones de que en Venezuela ya no se aplica la represión que se vio en el Caracazo del 89.
«Eso ya es historia», ha llegado a decir el presidente en reiteradas ocasiones. «Nunca más un 27 de febrero, por eso surgió un Chávez, porque a la patria la despedazaron, la saquearon y el pueblo estaba huérfano y perseguido».
Sin embargo, algunos aprecian semejanzas entre la dureza con la que fueron reprimidas las protestas de hace 30 años con la actuación de la Guardia Nacional, la policía y los grupos paramilitares progubernamentales conocidos como «colectivos» en las movilizaciones de la oposición en 2014, 2017 y también ahora con el desafío planteado por Juan Guaidó, que se proclamó el 23 de enero «presidente encargado» y desafió a Maduro.
Chávez y la capitalización del descontento
Una pregunta que se hacen muchos en la actualidad es hasta qué punto ese descontento que provocó el Caracazo jugó un papel en la llegada de Chávez al poder.
El 4 de febrero de 1992, el entonces teniente coronel lideró un intento de golpe de Estado que fracasó.
Aunque terminó con Chávez dirigiendo, a través de los medios de comunicación, un mensaje a sus compañeros golpistas en el que llamó a que depusieran las armas para «evitar más derramamiento de sangre».
De ese mensaje, llamó la atención que, con su boina roja de paracaidista, Chávez asume toda la responsabilidad del movimiento, algo a lo que no estaban acostumbrados los venezolanos.
Blanco Muñoz recuerda «que en los años anteriores todos los gobiernos culpaban de su fracaso a los anteriores». Chávez dijo que sus objetivos no se habían cumplido «por ahora».
«Aquella frase impactó al público y ayudó a construir el mito del militar del pueblo que luego explotaría políticamente hasta su muerte», afirma el corresponsal de BBC Mundo en el país, Guillermo Olmo.
Tras ser indultado, Chávez salió de la cárcel hablando de formar un gran frente nacional para transformar el país. Ganó las elecciones en 1998.
¿Fue fruto del Caracazo?
Para Straka, sí que pudo ayudar a Chávez en su llegada al poder, pero también contribuyeron el desgaste, el descrédito del gobierno, el descontento de la población por la situación de pobreza, el apoyo del ejército y el hecho de que Chávez era una figura carismática.
Paralelismo y diferencias
Observadores como Blanco Muñoz ven paralelismos entre la Venezuela del Caracazo y la situación actual, cuando el colapso de la economía y la represión de las multitudinarias movilizaciones de sus detractores ponen en cuestión la continuidad en el poder del presidente Maduro, tildado por otros países de «dictador».
«El desastre de entonces se ha multiplicado, y no podemos olvidar que hoy la policía está matando y torturando», denuncia.
«La sociedad está muy indignada por el empobrecimiento. Incluso las cifras (de nivel de pobreza) son muy parecidas».
Y también, al igual que ocurrió con Chávez, apareció una figura que hasta entonces era desconocida y que llegó a gozar de altos niveles de popularidad, la de Juan Guaidó. Pero, ésta se apagó más rápido de lo esperado. El discurso engañoso y el impulso de unas medidas aplicadas desde el exterior contra Venezuela, no hicieron sino empeorar al país socioeconómicamente, mientras las cúpulas de oposición comenzaban a marcharse del país y otros siguieron adelante con estrategias fallidas que terminó generando repulsión en la gente, desconfianza, desesperanza y rechazo.
Aunque también hay diferencias
«Esta vez el gobierno sí ha sabido manejar mejor el control de la protesta, por la mala», dice Straka.
El historiador cree que esto se debe en parte al control que el gobierno de Maduro tiene sobre los medios de comunicación, «que no muestran lo que ocurre y no permite el efecto contagio a otras zonas del país, haciendo creer a la gente que en Venezuela no pasa nada».
Y ve otra diferencia: el control que tiene Maduro sobre el ejército, aunque lo cree relativo, y el de la sociedad, «especialmente de los sectores populares, forjado a través del reparto de alimentos por parte de una red muy bien estructurada del partido del gobierno que conoce hasta los nombres de la gente».
¿Hay condiciones para otro Caracazo?
Las hubo, pero la gente se agotó. La politólogo Carmen Maurera afirma: «El gobierno ha tenido la capacidad de construir en la gente unos escenarios basados en un discurso de odio que comenzó Hugo Chávez y que han perpetuado los actuales gobernantes. Chávez sembró en los pobres un odio visceral e irracional hacia la gente de clase media y alta; Tal odio comenzó a ser recíproco y se terminó de abrir esa brecha entre las sociedades del país.
Maurera recuerda que, «en 2001, cuando el paro petrolero, hubo un escenario muy cercano al Caracazo, pero, aquello fue rápidamente controlado por la estructura de poder pese a que estaban en la cuerda floja por una desacertada política de cazería de brujas que la oposición en su ratito en el poder ejerció y se les volteó la gente animada por la Fuerza Armada».
«Luego -continúa- en las protestas del 2014 y 2017 también hubo otro escenario que pudo desatar otro Caracazo y pero aún, porque fueron los años de los grandes apagones y de todo el desastre económico, las colas, la escasez de alimentos, de gasolina, el empobrecimiento vertiginoso de la clase media, las expropiaciones, la migración, sin embargo, ya el gobierno tenía controlado el escenario a través de una política militarista muy bien ejecutada.
La oposición se desgasto, ellos defecaron y se comieron sus propios excrementos, ilusionaron a la gente y luego algunos corrieron y otros andan por allí acuchillándose entre ellos mismos, eso creó en la gente una desesperanza y un cansancio muy grande, porque mucha gente, sobre todo muchachos jóvenes murieron en esas protestas y lo hicieron en vano».
¿Y la revolución ha cambiado en algo al país?
Es un tema que tiene mucha tela que cortar, afirma la politólogo: «Si lo medimos en términos de nacionalismo, organización social y popular, por supuesto. La revolución fue la capitalización de ese descontento y el resultado, pero, hay que medirlo en términos de la calidad de vida del venezolano observado desde su capacidad adquisitiva, sus oportunidades de progreso y lo que ofrece el país, sus ciudades, sus pueblos, sus instituciones, ahí la percepción es otra, porque, algunas ciudades más que otras han tocado fondo»
«Maracaibo, por ejemplo -refiere Maurera- ha sido la ciudad más afectada en todos los sentidos, los pueblos del llano, de oriente, las mismas ciudades andinas muestran un deterioro estructural evidente. El deterioro en los servicios públicos es inocultable y a gran escala y ahí hay que meter a los sectores de la vida social: La salud, la educación, todo empeoró y eso es visible, pero hablarlo así es muy superficial, estos temas hay que contextualizarlos y discutirlos desde el punto de vista histórico y estratégico».
«La revolución ha entregado casas -agrega- ha creado las misiones y otros programas sociales que buscan ¿atender o comprar consciencias? habría que analizarlo, pero, de cierto modo, hay algunas cosas que la revolución muestra, pero, en líneas generales las condiciones socioeconómicas de la Venezuela de hoy comparada a la de la época del Caracazo son bastante peores. Cualquier profesional, en la época del Caracazo, podía ahorrar y comprarse un apartamento, un carro; había créditos, hoy eso no existe, hoy no puedes comprarte ni un par de zapatos buenos que no signifique para un profesional un verdadero sacrificio, entonces, todo es cuestión de ponderar y poner en la balanza».
Maurera concluye que «en este instante no existen condiciones ni escenarios para algo como el Caracazo. El Caracazo es algo que no puede volverse a repetir, es algo que nadie quiere, la gente no quiere más destrucción. Los que nos hemos quedado en Venezuela, por las razones que sean, no queremos sino ver a Venezuela reverdecer, sea quien sea el que lidere las políticas. Ya la polarización está diluída en desesperanza, no hay, en términos reales polarización. Un 80% de la población no cree en la política ni en los políticos de un lado y del otro, sin embargo, la gente debe entender que el sistema democrático se fundamenta en las cuestiones políticas y solo la política es la manera de poder resolver nuestros conflictos socio-económicos, por lo tanto, la gente debe seguir creyendo en nuevas formas de hacer política y en los liderazgos que vayan emergiendo. La gente desea votar, porque no quiere repetir Caracazos ni guarimbazos, quiere paz y sobre todo quiere estabilidad y oportunidades de progresar».
NAM/Con información de BBC News
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eres politico o periodista, cuando carajo en epoca del caracazo podias comprar casa o carro ? porque hasta los electrodomesticos habia que fiarlosy hacer sacrificios y dejar de comer para pagarlos y las cuotas balon de los apartamentos empezabas con cien mil y terminabas en 2 millones nunk terminabas de pagar pedias un credito al banco para un carro de 50 mil y terminabas pagado un millon de seguro eres joven y no viviste esa epoca pero podrias investigar antes de sacar conclusiones tan sesgadas y adsurdas