Haciendo uso de sus plenas facultades soberanas, el Estado venezolano, tras confirmarse la revocatoria por parte de la OFAC de la licencia que permite a Chevron y sus filiales operar en Venezuela, Caracas apunta a expandir sus acuerdos energéticos con países aliados como China y Turquía que minimizaría el impacto de la retirada de la trasnacional norteamericana.
El presidente Nicolás Maduro, ha anunciado la puesta en práctica el Plan de Independencia Productiva Absoluta, presumiblemente orientado a paliar la ausencia de ingresos que tiene planteado el tesoro nacional con la actual circunstancia, publica El País de España.
La producción nacional de crudo, en este momento se ubica en torno a los 950.000 barriles diarios, tendrá una merma que, desde el día 1, será inevitable: algunas fuentes calculan que la nación dejará de percibir unos 150.000 barriles diarios. Chevron está involucrada en la administración de cuatro empresas mixtas en asociación con la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para operar campos locales, todas las cuales habían triplicado su producción en el tiempo reciente.
Incertidumbre
Queda en el aire el interrogante sobre si el anuncio del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tendrá consecuencias sobre las operaciones de otras empresas no estadounidenses en el país, presentes en el país bajo la figura del “confort letter” o licencias especiales en proyectos petroleros y gasíferos, como Repsol, Eni y Maurel and Prom. Las tres compañías han ofrecido reiteradas muestras de querer continuar en Venezuela.
La baja en los ingresos con la marcha de Chevron tendrá sus consecuencia en una economía muy debilitada por diversos factores internos y externos y los duros efectos de las sanciones internacionales: expertos consultados prevén para Venezuela, ante esta nueva realidad, un 2025 con un crecimiento económico marginal, y una nueva escalada en el tipo de cambio y los precios, que podría colocar, de nuevo, la tasa de inflación por encima del 100% anual.
Una dependencia difícil de superar
Venezuela depende como nunca antes de los vaivenes de la producción petrolera, con un aparato productivo lesionado por la conflictividad política, y los controles sobre los productores. Con una emigración masiva de 7.000.000 de ciudadanos y un mercado contraído al mínimo, la industria venezolana opera en este momento con el 30% de su capacidad instalada, aún a pesar de la recuperación de los últimos tres años.
Algunas empresas de la India, como Reliance, tienen tiempo buscando opciones para hacer negocios con Caracas. La vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, ha hecho varios viajes a este país en el tiempo reciente, así como a Turquía, buscando concretar acuerdos.
En medio de la noticia, se han colado algunos rumores del presunto interés que pueda tener China Petroleum en asumir las operaciones de Chevron. “La historia sugiere que, con el tiempo, los países sancionados aprenden a vivir con las sanciones”, afirma el economista y profesor de la Universidad de Denver, Francisco Rodríguez con independencia de los efectos inmediatos.
“Irán es citado con frecuencia como un ejemplo. Lo mismo puede estar ocurriendo con Venezuela en el mediano plazo. En el nuevo contexto político, China puede que no tenga problemas en hacer negocios con Venezuela, y Rusia tampoco. A mí no me sorprendería para nada que Rosneft decida regresar a Venezuela”.
NAM/Vía El País
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