La famosísima Barbie y su competidora Tressy fueron las grandes estrellas este viernes de un salón de muñecas en Pau, sur de Francia, donde se celebró la subasta más importante en Europa de este tipo de juguetes.
Hasta 500 muñecas fueron subastadas en el salón, donde se expuso la colección de Sylvette Lhoste, una vecina de la localidad cercana de Orthez que desde 1980 conservó todos estos juguetes.
Su colección incluye modelos realizados entre los años 1960 hasta 1990, de fabricación estadounidense como la Barbie o la Tressy, pero también la francesa Cathie.
«Esta colección desprende el placer» de coleccionar, afirmó Patrice Carrère, comisario de la subasta, quien consideró que Lhoste empezó a conservar las muñecas «demasiado pronto» como para haberlo hecho con una intención «especulativa«.
Los visitantes del salón, que abrió sus puertas por la mañana, pudieron ver los 320 lotes que se subastaron durante la tarde.
Además de muñecas de cabello rubio, moreno o pelirrojo, se expusieron accesorios como zapatitos y algunos muñecos de hombres.
Uno de los juguetes más valorados fue una Barbie de 1960, que nunca llegó a comercializarse en Francia y que se subastó por 300 euros (cantidad similar en dólares), la cifra más alta pagada en la subasta.
«En esa época, para conseguir una muñeca como esa (en Francia), hacía falta comprarla en Estados Unidos o que alguien la trajera desde allí«, explicó Marc Charbonnier, un experto en muñecas.
Cultura pop
«Nos gustaría poder comprarlas todas«, aseguraron sonrientes Laurence y Patrick, que viajaron desde el noroeste de Francia para participar en la subasta.
La Barbie no solo es uno de los juguetes más conocidos mundialmente, sino también un reflejo de los cambios de moda y de los estereotipos del cuerpo femenino.
Con su comercialización en numerosos países, sustituyó a las tradicionales muñecas de porcelana.
Según Charbonnier, la colección de Lhoste refleja «la fascinación del ser humano por su reproducción en miniatura«.
«Mi padre me ofreció mi primera Barbie, que era morena para diferenciarse de las otras, cuando tenía 5 años en 1969. Desde entonces, no paré de coleccionarlas hasta hace cinco años«, explicó Marie, quien asistió al salón y se plantea subastar su propia colección.
Los organizadores esperaban conseguir unos 20.000 euros (unos 21.000 dólares) a través de la subasta en Pau, en la que la mayor parte de postores participó por internet.
«Se trata de una singularidad absoluta, una venta de este tipo es muy poco habitual«, destacó Carrère, quien considera que representa el desembarco de las subastas «en el mercado de la cultura pop«.
NAM – AFP
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