Mario Lubetkin informó que el nuevo gobierno de Yamandú Orsi no reconoce el proceso electoral del 28 de julio, por lo que no reconoce ni a Maduro pero tampoco al líder opositor Edmundo González. El canciller reconoció que Uruguay enfrenta un desafío en sus relaciones con Venezuela, ya que las embajadas de ambos países están prácticamente cerradas. “No significa restablecer relaciones diplomáticas, pero sí encontrar fórmulas para proteger a nuestros ciudadanos”, explicó
A diferencia de la administración de Luis Lacalle Pou, que calificaba sin titubeos al gobierno de Nicolás Maduro como una “dictadura”, el nuevo gobierno del Frente Amplio en Uruguay mantiene una posición más matizada sobre Venezuela, aunque el nuevo canciller, Mario Lubetkin, ratificó que no lo reconocen como presidente.
El diplomático confirmó, en una entrevista con El Mundo, que el país no reconoce el proceso electoral del 28 de julio, lo que implica que no reconoce ni a Maduro pero tampoco al líder opositor Edmundo González Urrutia, quien se proclamó ganador de los comicios con base en actas publicadas en internet.
Esta postura contrasta con la del gobierno anterior, que sí reconocía a González Urrutia como presidente electo.
Lubetkin reconoció que Uruguay enfrenta un desafío en sus relaciones con Venezuela, ya que las embajadas de ambos países están prácticamente cerradas y no hay un marco diplomático para atender a los uruguayos en territorio venezolano.
“No significa restablecer relaciones diplomáticas, pero sí encontrar fórmulas para proteger a nuestros ciudadanos”, explicó.
Sobre la situación política en Venezuela, el canciller reafirmó lo dicho por el presidente Yamandú Orsi en campaña.
“No podemos reconocer una realidad democrática cuando el proceso electoral no estuvo a la altura de las garantías de un Estado democrático”.
En cuanto a Cuba, Lubetkin reconoció que su sistema político no es el modelo de democracia que Uruguay defiende, pero aseguró que el gobierno mantendrá relaciones diplomáticas con la isla.
La nueva postura de Uruguay busca un equilibrio entre la no legitimación del gobierno de Maduro y la necesidad de restablecer mecanismos de diálogo y atención consular, en contraste con la línea más frontal de la administración de Lacalle Pou.
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