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jueves, 28 de noviembre del 2024
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Mendoza, la ciudad argentina que se convirtió en las Cúcuta y Maicao de los chilenos

Cinco mil personas viajan por día. Salen buses desde terminales de Santiago. Aceite, café, harina, arroz, leche y pañales son hasta tres veces más baratos. Es un fenómeno similar al que se registró en los ‘80 con las localidades fronterizas colombianas

¡Es una locura! Desde la Región Metropolitana de Santiago salen buses para realizar tours de compras que atraviesan la cordillera de los Andes en un viaje de casi siete horas. El pasaje para llegar a comprar y volver el mismo día o al siguiente, cuesta entre 40 mil y 45 mil pesos chilenos, equivalentes a poco más de 50 dólares estadounidenses.

Hay agencias que cobran traslado de un día para otro, con desayuno incluido solo para cargar la maleta con alimentos, artículos de limpieza o higiene personal. “Te sientes millonaria”, expresó en un video de TikTok que se hizo viral a principios de mayo, Camila Figueroa, quien no solo hizo compras de víveres sino que paseó por la localidad.

La clave está en la devaluación del peso argentino no sólo frente al dólar sino también frente al propio peso chileno. “Los llevamos a comer rico y descansar después del estrés de estar varias horas en un supermercado”, contó un chofer chileno al Canal 9 de Mendoza. El fenómeno se registra desde Semana Santa y se disparó en las últimas semanas.

Con Cúcuta en la memoria

Roberto Pérez, tachirense, viajó con su esposa y su bebé a Argentina y no tenía previsto comprar, pero de regreso, como tenía dinero aprovechó: “Con 200 mil pesos traje comida como para dos meses”, sostiene el constructor de 47 años, quien pone como ejemplo un bulto de arroz cuyo costo, en sus palabras “estaba tres veces más barato que en Santiago”.

El constructor recordó, en algún momento a sus padres viajando desde San Cristóbal hasta Cúcuta, Colombia, en los años 80. “Yo estaba niño y alguna vez hasta me llevaron. No olvido el Dodge verde con el que mi papá trabajaba en el tráfico regresando a casa con el techo lleno de embalajes con productos”.

El diario Clarín realizó una comparación de algunos precios. Una pasta de dientes valorada en 2.700 pesos en Chile en Mendoza cuesta $1.400; el aceite de girasol que en Chile cuesta $2.890, en Mendoza sale en $1.400; y el arroz, citado por Pérez, que en Chile se consigue en $1.500 mientras que en Mendoza se ubica en $550.

El límite que tienen los extranjeros es el que le coloca la Aduana que son hasta 300 dólares por persona mayor de 18 años. Aún así el flujo de compradores complica a Rubén David, dueño de mayorista Oscar David, el supermercado más visitado por los viajeros.

“Esto se duplicó y casi triplicó algunos días. Tuvimos que poner horarios diferenciados para poder abastecer el negocio. En la mañana entran todos los extranjeros, después, al mediodía, volvemos a reponer todo y en la tarde tenemos solamente público de Mendoza”, contó en entrevista con el diario La Tercera.

David cuenta que la avalancha de chilenos hizo que sus clientes de toda la vida reclamaran porque no podían llevar la cantidad de productos que necesitaban, ni transitar por los pasillos. Ahora, con una polémica segmentación horaria. Ya la escasez de algunos productos comienza a hacerse sentir.

A tres horas de Maracaibo

Otro testimonio es el de Alejandro Quintero, quien como Roberto Pérez viajó a Argentina por tierra con su familia y de regreso sufrió hasta 7 horas en el auto por las aglomeraciones para pasar de un país a otro. “Veía los autos cargados de productos y me dije: ‘Esto es Maicao”, detalla el ingeniero zuliano.

Alejandro fue de niño con su papá a comprar y recuerda carpas amontonadas en la otrora pujante ciudad comercial de la guajira colombiana, ubicada aproximadamente a 3 horas de la capital zuliana. “Es muy barato comer en la calle en Argentina. Recuerdo que compré alfajores en unos mil pesos y aquí cuestan hasta 3000 pesos”.

En un reportaje para Semana, Sinar Alvarado, periodista, retrata la actividad comercial de Maicao, en los ’80. “A las siete de la mañana los venezolanos estacionaban frente a los almacenes, listos para comprar grandes cantidades de ropa, electrodomésticos, zapatos, perfumes y whisky. Si un comerciante local no había vendido 10000 bolívares (23000 dólares de la época) antes de mediodía, consideraba que las cosas andaban mal. A las 2:00 de la tarde cerraban los negocios: a esa hora todos habían hecho suficiente dinero”, se lee.

Alejandro, sin embargo, se refiere a algo que le preocupa. “Vi cuando estaba bien, pero después, por un tiempo, fue el revés. Creo que las economías de ambos países no pasan por un buen momento. Yo no quise comprar porque pensé en el impacto que generará en los habitantes de Mendoza lo que está pasando. Eso yo ya lo sufrí”, sentencia.

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