Nicole Kidman es tan buena actriz que no hay un estilo que se le resista. Pero sí que hay algunos más cansados que otros para ella. Recientemente ha hablado sobre el rodaje de Babygirl, una película erótica cuyo estreno se espera para 2025. Según ha señalado en una entrevista, tuvo que detener el rodaje varias veces por exceso de excitación. Lo que ella misma calificó como un burnout sexual. La verdad es que, leído desde fuera, no parece molesto. ¿Hay un momento en que el sexo es excesivo? ¿Se pueden tener demasiados orgasmos? ¿Cómo puede algo tan placentero llegar a ser agobiante?
Lo cierto es que la respuesta depende mucho de cada persona. No hay una cifra de orgasmos a partir de la cual comienzan a considerarse demasiados. Tampoco hay un nivel de excitación extremo. Sin embargo, sí que se pueden comprender las sensaciones a las que hace referencia Nicole Kidman.
Muchas mujeres tienen la capacidad de experimentar varios orgasmos seguidos. Al contrario que los hombres cis, no necesitan ese periodo refractario de recuperación. Pero sí que hay un punto en el que el propio orgasmo puede ser molesto. No quiere decir que se hayan tenido demasiados orgasmos, sino que, por algún motivo, ya no son tan agradables.
A veces viene bien un descanso
Cuando llegamos al orgasmo, se libera un gran cóctel hormonal. Algunas de las hormonas que lo componen son las endorfinas, asociadas al sentimiento de euforia, la oxitocina, responsable del apego con otras personas, y la dopamina, muy relacionada con la sensación de placer. Todo es maravilloso. Es lógico que queramos más, pero no siempre es posible. Suele decirse que las personas con pene necesitan reponerse después del orgasmo, aunque en realidad es la eyaculación la que da comienzo al período refractario. En la mayoría de casos esta va de la mano del orgasmo, aunque hay personas capaces de separar ambos fenómenos.
Todo esto, en realidad, tiene explicaciones evolutivas. Si bien la inmensa mayoría de los humanos no tenemos sexo con fines reproductivos (al menos no siempre), la reproducción es el objetivo principal del sexo como especie. Pasa igual con otros animales. Por eso, dado que los machos deben tener suficiente esperma durante la cópula, no es bueno que lo hagan dos veces seguidas. Pensamos que en el pasado no éramos monógamos. Esto hace que, tras la eyaculación, se liberen hormonas como la serotonina, que impide que se produzca una nueva erección, y la prolactina, que causa una gran sensación de somnolencia.
En las personas con vagina también se generan hormonas, como la oxitocina, que causan sensación de relajación. Pero eso no les impide tener un nuevo orgasmo si se vuelven a estimular. Y ya no hablamos solo de orgasmo, sino de exitación. Pueden estar excitadas más tiempo. Eso, posiblemente es lo que le pasó a Nicole Kidman durante el rodaje de la película, ya que lo suyo era excitación durante la actuación, no sexo como tal. ¿Pero se pueden tener demasiado orgasmos?
No hay demasiados orgasmos, pero puede haber molestias
Como ya hemos visto, no hay una cifra a partir de la cual son demasiados. Pero, dependiendo de la persona, puede haber una situación en la que llegan a ser molestos. Por ejemplo, si ha habido mucha penetración, el roce continuo puede producir molestias físicas. Pero, además, cuando se liberan más y más hormonas, también puede haber molestias psicológicas. Por ejemplo, un exceso de dopamina puede llegar a causar ansiedad. Esto no ocurre siempre. Hay personas a las que quizás no les pase nunca. Por eso, simplemente debemos escuchar a nuestro cuerpo y decidir cuándo llega el momento de parar. El problema viene cuando son las exigencias del guion las que no nos dejan hacerlo.
Casos más graves que el de Nicole Kidman
Lo que le ocurrió a Nicole Kidman se soluciona simplemente descansando. En su caso, parando el rodaje. Sin embargo, hay personas que no pueden hacer eso. Hay veces que sí se producen demasiados orgasmos, básicamente porque no se pueden controlar.
Es lo que le pasa a las personas con trastorno de excitación genital persistente. Se trata de una afección que produce una excitación genital excesiva y no deseada. Va asociada a un exceso de riego sanguíneo en los órganos genitales y también a un aumento de las secreciones vaginales.
Las personas que padecen este trastorno lo pasan realmente mal. La sensación, según declaró una paciente en un reportaje de The Guardian, es la de “estar al borde de un orgasmo las 24 horas del día, hasta el punto en que no puedes dormir, no puedes funcionar, ni siquiera puedes pensar con claridad”.
No hay un tratamiento definitivo. Provocar el orgasmo completo, ya sea en compañía o mediante autoestimulación, puede causar un alivio momentáneo, pero las molestias no tardan en volver. También se ha visto que los ejercicios de suelo pélvico y la terapia psicológica pueden ayudar, pero tampoco suponen una cura definitiva. Los tratamientos para la ansiedad o los antidepresivos que inhiben la recaptación de serotonina también han mostrado algunos efectos positivos. Pero nada acaba con los síntomas de forma definitiva.
Por suerte, en la mayoría de casos, el trastorno acaba desapareciendo por sí solo. Pero se mantiene el tiempo suficiente para demostrar que solo hay demasiados orgasmos cuando no son buscados. El problema de tener sexo por exisgencias del guion, como en el caso de Nicole Kidman, o por exigencias de la pareja, como le ocurre a tantísimas mujeres en el mundo, es que los orgasmos a veces no son deseados. Es ahí cuando empiezan las molestias.
Con información de Hipertextual
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