El inmueble, de más de un siglo de antigüedad, fue residencia del ícono del rock Gustavo Cerati a comienzos del año 2000, y posteriormente de artistas como Hilda Lizarazu y Marina Olmi.
La vivienda ubicada en Avenida Congreso al 3700 (Coghlan, Buenos Aires) se convirtió en escena de un descubrimiento escalofriante tras el derrumbe de un muro durante trabajos de demolición. Según la investigación del periodista Julián Padilla, los huesos humanos hallados pertenecen a «restos humanos enterrados en su patio».
El suceso motivó la intervención inmediata de la Policía de la Ciudad y la fiscalía de Martín López Perrando.
La última propietaria, Marina Olmi (hermana del actor Boy Olmi), reveló en diálogo con Padilla detalles sobre la propiedad: «la compré junto a mi ex marido, al hijo de una señora alemana hace 30 años.
Es una casa bien hecha, pero ya estaba viejísima». Añadió que pese a su luminosidad, el espacio donde construyó una pileta ocultaba un pasado inquietante: «Había una especie de situación oscura. Una casilla de madera y cosas raras (de los anteriores dueños)». Cerati residió allí antes de trasladarse a España (2001-2003), período en que Olmi alquiló la casa.
Proceso legal y futuro del inmueble
La demolición —planeada tras la venta del inmueble para construir un edificio— quedó suspendida. Según fuentes judiciales, los estudios antropológicos determinarán si los restos corresponden a prácticas funerarias antiguas o requieren una pesquisa por desaparición forzada.
Olmi, quien ya no es propietaria, destacó la solidez de la construcción: «la había hecho el padre de la señora que me la vendió. Hace por lo menos 100 años», pero el descubrimiento ha puesto en pausa cualquier proyecto urbanístico.
El caso fusiona cultura pop y misterio histórico: mientras fanáticos de Cerati vinculan el hallazgo con letras del músico que aludían a «secretos enterrados», historiadores locales reclaman preservar el sitio como patrimonio arqueológico.
La fiscalía mantiene el perímetro acordonado, y el barrio aguarda respuestas sobre qué más podría esconder el subsuelo de una casa que, en palabras de Olmi, siempre tuvo «un lado oscuro».
Ronda
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