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jueves, 08 de mayo del 2025
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Esta mujer se ha hecho mas de 100 cirugías plásticas y quiere continuar hasta lograr ser “perfecta”

Abby Wu comenzó a operarse a los 14 años. Hoy, con más de 100 procedimientos, se ha convertido en símbolo de una obsesión estética alimentada por redes sociales, clínicas sin licencia y aplicaciones que dictan cómo deben ser los rostros.

Abby Wu tenía 14 años cuando entró por primera vez a un quirófano para someterse a una de sus primeras cirugías plásticas. A los pocos minutos, aún despierta bajo anestesia parcial, observó cómo extraían grasa de su cuerpo mientras sangraba. No fue su decisión. Su madre la acompañó a la clínica tras escuchar a la profesora de teatro decirle que, por su aumento de peso, ya no servía como protagonista.

“Sé valiente y entra. Te pondrás guapa cuando salgas”, le dijo su madre. Abby no lo olvida. Desde entonces, nunca dejó de operarse.

Hoy, a sus 35 años, Abby es copropietaria de una clínica estética en Pekín. Ha pasado por más de 100 procedimientos: reducción de mandíbula, liposucciones, rellenos, injertos, lifting, inyecciones. Su cuerpo y su rostro se han transformado tantas veces, que incluso los algoritmos de las aplicaciones de cirugía estética como SoYoung todavía le sugieren “mejoras”.

El espejo que nunca está satisfecho

Abby utiliza regularmente apps que escanean el rostro y ofrecen un listado quirúrgico para “corregir imperfecciones”. A pesar de su historial médico, las recomendaciones siguen: que mejore la barbilla, que repita su rinoplastia, que estire aún más los párpados.

Ella lo toma con humor. Pero en el fondo, su rostro ya no tiene elasticidad suficiente para nuevos procedimientos. “No puedes darles tela suficiente para un chaleco y esperar un vestido de novia”, bromea.

Aun así, insiste: “Nunca voy a detener mi camino para ser más bella”.

Redes sociales, filtros y cirugías plásticas

El auge de las cirugías plásticas en China no es un fenómeno aislado. En un país donde la imagen lo es todo, sobre todo para las mujeres, el acceso a procedimientos estéticos se ha masificado. Hoy, más de 20 millones de personas se someten a cirugías al año. El 80% son mujeres. La edad promedio: 25 años.

Las redes sociales han acelerado esta tendencia. Filtros, anillos de luz y rostros estilizados han creado un ideal de belleza hiperfemenino, aniñado y artificial. Cirugías inspiradas en personajes de anime o celebridades del K-pop ya no sorprenden.

Hoy se inyecta bótox detrás de las orejas para empujarlas hacia delante y afinar el rostro. Se acorta el labio superior para dar apariencia juvenil. Se ensanchan los ojos como si fueran dibujos animados. La estética digital se ha convertido en el nuevo estándar.

El negocio de la imperfección

Aplicaciones como SoYoung o GengMei no solo analizan rostros. También promueven clínicas cercanas y se llevan comisiones por cada intervención. Muchos influencers como Abby documentan sus “cambios” con fotos del antes y el después, creando una comunidad de seguidores que buscan su aprobación y consejos.

Pero detrás de ese ecosistema de belleza hay una red peligrosa de clínicas no autorizadas, médicos sin licencia y promesas vacías.

En 2019, se estimaba que 80.000 clínicas en China operaban sin licencia, y más de 100.000 personas ejercían como esteticistas sin estar calificadas.

Cuando las cirugías plásticas salen mal

Yue Yue, de 28 años, se sometió a inyecciones de colágeno en una clínica abierta por un “amigo”. El relleno se endureció bajo su piel y la dejó con el rostro inflamado. Fue a otros centros en busca de ayuda. Peor aún: una clínica le extrajo tejido sano intentando quitarle el material. Otra le dejó cicatrices en la cara. Su rostro quedó irreconocible. “Arruinó mi carrera”, dice.

Casos como el suyo se repiten cada día. Incluso clínicas autorizadas han sido responsables de daños graves. La actriz Gao Liu perdió la punta de su nariz tras una operación fallida. El cirujano que la atendió no tenía la licencia correspondiente.

De la oferta de trabajo a la cirugía forzada

Uno de los aspectos más inquietantes del auge estético en China es la estafa laboral disfrazada de oportunidad.

Da Lan, una joven de 20 años, aplicó a un trabajo de “asesora de belleza” en Chengdu. Tras ser contratada, su jefe le dio un ultimátum: si no se operaba los párpados, perdería el trabajo. En menos de 24 horas le falsificaron ingresos, le aprobaron un “préstamo de belleza” y entró al quirófano.

El resultado fue una deuda, una cicatriz y ninguna mejora laboral.

Esta práctica se está extendiendo. Algunas empresas de transmisiones en vivo exigen a sus aspirantes que se operen si quieren una oportunidad como influencers. Pero detrás del sueño digital hay acuerdos entre empresas y clínicas para repartirse las ganancias.

Cuando no queda nada por operar

Abby Wu se sienta frente a su espejo en Pekín. Se cubre un hematoma con corrector mientras espera la próxima inyección mensual para adelgazar el rostro. Sus cirugías de mandíbula le quitaron tanto hueso que ya no hay suficiente piel para más correcciones.

Y sin embargo, sonríe. No ha terminado.

Dice que nunca se detendrá. Que la perfección aún está lejos.

qpasa

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