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viernes, 14 de noviembre del 2025
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El exceso de azúcar en sangre podría estar dañando tus nervios sin que lo notes causando hormigueo y adormecimiento

La glucosa alta mantenida durante meses puede inflamar y destruir las fibras nerviosas del cuerpo. Estudios revelan cómo este daño avanza sin síntomas evidentes y qué hábitos ayudan a prevenirlo.

Lo que ocurre cuando la glucosa se mantiene alta

El cuerpo humano fue diseñado para mantener la glucosa en un rango muy preciso. Ni demasiado baja ni demasiado alta. Pero cuando los niveles se elevan y permanecen así durante meses o años, el exceso de azúcar empieza a provocar daños invisibles en el interior del organismo. Entre los más preocupantes está el deterioro de los nervios periféricos, responsables de conectar el cerebro y la médula espinal con todo el cuerpo.

Según la Mayo Clinic y los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), la llamada neuropatía periférica diabética afecta a millones de personas en el mundo y suele comenzar de manera silenciosa, con un simple hormigueo o entumecimiento en los pies o las manos. Con el tiempo, la glucosa alta inflama los tejidos, altera el metabolismo nervioso y daña los pequeños vasos sanguíneos que alimentan las terminaciones nerviosas. Esa combinación vuelve cada vez más difícil que los nervios transmitan las señales correctamente.

Cómo se manifiesta el daño nervioso

Al principio puede parecer algo sin importancia: un ligero ardor, una sensación de pinchazos o el entumecimiento de los dedos. Sin embargo, cuando la glucosa alta se mantiene sin control, los síntomas se intensifican. Las personas comienzan a experimentar calambres nocturnos, debilidad muscular e incluso pérdida del equilibrio. En casos más severos, el daño puede ser tan profundo que las heridas o quemaduras dejan de sentirse, lo que aumenta el riesgo de infecciones graves o úlceras que no cicatrizan.

Un estudio publicado en Diabetes Care advierte que el daño puede comenzar años antes de que la persona sea diagnosticada con diabetes. Los investigadores encontraron que incluso una hiperglucemia leve mantenida en el tiempo ya puede alterar la función nerviosa. Por eso muchos pacientes no asocian los primeros síntomas con el azúcar alta y consultan tarde, cuando el daño ya es difícil de revertir.

Factores que aceleran el deterioro

Además del descontrol de la glucosa, existen otros factores que agravan la neuropatía: la falta de actividad física, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y las deficiencias nutricionales, especialmente de vitamina B12. Esta vitamina es esencial para la regeneración nerviosa y su falta puede potenciar el efecto tóxico de la glucosa sobre las neuronas.

La Cleveland Clinic señala que la inflamación crónica y el estrés oxidativo también juegan un papel clave. Cuando hay demasiada glucosa circulando, el cuerpo produce radicales libres que dañan las células nerviosas y los vasos sanguíneos. Este proceso, aunque invisible, genera un deterioro progresivo que puede tardar años en manifestarse de forma evidente.

Cómo prevenir y proteger los nervios

El primer paso es mantener la glucosa bajo control. Para lograrlo, los especialistas recomiendan una alimentación equilibrada rica en verduras, legumbres, proteínas magras y grasas saludables, además de reducir los azúcares simples y las bebidas ultraprocesadas. La actividad física regular mejora la sensibilidad a la insulina y favorece la circulación, lo que ayuda a mantener los nervios oxigenados.

Dormir bien, manejar el estrés y realizar chequeos médicos periódicos también son hábitos que hacen la diferencia. Estudios recientes muestran que incorporar omega-3magnesio y alimentos antioxidantes como los frutos rojos o el té verde puede reducir la inflamación y favorecer la regeneración nerviosa.

Escuchar al cuerpo para evitar el daño permanente

El problema es que la neuropatía no avisa con gritos. Empieza en silencio, con señales que muchos ignoran: un leve hormigueo, una pérdida de sensibilidad o una sensación de quemazón después de caminar. Detectarlas a tiempo es clave para evitar un daño irreversible. Controlar la glucosa no se trata solo de cuidar el azúcar, sino de proteger los cables eléctricos que conectan tu cuerpo con tu mente.

El exceso de azúcar en sangre no solo endulza la vida por dentro, también puede corroer lentamente los nervios que te permiten sentir, moverte y mantenerte en equilibrio. Prestar atención a esas señales tempranas puede marcar la diferencia entre una vida con bienestar o una marcada por el dolor y la pérdida de sensibilidad.

Tu salud metabólica también puede optimizarse con ayuda de la tecnología

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qpasa

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