La Naciones Unidas estiman que este 15 de noviembre el planeta llegará a las 8.000 millones de personas, tres veces más que los 2.500 millones de 1950.
El mensaje clave de la ONU es que «el ritmo de crecimiento de la población mundial se ha ido reduciendo radicalmente desde el pico de los años 1960″, dice a la AFP Rachel Snow, del Fondo de Naciones Unidas para la Población.
Este crecimiento pasó del 2.1 por ciento entre 1962 y 1965 a menos del 1 por ciento en 2020 y podría caer en torno al 0.5 por ciento para 2050.
Dado el número de personas en edad fértil y la creciente esperanza de vida, la población va a seguir aumentando. Para 2030, se esperan 8.500 millones, 9.700 millones en 2050 y 10.400 millones en los años 2080, cuando se estima que se llegará a un estancamiento hasta fines de siglo, según proyecciones de la ONU.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con estas previsiones. Un estudio del Instituto para las Métricas de Salud y Evaluación (IHME en inglés) estadounidense publicado en 2020 predice que el pico será mucho antes, en 2064, aunque con 9.700 millones, y que será seguido de un declive hasta los 8.800 millones para 2100.
«Estamos por debajo de las estimaciones de la ONU porque tenemos un modelo de fertilidad muy diferente», que prevé 1.66 niños por mujer en 2100, explica a la AFP el autor principal de la investigación, Stein Emil Vollset. Él calcula que el crecimiento parará en los 9.000-10.000 millones de personas.
En 2021, la tasa de fecundidad media era de 2.3 niños por mujer, frente a la media de 5 en 1950. Naciones Unidas prevé que para 2050 será de 2.1. «Actualmente, la mayoría de los habitantes vive en un país con una tasa de fecundidad por debajo de la tasa de reemplazamiento de la población» de 2.1, dice Rachel Snow.
Un factor clave del crecimiento de la población es que la esperanza de vida ha aumentado: 72,8 años en 2019, nueve años más que en 1990. Y para 2050 se calcula que será de 77.2 años.
La suma de estos factores (baja fecundidad y aumento de esperanza de vida) da como resultado que los mayores de 65 años representen el 10 por ciento de la población en 2022 y serán el 16 por ciento en 2050.
Este envejecimiento tiene efectos en el mercado de trabajo, los sistemas de pensiones, el cuidado de las personas mayores, entre otros problemas. «Cada vez más países nos piden que les ayudemos a comprender qué podrían hacer para aumentar su población», complementa Rachel Snow.
Diversidad sin precedente
Los datos mundiales esconden una enorme diversidad demográfica. Más de la mitad del crecimiento de la población para 2050 ocurrirá en ocho países, según la ONU: República Democrática de Congo, Egipto, Etiopía, India, Nigeria, Pakistán, Filipinas y Tanzania.
La edad media ilustra también esta diversidad: 41,7 años en Europa frente a los 17,6 del África subsahariana. «En el pasado, los países no tenían gran diferencia de edad, (eran) más bien jóvenes; en el futuro, los países tendrán edades parecidas, pero sobre todos serán viejos«, explica Snow. En este momento exacto de la historia, dice, «el mundo está muy dividido».
Estas diferencias pueden jugar un papel en las relaciones geopolíticas, predicen algunos expertos. Los países más poblados del planeta, China e India, van a intercambiarse el lugar en el podio a partir del próximo años, según la ONU.
La población china y sus 1.420 millones de habitantes de 2022 van a empezar a reducirse, caerán a los 1.300 millones en 2050 y antes del fin del siglo podrían descender a los 800 millones.
En cambio, la población india, de 1.410 millones en 2022, va a seguir creciendo y tendrá 1.660 millones para 2050, pese a que la tasa de natalidad es inferior a la de reemplazo.
En ese sentido, en 2050, India se convertirá en el país más poblado del planeta por delante de China. En tercer lugar estarán Estados Unidos y Nigeria, con 375 millones de habitantes cada uno.
¿Somos demasiados?
«Algunos están preocupados por la sobrepoblación, con demasiadas personas y recursos insuficientes para vivir», Natalia Kanem.
«Ocho mil millones es un hito capital para la humanidad», dice la jefa del Fondo de Naciones para la Población, la panameña Natalia Kanem, que se alegra del aumento de la esperanza de vida y de la caída de la mortalidad infantil y materna.
«Sin embargo, me doy cuenta de que no todo el mundo lo celebra. Algunos están preocupados por la sobrepoblación, con demasiadas personas y recursos insuficientes para vivir», agrega antes de instar a no tener miedo por la cantidad.
¿Somos demasiados en el planeta? No es la pregunta, responden los expertos que rechazan la idea de la sobrepoblación y prefieren hacer hincapié en el consumo excesivo de los recursos por los países desarrollados.
«Creo que la pregunta sobre la cantidad de personas que la Tierra puede aguantar es una con dos caras: las restricciones o los límites naturales y las decisiones que toman los humanos«, responde a la AFP Joel Cohen, de la Universidad Rockeffeler en Nueva York.
Esas decisiones hacen que consumamos muchos más recursos biológicos (bosques, peces, tierras) de lo que el planeta Tierra puede regenerar cada año, y el excesivo consumo de energías fósiles, que generan cada vez más emisiones de CO2 responsables del calentamiento.
En cuanto a los recursos, se necesitarían 1.75 planetas para satisfacer las necesidades de la población de manera sostenible, según las ONG Global Footprint Network y el WWF.
Y en el caso del clima, el último informe de los expertos del clima de la ONU (Giec) señala que el crecimiento de la población es uno de los motores mayores del alza de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero menos que el crecimiento económico.
«Nos ha faltado visión. Somos glotones. Es ahí donde radica el problema y las decisiones», dice Joel Cohen, que insta a que no consideremos la humanidad como una «plaga». «Nuestro impacto en el planeta está determinado más por nuestro comportamiento que por la cantidad de gente», complementa Jennifer Sciubba, investigadora del centro de análisis Wilson Center.
«Es cómodo y perjudicial seguir culpando a la sobrepoblación» en lugar de cambiar el comportamiento de los países ricos. Si todo el mundo viviera como un habitante de India, la humanidad solo necesitaría 0.8 planetas cada año, frente a los más de 5 planetas para un habitante promedio de Estados Unidos, de acuerdo con el Global Footprint Network y el WWF.
Derechos de la mujer
La fecundidad está directamente ligada al derecho de la mujer, lo que provoca reacciones inmediatas de defensa en los partidarios de que «somos demasiados».
La organización La Población Importa llama también a una reducción de la población mundial, pero «únicamente por medios positivos, voluntarios y con respeto a los derechos», explica a la AFP su director Robin Maynard, que se opone a cualquier «política de control» de la natalidad impuesta por los estados.
El Proyecto Drawdown apuesta por la educación y la planificación familiar, como una de las 100 soluciones que propone para frenar el calentamiento. «A nivel mundial, una población menor con niveles de un consumo sostenibles permitiría reducir la demanda energética, de transportes, materiales, alimentos y recursos naturales», asegura.
«El concepto de ‘demasiado numerosos’ es una distracción de los verdaderos problemas relacionados con el bienestar de la especie humana y de las especies con las que compartimos el planeta», J. Cohen
Y es que «cada persona nacida genera un estrés adicional al planeta», asegura Vanessa Pérez, analista del Instituto Mundial de los Recursos. «Somos demasiados desde hace tiempo y sé que es un asunto muy espinoso», reconoce a su vez, sin buscar que las «élites se apropien del relato para pedir un tope del crecimiento demográfico en los países del Sur».
Para ella la solución debe centrarse en los principios de equidad y distribución de los recursos, en particular, en el acceso a los alimentos. Aunque matemáticamente se producen alimentos para 8.000 millones de personas, «800 millones (una de cada diez) sufren una malnutrición crónica», explica Joel Cohen.
«El concepto de ‘demasiado numerosos’ es una distracción de los verdaderos problemas relacionados con el bienestar de la especie humana y de las especies con las que compartimos el planeta», concluye el experto.
Renunciar a tener hijos
Convencidos de que la lucha contra el calentamiento global requiere reducir la población mundial, activistas ecologistas aplican ellos mismos este principio y renuncian a ser padres. Alice Rallier, de la organización Demografía Responsable, insiste que «ya somos demasiados en comparación con lo que el planeta puede soportar».
Esta pequeña asociación francesa milita por «la estabilización y luego la lenta disminución de la población humana». «No quiero sentir culpa por haber dado a luz a un niño en este caos mundial», dijo a la AFP Rallier, quien optó por someterse a una esterilización quirúrgica permanente.
«Cada niño que nace hoy es parte del problema» por la presión del crecimiento demográfico sobre los recursos naturales, según la activista de 44 años, que dice ser consciente de que se enfrenta a un «tabú» y al «mito poblacional de que cuantos más seamos mejor».
Para estos activistas, no se trata de coaccionar, sino de proponer un «incentivo voluntario». Denis Garnier, presidenta de Demografía Responsable, propone limitar las ayudas a familias a partir del segundo hijo.
«Mucha gente tiene dudas, pero el fenómeno sigue siendo difícil de cuantificar», afirma el consultor francés Emmanuel Pont, autor del libro ¿Hay que dejar de tener hijos para salvar el planeta? Pero el medioambiente no es la única motivación de quienes se niegan a ser padres.
A sus 35 años, Sébastien Verdier, conocido en las redes sociales bajo su seudónimo Sereb, ha «puesto sus acciones en consonancia con sus ideas», sometiéndose a una esterilización permanente. Según él se trata de evitarle «al sistema otro consumidor y un futuro desagradable a las futuras generaciones, que no le deseo a nadie».
Sin embargo, Sereb está de acuerdo en que su compromiso es más simbólico que realmente efectivo en la lucha contra el calentamiento global, debido a la «enorme inercia» de los cambios demográficos, que solo hacen sentir sus efectos después de varias décadas.
Según un estudio publicado en 2014 por dos investigadores australianos, «incluso con políticas de un solo hijo impuestas en todo el mundo y eventos que conduzcan a una mortalidad catastrófica, probablemente seguiría habiendo entre 5.000 y 10.000 millones de seres humanos en 2100».
Más allá de esta cuestión de la «inercia demográfica», no hay consenso sobre el vínculo entre demografía y protección del clima. Un estudio publicado en 2017 por dos especialistas norteamericanos en cambio climático concluyó que tener «un hijo menos» era mucho más eficiente en términos de huella de carbono que renunciar a conducir, volar o comer carne.
Pero otros científicos han cuestionado estos resultados, argumentando que los autores habían asumido que las futuras generaciones consumirían tanto como sus mayores. Limitar nuestra fertilidad para combatir el calentamiento global no es «absurdo», según Emmanuel Pont, igual que mejorar el aislamiento de nuestras casas o limitar los viajes en avión.
La evolución demográfica
Al inicio, el modo de vida humana estaba basado en la caza, la pesca y la recolección. Eran nómadas y, por tanto, tuvieron pocos hijos. El inicio del Neolítico, unos 10.000 años antes de nuestra era, supuso la introducción de la agricultura y del sedentarismo, y representó un importante crecimiento demográfico.
«Se pudo alimentar a los bebés con papillas, lo que aceleró su destete, y redujo así los intervalos entre los nacimientos, aumentando el número de hijos por mujer», explica Hervé Le-Bras del Instituto Nacional de Estudios Demográficos (INED) de Francia.
No obstante, el domesticar a animales de forma rápida trajo nuevas enfermedades y aumentó la tasa de mortalidad, especialmente en los niños: un tercio de la población moría antes de cumplir un año, y otro tercio entre 1 y 18 años.
El INED, en 2003, estimó que la población mundial en el 10.000 antes de Cristo eran seis millones de individuos. Pasaron a 100 millones en los 2.000 a.C. y llegaron a ser 250 millones en el primer siglo de nuestra era.
En el contexto de crecimiento poblacional, la peste negra, en el siglo XIV, constituyó un factor de decrecimiento. En ocho años, mató al 60 por ciento de la población de Europa, Medio Oriente y África del Norte.
Así mismo, otros episodios, como la peste de Justiniano (541-767) o las grandes invasiones de la Edad Media, también redujeron la población mundial.
A partir del siglo XIX, los países presenciaron un crecimiento de la población jamás registrado. «Éramos más o menos 1.000 millones de seres humanos en 1800», recalca Eric Crubezy, investigador del Centro de Antropología de Toulouse.
Las razones que explican la tendencia creciente fueron las vacunas, las bajas en la mortalidad infantil, los progresos en la agricultura, medicina y la salud pública en general.
Y a la par y progresivamente, se ha producido una regulación social: las propias familias disminuyen espontáneamente el número de hijos.
NAM/Agencias
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