Cuba recuerda este domingo 28 de junio que han transcurrido veinte años del regreso al país de Elián González, el conocido como «niño balsero» que fue protagonista de una enconada disputa familiar, legal y política que enfrentó a gran parte de los cubanos de la isla y exiliados en la Florida (EE UU).
Ahora Elián González es, a sus 26 años, ingeniero industrial y pronto será padre de una niña que se llamará Eliz, las cuatro primeras letras de Elizabeth, el nombre de la madre del joven cubano fallecida en el trágico naufragio de una embarcación de emigrantes ilegales que se dirigía a los Estados Unidos.
Dos décadas después de aquel episodio que movilizó a millones de personas casi a diario en las marchas que desde la isla demandaban su retorno al país donde nació, el protagonista de aquel drama humano replicado por medios de todo el mundo, sigue viviendo en su ciudad natal, Cárdenas, unos 150 kilómetros al este de La Habana.
De allí resalta especialmente la casa de sus abuelos, «donde crecí con mi padre. Es el lugar adonde semanalmente voy, donde me siento tranquilo, donde despejo, donde están mis mayores recuerdos, donde me siento sereno, libre», declara en una entrevista que publica el periódico estatal Juventud Rebelde.
«Por suerte para mí en muchos lugares no me reconocen, a pesar de que no he cambiado mucho. La inmensa mayoría de las personas se quedaron con la imagen de aquel niño y no asocian que ya soy un hombre. Es bueno para mí porque me da la posibilidad de caminar, de frecuentar cualquier lugar y no ser reconocido, pero enseguida que me identifican me dan mucho afecto», declaró.
Elián González reconoce que el parecido físico con su madre es «inmenso», lo que ha podido constatar por fotos de ella conservadas por su familia, pero también señala que tiene rasgos de su padre, Juan Miguel González, aunque dice que los dos coinciden en que «eran trigueños (morenos), bajitos; parecían hermanos».
El drama de un naufragio y lo que desencadenó
EL 25 de noviembre de 1999, Elián González sobrevivió al dramático naufragio del pequeño bote en el que viajaba junto a su madre, Elizabeth Brotons, fallecida junto a otras personas en el intento de alcanzar las costas de la Florida y acogerse a la Ley de Ajuste Cubano -vigente desde 1966- que permitía a los emigrantes ilegales de la isla optar a residencia permanente en Estados Unidos.
El niño de seis años fue rescatado del mar por dos pescadores estadounidenses y entregado en Miami a unos parientes paternos lejanos en custodia temporal, que luego se negaron a devolverlo a su padre que lo reclamaba desde la isla, lo que desató una complicada pugna legal, política y un drama familiar sin precedentes.
El líder y expresidente cubano Fidel Castro encabezó y fue un activo promotor de la campaña en favor del regreso del niño náufrago con numerosas protestas y tribunas abiertas convocadas entonces en la isla para exigir que fuera devuelto a su padre residente en Cuba.
El caso de Elián González dio lugar a la «batalla de ideas», como se denominó la estrategia de movilizaciones masivas promovidas por el Gobierno cubano durante los siete meses que el «balserito» permaneció en Estados Unidos.
Elián retornó a Cuba el 28 de junio de 2000 después de que la entonces fiscal general de EE UU, Janet Reno, (cargo equivalente a ministro de Justicia) ordenase efectuar la llamada Operación Reunión.
Mediante ese operativo, alguaciles federales del Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense sacaron a la fuerza a Elián González de la casa de sus familiares en Miami, quien fue entregado ese mismo día a su padre y poco después regresó a Cuba.
El Gobierno cubano consideró la devolución de Elián una victoria política frente al sector más radical del exilio anticastrista residente en el estado de Florida.
Elián, sin reproches y añoranza de su madre
«No le reprocho, aunque pienso que de no haber tomado esa decisión estaría viva junto a mí. Le agradezco, como escribió (Gabriel) García Márquez, y así fue, que en todo aquel tormento, sin saber nadar apenas, apostó por salvar mi vida: me supo sujetar a la balsa, cubrirme con una manta y dejarme esa botella de agua», rememora el joven.
Elián valora que fue «un gesto de madre heroica, como creo que harían muchas. Así lo hizo la mía y es por ese motivo que nunca traicionaré su memoria ni voy a dejarla hundirse en el mar».
Revela que le queda la añoranza por «no haber compartido estos 20 años con ella. Algunas personas me recriminan porque dicen que he sido infiel a las ideas de mi madre y a su memoria por estar al lado de mi padre, pero no es así. Sé que lo hubiera deseado porque conocía a mi padre, sabía el amor que me tiene, y estaría orgullosa de que estemos juntos».
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