Versión Final conversó con tres migrantes zulianos tras conocerse la noticia. Manifiestan un creciente temor por la inseguridad, el alto número de personas con enfermedades mentales y la crispación política. Aumenta la compra de armas por parte de la comunidad latina. “Yo soy residente cuando sea ciudadano sí o sí voy a tener armas. Sé que son malas, pero debo proteger a mi familia”, expresó uno de ellos
El atentado durante un acto de campaña contra Donald Trump perpetrado este sábado en Pensilvania descubre viejas heridas sobre la seguridad interna en los Estados Unidos, y en ese marco, venezolanos que migraron a este país redescubren un tipo de temor por la tensión que reina en el marco de la crispación política entre demócratas y republicanos.
No lo podía creer. Veía el reporte por la TV y me paralicé. Sentí terror”, asegura Eduardo Zambrano, zuliano residente en Florida, donde se gana la vida como cocinero en un restaurante, sobre lo sucedido en el estado ubicado al noreste de ese país. “Yo solo le pedía a Dios que estuviera bien, no porque sea simpatizante o algo relacionado sino porque me parecía espantoso lo que podía suceder. Pudo desencadenar una guerra civil”, detalla el criollo, quien vive allí con su esposa e hija hace 8 años.
Y esa preocupación no resultó exclusiva. Gran parte de la diáspora criolla en Estados Unidos tiene como preocupación el incremento de la seguridad y el uso indiscriminado de armas de fuego, tema que siempre suele estar bajo los reflectores.
Y que presenta un dato preocupante: Al menos una quinta parte de los nuevos compradores de armas en Estados Unidos son latinos, según datos de la National Shooting Sports Foundation, organización comercial para la industria de armas de fuego.
La seguridad y la defensa personal ante los crímenes de odio sería una razón para el incremento de las ventas de armas de fuego. “En este país hay más armas que habitantes”, asegura Eduardo, quien se reunió con sus dos hermanos y el resto de su familia para advertirles sobre cómo comportarse con extraños. “Yo hacía Uber y los americanos me preguntaban sobre asuntos políticos y prefería no opinar. Y eso les pedí: si alguien, sea latino o americano, le pregunta algo relacionada con la política es mejor no contestar la pregunta”.
Cuando Eduardo migró estaba saliendo Obama y entraba Trump y ya, en sus palabras, el país estaba dividido. Sobre la inseguridad, explica que depende de los estados. Hace unas semanas visitó Austin, Texas, para el partido de la Vinotinto. Allí en el estadio coincidió con varios amigos venezolanos.
“Me dijeron que estuviera pendiente a la salida porque robaban autos y asaltaban. Cada persona que vez en la calle es un arma de fuego. Los que vamos llegando apenas estamos considerando armarnos, pero en Florida los no residentes no pueden tener armas. Yo cuando pueda seguro que lo haré”.
Como Eduardo piensan muchos migrantes. Entre 2019 y 2020, las compras de armas por parte de latinoamericanos crecieron casi un 50 %, y un 40 % fueron compradores por primera vez.
Sensación de que algo pasará
Hay datos que soportan este miedo. Una investigación del Violence Policy Center señala que casi tres cuartas partes de las víctimas de homicidio de origen hispano son asesinadas con armas de fuego, y que los latinos son víctimas de violencia armada de manera frecuente.
Robinson González, también zuliano, a la espera de la ciudadanía, siente miedo. Considera que la violencia política viene de posiciones extremistas que se cultivan en los partidos. “Me asombra lo que sucede. Tengo la sensación de que algo malo va a pasar”.
González relaciona ese temor al elevado número de personas con enfermedades mentales. Casi un 16 por ciento de los estadounidenses tenían algún tipo de enfermedad mental en 2022,
Hace un rato conversaba con un compañero de trabajo que es americano en el trabajo. Es una persona tranquila, calmada, serena. Le pregunté cuántas armas tenía y me mostró una que llevaba y mencionó la que tenía en el auto y dos en su casa”, precisa quien fuera estudiante de Niños Cantores. “Yo soy residente cuando sea ciudadano sí o sí voy a tener armas. Sé que son malas, pero debo proteger a mi familia”.
Alerta naranja
Jescenia Dovale, perioidista y residente americana con 8 años en Miami, habla de “clima tenso” y bastante preocupante en el país en un ambiente previo a las elecciones presidenciales que se registrarán en Estados Unidos, en noviembre próximo.
El hecho estremeció al mundo porque pone en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad de la seguridad del país con la denominación de intento de magnicidio. Pese a que conocemos que Trump enfrenta varios procesos legales emerge, desde mi criterio, la duda. ¿Estrategia política? Se habló de que el hecho fue perpetrado por un francotirador, pero este tipo de personas difícilmente fallan en su objetivo”, reflexiona.
Dovale cree prudente esperar emerja el resultado de las investigaciones policiales tras la identificación del tirador, del que aún se sabe muy poco.
Pese a ello, parece que lo sucedido es como un ruido de sirenas a escala mundial.
En ese marco, los organismos de seguridad de los Estados Unidos espabilarán sí o sí tras lo sucedido con Trump, según Guillermo Pacheco, director de asuntos internacionales del Security College US. “Lo que sucedió es una alerta naranja”, expresa en entrevista para France 24.
Pacheco cree que una cosa es el escenario a lo externo y otra a lo interno en el país de las barras y las estrellas.
Tras las amenazas de Hamas, Hezbollá y otras células terroristas, EE.UU. está muy preparado, ahora, a lo interno, tienen que emplearse a fondo porque no se pueden permitir dar la sensación de que no pueden proteger a sus ciudadanos. A la par de ello, viene incrementando en algunas ciudades los índices de inseguridad”.
Ofrece un dato, sin embargo, bastante demoledor sobre el tema de la libertad para la compra de armas. “Solo 4 por ciento de los tiroteos son con armas legales. El restante, 96 por ciento, se registran con armamento ilegal que, considera, es uno de los temas que se deben abordar, sin menospreciar el contexto de la salud mental.
Dovale se aleja de la idea de que lo ocurrido pueda desembocar en una guerra civil. “Lo veo más bien como un hecho de los tantos que han ocurrido en EEUU de personas afectas a una ideología que arremeten cuando hay una concentración. No estoy subestimando el ataque violento contra un expresidente, pero hay una sobre-libertad en el uso y porte de armas que nunca ha sido controlado como debe ser. Aparte, el hecho se registró en Pensilvania, que es una de las ciudades más inseguras de los Estados Unidos”.
Fuente: versionfinal
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