Incapacitado para sostener la intensidad que demandan los grandes duelos, acusando esfuerzos en un día gris en el que no aparecieron sus grandes referentes, el Real Madrid dejó en bandeja La Liga al Barcelona, en un derbi que premió la resistencia del Atlético, castigado con una rigurosa expulsión a Correa y manteniendo su buena dinámica gracias a un líder que sí apareció, Antonie Griezmann.
En un derbi de tensión y poco brillo. De primera parte regalada y segunda efervescente. Con un plan en falso de Carlo Ancelotti y un premio a la variedad táctica de Diego Simeone según el partido fue cambiando de cara. Incapaz el Real Madrid desde el físico de mantener la pelea por todas las competiciones. Con personalidad el Atlético para defenderse bien y asestar un golpe en inferioridad numérica que apaciguó el tanto final de Álvaro Rodríguez en una tarde sin remontada, reseña EFE.
Con el peligro de pecar de autosuficiencia, el Real Madrid especuló en el primer acto buscando desgaste de su rival para castigarle con el físico de su profundidad de banquillo en el segundo. El Atlético de Madrid, que llegaba al Santiago Bernabéu en plena mejoría, careció de bagaje ofensivo para sacar provecho de sus momentos de dominio. Improductivo porque no inquietó a Courtois. Con una prueba, Marcos Llorente en punta, que duró lo que tardó Vinícius en encarar a Nahuel.
Era el mejor escenario posible para confirmar la reacción rojiblanca. Ya metido de lleno en una pelea obligada, la de puesto de Liga de Campeones. Tardía porque le privó de llegar más lejos en una ‘Champions’ que le debe un baile e incompleta por falta de recursos ofensivos que generasen inseguridad en los momentos contemplativos del Real Madrid.
Sorprendió a todos Ancelotti con su apuesta en un centro del campo en inferioridad numérica y sin un especialista en la zona de destrucción. Por ahí apareció Kroos pero fue Dani Ceballos el que se adueñó del derbi para cambiar el viento de rumbo y evitar que se repitiera el guion copero. Con poco consiguió el Real Madrid que el Atlético sintiera peligro. Especialmente en un zurdazo envenenado de Marco Asensio que sacó como pudo Oblak ante el zigzag de la trayectoria. Impreciso Benzema en un centro con excesiva potencia entre líneas de Militao.
Dos acciones que sumadas a la aparición de Vinícius y la llamada a un duelo individual con Nahuel Molina, provocasen un retoque táctico de Simeone tras 17 minutos. Llorente dejaba la delantera para ayudar en banda derecha en la ayuda del marcaje al brasileño, Saúl caía a la izquierda y Carrasco pasaba a disfrutar de libertad de movimiento. Suyo fue el disparo de mayor peligro. Escorado, sencillo para la estirada de Courtois.
Simeone leyó las intenciones de Ancelotti. Entregar la posesión y castigar con su tridente al contragolpe. La única vez que pudo correr, apareció ‘Vini’ por carril central y Asensio no precisó su disparo. El castigo a la perdida se evitaba con defensa de cinco. El Atlético se parapetó, como si el empate fuese bueno en su lucha. Más aún cuando perdió a Reinildo por un gesto feo de rodilla que dejó debilitado su lateral izquierdo. Sin Reguilón. Con Mario Hermoso como primera opción.
Falto de precisión y de la voluntad suficiente como para ir por el rival con insistencia, las imprecisiones en los últimos metros en fase ofensiva madridista, anestesiaron el pulso hasta el segundo acto. Cuando Simeone sentó el descaro de Barrios para intentar ganar respeto del rival con la presencia de Correa en punta.
La necesidad madridista, sintiendo escaparse la Liga en su próximo pinchazo, obligó a aumentar el ritmo y el vértigo. Era el momento de demostrar si tras el desgaste de Anfield tenía piernas. Y como la respuesta no era positiva, Ancelotti pasó al plan b: Camavinga, Tchouaméni y Modric de golpe.
Y fue cuando el partido podía ponerse bonito, cuando se dibujaba un intercambio de golpes tras un disparo ajustado al poste de Griezmann y la replica de Fede Valverde, cuando llegó la acción que marcó el derbi. Gil Manzano castigó con roja un codazo de Correa a Rüdiger. Nada que una amarilla no hubiese solucionado y que alimenta la leyenda del colegiado ante el Atlético tras un nuevo desencuentro.
Con todo en contra, encerrado en su terreno listo para defenderse, el líder del Atlético de Madrid apareció justo a tiempo. Tras la reconquista del corazón rojiblanco a base de actitud y entrega, Griezmann puso una falta perfecta a la carrera con fe de Giménez. Se adelantó a todos y con un testarazo a la red heló el Bernabéu.
La Liga estaba perdida y los referentes ofensivos madridistras no aparecía. Benzema, desconocido, Vinícius, agotado. Solo quedaba la épica a un equipo que no había chutado en la segunda mitad y en el 84 avisó a Oblak. Primero Tchouaméni, después Camavinga hasta que córner con música de Modric lo cabeceó cumpliendo el sueño de su vida el canterano Álvaro Rodríguez. Asistencia en El Sadar. Su primer gol en el Bernabéu para alimentar la esperanza de una nueva remontada que, en esa ocasión no se dio, y convierte la pelea por LaLiga en un imposible. El Barcelona la tiene en bandeja.
Por: Agencia
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