Zoum Domínguez Blanco, ganador del premio al mejor cortometraje en el Octavo Festival de Cine de Maracaibo, es tan sencillo y humilde como su propia historia, la de su padre, la cual rodó en veinte minutos de Fotógrafo Callejero. Hoy conversó con Alexis Blanco acerca de su mirada de oficio.
¿Cuáles ha sido la reacción, compartida e individual, ante el anuncio del premio?
Uno, cuando entra un concurso, a veces no sabe que esperar. Es decir, tú puedes estar muy seguro de tu trabajo, y muy claro de lo que hiciste. Y piensas que es una buena obra, en perspectiva, pero eso no es más que tu opinión. Aun cuando crees que a la gente debería gustarle las cosas que haces, es decir, que siempre vas a inscribir el trabajo, con la intención de ser seleccionado. Haber ganado es una sorpresa que ninguno de nosotros esperábamos, menos mi esposa, Liseth Tovar Izaguirre, quien es la productora ejecutiva. Ella estaba un poco más seguro que yo, y siempre me decía que estaba convencida de qué nos iba a ir bien y, bueno, ella tenía razón: Nos fue muy bien. No sé qué pensará Juancho, quizás sería bueno preguntárselo, pero aún no hemos compartido. Pero, naturalmente, estamos muy contentos. Sentimos mucha alegría, mucha felicidad. Aquí hay como una suerte de nuevo aliento. Más que un masaje al ego, por el hecho de haber ganado, es un estímulo para seguir trabajando, para echarle pierna en cuanto a nuestra necesidad creciente de contar historias interesantes. Que, de manera, surtan un efecto en la audiencia que sea positivo, que sea esperanzador de alguna manera. Eso es lo que el documental presenta.
Allí se pueden identificar, por ejemplo, los adultos mayores, quienes encontrarán en el cortometraje una nueva ventana y oportunidad para lo que quiera. En este caso, aprender sobre el arte y el oficio de la fotografía. Cada vez que tenemos un conversatorio decimos que la fotografía no involucra mayores esfuerzos. Para para las personas de la tercera edad se atrevan a hacer lo que se atrevió nuestro protagonista.
¿Cuáles fueron las principales pautas para realizar un guion de esta naturaleza? ¿Cuán compartida fue esa deliberación?
Compartido, en principio, nada. Yo le llegué a Juancho con la idea de hacer el trabajo, con una visión preconcebida y ya formada. Juancho no intervino mucho en el concepto del video, sino sólo aparece como el protagonista. Yo hice el resto del trabajo audiovisual, fundamentalmente. Tenía una especie de paleta de cómo más o menos creía contar la historia y, de alguna manera, de cómo colocar los hechos. De ningún modo quería escribir lo que Juancho iba a decir. Reuní entonces unas tres horas de material, a partir de una docena de preguntas aproximadas, a modo de preguntas para él, todas inspiradas en su experiencia como fotógrafo y como artista.
Hay una frase que me inspira: “A propulsión a sangre”. Entonces lo rodamos: sin ningún tipo de apoyos. de patrocinio. Entonces fue tiempo de coordinar períodos libres y así se fue dando.
¿Cuáles son las decisiones fundamentales que, en tanto director, tuvo que tomar? ¿Cuán difícil resultó para usted tal proceso de pre y postproducción?
El proceso de producción es algo que disfruto bastante. Soy un realizador integral. Creo que he tenido la suerte y la fortuna de pasar por todos los estadios de la producción audiovisual. Primero, como asistente de todos los géneros o áreas.
He trabajado los tres aspectos fundamentales de la realización: la producción, la cámara y la edición. Me enamoré de todos estos procesos, porque los tenía que hacer a la vez. En el camino me fui desarrollando e independizando. Soy autodidacta. Estudié ocho semestres de comunicación social y el resto lo he hecho trabajando en el campo audiovisual. Tengo más de treinta años de experiencia. Soy productor desde el año 96. Se toman muchas decisiones. Por ejemplo, discriminar dentro de la entrevista lo que quizás no era pertinente para el concepto del documental, es decir, qué quitar o dejar, del discurso de Juancho.
¿Qué tipo de cine o de producto audiovisual le interesa fundamentalmente realizar?
Mi carrera, principalmente, ha sido en televisión. A veces siento que mucha gente del cine desprecia eso. Me ha pasado. No me importa. He coincidido con reconocidos directores de cine y hemos conversado sobre esto. La verdad es que la cinematografía abarca todas estas “fronteras”. Ahí tienes esas series hechas para TV que son unas películas largas y por partes. Tales creencias de división, creo, son prejuicios y complejos. Para mí todos los artistas, tanto de televisión como de cine, han de ser sumamente respetados.
Desde mi formación audiovisual asumo que mi propia búsqueda es cinematográfica, o cinemática.
El espíritu del cine forma parte de mi trabajo. Hoy estoy haciendo documentales, pero he hecho. en mis 26 años de carrera, de todo: ficción, periodismo, política, todos los géneros y todas las áreas.
Tengo una serie, de 24 capítulos breves, llamada Crónicas del Bicentenario: nace la patria, con el guionista Edgar Narváez- Fui el director y también el camarógrafo. 24 capítulos de tres minutos aproximadamente cada uno. Más bien fue docu-ficción.
¿Cómo advierte el momento que transita el oficio de hacer cine en nuestro país? ¿Qué debilidades y fortalezas advierte qué hay que tomar en cuenta para avizorar un mejor futuro para este proceso? ¿Es rentable hacer un cine de autor en Venezuela?
No creo que yo sea la persona más indicada como para responder esa pregunta. Es difícil perfilar el momento que transita al cine venezolano. Lo primero que hay que decir es que sin dinero no se puede hacer cine. De verdad. Yo, solo con mi gente, hice un documental de 20 minutos, pero un largometraje dudo que lo pueda lograr si no tengo ayuda. Se necesita patrocinio y aunque queremos que todo sea redituable, operativamente nos hace falta mucho apoyo. Sin un patrocinio es imposible hacer cine en Venezuela. He visto, aquí, películas que comienzan con mucha fuerza, mucha velocidad. y en el camino se diluyen. Hacer cine en Venezuela no es nada sencillo y no creo que en este momento sea más sencillo que antes, así sean circunstancias y escenarios diferentes. Y aún en cualquier otro país esta situación prevalece. Fotógrafo Callejero me costó alrededor de $15,000. Claro que jamás tuve esa cantidad en metálico, porque fue una sumatoria de esfuerzos.
Las nuevas tecnologías, las redes sociales y los procesos de globalización, ¿qué incidencia puede tener en el desarrollo del nuevo cine nacional?
Cualquier persona, con un teléfono o con una cámara, puede contar una historia. Lo importante es la calidad de la misma. A mí no me cuadra mucho el cine vertical, es decir, esa versión de la imagen para los celulares, eso no me satisface mucho. Eso es para los reels. Está ese director muy laureado, que hizo esa campaña para iPhone 12, donde hace un corto alusivo al cine vertical, era un demo para un teléfono y había una intencionalidad precisa para hacerlo vertical, es decir, para esa fuente.
Ahora, voltea el teléfono, lo pones horizontal y es otra historia, otro cuento. Este acercamiento de algunos teléfonos que son más cámaras que teléfonos le está dando a todo el mundo una herramienta para contar historias. Habrá que tener paciencia hasta que aparezca un genio con un celular y haga una obra maestra. Por ahora es la oportunidad de qué todo el mundo tenga una herramienta para contar historias. Creo que han acercado al cine a todo el mundo: hay una gigantesca variedad de opciones, tanto en precio como en funcionalidad, que a veces resulta hasta abrumadora. Estamos viviendo el mejor momento de lo que se ha llamado la democratización de la imagen. Puedes creer o no, pero así será el futuro.
Fuente: noticiaaldia
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