Miles de venezolanos se arriesgaron a tomar la peligrosa ruta de la selva del Darién con la intención de llegar a Estados Unidos (EEUU) y cumplir el «sueño americano», buscando mejores oportunidades de vida, huyendo de la crisis que atraviesa Venezuela. Parte de estos expatriados emprendían su segunda o tercera migración porque ya se encontraban en otros países de América Latina desde hace tiempo.
Muchas de estas personas decidieron tomar este camino desconociendo los riesgos reales a los que se enfrentarían, teniendo que cruzar al menos siete países caminando, con el fin último de cruzar el río Bravo y tocar suelo estadounidense en busca de mejores condiciones de vida, confiando en «coyotes» que les prometían guiarlos de forma segura, pero sin hablarles de los peligros de la travesía por un territorio accidentado donde se expondrían a ser víctimas de robos, agresiones físicas y sexuales, ataques de animales salvajes, el riesgo de contraer enfermedades o de hasta morir en el intento.
La socióloga y especialista en temas migratorios Claudia Vargas afirmó que a quienes optan por hacer el viaje a través de siete países los mueve «una necesidad que a veces es difícil dimensionar para los que analizamos el tema». No es una «moda», pero sí existe desinformación sobre las condiciones de la ruta. La investigadora explica que quienes arriesgaron su vida por ese paso del Darién son gente de muy escasos recursos que «probablemente acá en Venezuela no tenían ni siquiera un empleo informal».
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