El mayor esfuerzo y reto que tienen los que hoy aspiran a cargo de elección popular es hablarle a la gente con claridad y sinceridad, qué si sé va a un proceso electoral es para ir recuperando el País qué es el objetivo primordial, sin esto lo demás es un saludo a la bandera, una raída y descolorida.
Si se desea hacer una gestión decente con los exiguos recursos que se reciben,entonces veremos una Municipalidad muy distinta a la que recuerdan, con muy pocos empleados, obreros, técnicos, profesionales y Direcciones (sobre todo esto, no más de 10) con un Alcalde sin fanfarria, camionetas nuevas, escoltas, fiestas y brindando por doquier.
Claro, si se quiere una gestión decente, esto llevará a qué de pronto veamos un alcalde, qué de verdad luzca el emulento (salario) que devenga según presupuesto. Sin esas descollantes marcas de ropa o zapatos, si lo anterior no ocurre, entonces veremos una gestión muy parecida a la que está a simple vistas; calles enmontadas, con huecos, con aguas servidas desfilando por ellas, sin alumbrado ni señalizaciones.
En los 90 las tasas por los impuestos municipales no eran mayores al 3% y en su gran mayoría giraban en los siguientes porcentajes, los comerciantes pagaban tasas de menos de 0,50%, los servicios cerca del 1%, las industrias 1% y las empresas contratistas petroleras 1,40%.
Lagunillas crecía y se veía pujante en las décadas de los 70, 80 y 90; luego vino la voracidad fiscal, el despilfarro, los excesos, una nómina real y fantasma de miles de personas, y se fueron incrementando las tasas hasta el punto que hoy la mayoría del Sector Privado se ha visto forzado y obligado a ir a la informalidad para terminar no pagando ningún tipo de tributos.
La caída y contracción de más del 87% de la economía nacional y que nos arropa de manera apabullante; hará qué el próximo Alcalde deba comprometerse a bajar las tasas con una ordenanza moderna, sencilla, racional y que propenda al desarrollo y la inversión, desaparecer la tercerización del servicio de recaudación, el Sedemat y volver a una unidad de recaudación tributaria propia que rinda informes semanales, quincenales, mensuales y trimestrales; qué sus funcionarios salgan a patear la calle, recaudando a todos; micros, pequeños, medianos y grandes empresas, con transparencia y bajo un sistema que permita la autoliquidación via bancos e incluya los llamados “derechos de frentes”, sean residenciales o comerciales con montos que tanto los ciudadanos empresarios como las familias puedan pagar, e irlos incrementando según la eficiencia de la gestión municipal y no para cubrir una burocracia que ahoga al Municipio, que solo sirve o ha servido para los procesos electorales como lo hemos vistos hasta ahora.
La Venezuela Saudita nunca existió y el espejismo Chavista solo nos dejó mancos.
Hay que hacer las cosas diferentes si queremos resultados diferentes.
Carlos Dickson, expresidente de Acil y Fedecámaras Zulia