Si las autoridades financieras del gobierno nacional hubiesen seguido actualizando los principales marcadores económicos venezolanos, los responsables del mecanismo Covax sabrían que la nación suramericana está entre las economías más pobres de la región, con casi un 80% de sus ciudadanos viviendo en pobreza extrema, y habrían cedido, de forma gratuita, las dosis que requiere su población.
No obstante, esta plataforma, coordinada por la Organización Mundial de la Salud para otorgar vacunas contra el covid bajo la figura de subsidio a los países pobres, tiene al país bolivariano entre las naciones con ingresos medios-altos.
Ello quiere decir que la asfixiada Venezuela presentaba en 2014 unas cifras macroeconómicas que hablaban de ingresos per cápita de 13 mil 080 dólares. Por tanto, al recurrir al mecanismo Covax debe hacerlo bajo la modalidad de autofinanciamiento o, lo que es lo mismo, debe pagar por las vacunas, por lo que éstas no terminan de llegar.
El diario español El País explica, este miércoles, que la distribución de los países entre las dos vías de acceso al Covax (autofinanciado o subsidiado) está basada en los datos de ingresos brutos per cápita que manejaba el Banco Mundial para 2019.
Con las cifras de 2014, Venezuela quedó fuera de la lista de los 92 países que pueden recibir inmunizaciones de forma gratuita, como ocurrió con Haití, Honduras o El Salvador.
Nación empobrecida
La nación petrolera contrajo su PIB a menos de un tercio en los últimos siete años, la producción de crudo está en sus mínimos y los ciudadanos hacen pulso inútilmente contra la hiperinflación en medio de una crisis humanitaria que causa estragos desde hace años.
Omar Zambrano, economista jefe de la firma Anova Policy y senior del Banco Interamericano de Desarrollo, señala que “el derrumbe económico de estos años no tiene asiento en las cuentas oficiales porque el Gobierno de Maduro desde hace mucho tiempo no publica las cifras económicas y sociales del país, ni ha atendido al poder Legislativo, y (desde hace cinco años) ni siquiera ha presentado una Ley de Presupuesto”.
Además de la clasificación del Covax, un punto en contra de la ya polémica y criticada respuesta del chavismo contra la pandemia, de lo que resalta la falta de un plan de inmunización eficaz, se une el distanciamiento de Caracas con los organismos multilaterales, lo que le dificulta el acceso a créditos y préstamos.
La economía venezolana se ubicaba tradicionalmente como la quinta en tamaño de América Latina con un PIB per cápita de 12 mil dólares pero, en este momento, apenas tiene el tamaño de naciones como Honduras o El Salvador, unos mil 500 dólares per cápita, destaca Zambrano. “Venezuela sigue apareciendo como un país rico, aunque ya no lo es”.
Sin plan de vacunación eficaz
En todo este escenario, el gobierno nacional ha pretendido controlar el timón de la discusión sobre el Covax en Venezuela. Inicialmente dijo que las sanciones de Washington le arrebataron los recursos para comprar vacunas. Luego, cuando en febrero se constituyó una Mesa Técnica Nacional de Vacunas con miembros de la oposición, rechazó la importación de dosis de AstraZeneca, que serían pagadas con parte del dinero que Estados Unidos había congelado al Gobierno venezolano.
La excusa fueron los trombos registrados en Europa. Por otras vías de las que no ha informado, el presidente Maduro logró recursos para pagar las vacunas del Covax con la posibilidad incluso de escoger la marca. “No necesitamos mendigar vacunas”, dijo el mandatario.
Sin embargo, a principios de junio, GAVI (la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización, organismo co-participe del mecanismo Covax) alertó que el Gobierno todavía tenía que saldar una parte de los 120 millones de dólares que costaría la compra de Venezuela y que cuatro transacciones habían terminado bloqueadas por los bancos y puestas bajo investigación.
El Gobierno achacó desde entonces a las sanciones de Estados Unidos la imposibilidad de comprar vacunas. Lejos del debate ha quedado el hecho de que el país podría haber accedido de forma gratuita a 12 millones de vacunas, para cubrir el 20% de su población, si el Gobierno hubiese cumplido con sus obligaciones de transparencia, elemento que también ha contribuido a que Estados Unidos dejara a Venezuela al margen de la lista de países que recibirán donaciones de sus excedentes de vacunas, precisamente por la opacidad del chavismo.
Sector salud alarmado
Mientras tanto, el desempeño de la vacunación despierta las alarmas en los sectores científicos y en la sociedad civil. No se había cubierto al personal sanitario, que cuenta más de 600 muertos por covid-19, ni a los mayores de 60 años, cuando se inició una vacunación aleatoria condicionada al registro en el Sistema Patria —una plataforma del Gobierno usada para el control político— y a tener un teléfono celular.
La Alianza Rebelde —una colaboración periodística de los medios Runrunes, Tal Cual y El Pitazo— desarrolló un Vacunómetro que ha permitido determinar que, desde que llegaron las primeras dosis a Venezuela, en febrero, hasta mediados el 22 de junio solo se habían aplicado 813 mil, aunque los voceros oficiales han informado de la llegada al país de más de 3,2 millones entre las rusas, chinas y las experimentales, lo que representa apenas el 3,7% de la población, la cifra más baja de vacunación de la región.
Ahora se suma otra polémica: La vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció la semana pasada la firma de un contrato con Cuba para la adquisición de 12 millones de su vacuna Abdala —con un 92% de efectividad en dos dosis, según sus desarrolladores— de la que ya llegaron a Caracas 30 mil viales. Un fármaco que no cuenta con aval de la OMS y de la que la Organización Panamericana de la salud, la OPS, ha indicado que no se le ha autorizado como vacuna de uso de emergencia. Abdala cuenta, de paso, con el rechazo de la Academia Nacional de Medicina, entre otros, por no contar con aval científico.
El País