Ojalá y la Semana Santa haya servido para que la dirigencia del país reafirme sus obligaciones en estas horas tenebrosas. Los sucesos de Apure, aún en desarrollo, son un reflejo fiel de los peligros existentes. Más allá de la cantidad de muertos, heridos, desaparecidos y la nueva ola de migrantes fronterizos me resulta imposible evitar poner el acento en el narcotráfico y el terrorismo como protagonistas abiertos y encubiertos de cuanto sucede.
Hay quienes opinan que el régimen ya está bajo el control de las mencionadas estructuras criminales.
Ha sido un trabajo largo y sostenido, pero ya no queda ninguna duda. Se acabó el Derecho, no hay Ley ni orden y las instituciones se desmoronan en nuestras narices. Llegamos al llegadero. Si queremos conservar lo que tenemos, la vida, la libertad, el derecho a trabajar en paz, tenemos que despertar y rebelarnos. Repito lo afirmado muchas veces, están en peligro la libertad y la existencia misma.
Pido a mis compañeros y amigos de la oposición que pongan de lado las circunstanciales diferencias existentes. El enemigo está al frente. En consecuencia no deben continuar disparando hacia los lados. Es más, empiezo a considerar a quienes no entienden o no actúan en consecuencia, como parte del régimen que adelanta una estrategia clara para dividir a quienes se le oponen.
Sin embargo, tienen tantos o más problemas que la del país, la corrupción más escandalosa de nuestra historia y la lucha por sobrevivir de algunos que empiezan a marcar distancia presintiendo el final, crea un cuadro dramático para Maduro y quienes lo acompañan en las alturas del régimen. Todos se están cuidando las espaldas.
A pesar de la lógica incertidumbre del desenlace, en esta etapa decisiva se necesita mucho coraje y relativamente poco pensar. Todo está dicho y a la vista. Tenemos un régimen ajeno a las obligaciones constitucionales. En alguna oportunidad dijimos que los viejos izquierdistas se asombrarían al ver a estos “socialistas del siglo XXI” convertidos en sinvergüenzas millonarios y al país arruinado completamente.
Nadie podrá censurar al pueblo venezolano por ejercer su derecho a la legítima defensa. No será fácil, pero no debemos lamentar anticipadamente lo que luce inevitable. Lo de Venezuela parece una enfermedad cancerosa que ha destruido bastantes órganos vitales. Tiene que ser extirpado de manera resuelta y definitiva.
Protagonistas somos y seremos todos. Dejamos claramente establecido que, en nuestra modesta opinión, ninguna “negociación” electoralista nos garantiza la libertad y el funcionamiento pleno de una verdadera democracia. Es necesario volver a los principios y valores fundamentales que nos trajeron a la lucha política. Alguien dijo alguna vez que el mejor gobierno es el que gobierna menos, pero atiende los problemas prácticos de los más necesitados.
Lunes, 5 de abril de 2021
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