Prosiguiendo con mis reflexiones en estos días de cuarentena, hoy tratare lo referente a la ciudad donde habito por más de 50 años. Me refiero a Ciudad Ojeda, hoy por decisión del Consejo Legislativo del Estado Zulia denominada Ciudad Urdaneta, cambio de nombre que se hizo al modificar la Ley de División Político Territorial, en atención a lo previsto al numeral 2 del artículo 164 de la vigente Constitución Nacional.
Se le ha denominado Ciudad Urdaneta en homenaje al ilustre Prócer Zuliano de nuestra independencia como lo fue el general Rafael Urdaneta; pero en mi opinión, lo más justo, lógico y razonable, es que el Concejo Legislativo, ha debido proceder antes de cambiar el nombre, realizar una consulta a la población sobre si estaban de acuerdo o no sobre ese cambio; consulta que, por tratarse de un asunto de vital importancia, porque ella es un medio de participación protagónico del pueblo en el ejercicio de su soberanía, tal como lo indica el artículo 70 de la carta magna vigente.
Como se trata de un punto controvertido lo dejaremos para otro articulo. Lo que ha de resaltarse es que esta Ciudad fue legalmente fundada mediante un Decreto del General Eleazar López Contreras del Presidente de la República en fecha 19 de enero de 1.937, donde dispuso la construcción de una nueva Ciudad para reemplazar la de Lagunillas, que se consideró como inadecuada desde varios puntos de vista, especialmente el higiénico y el que se relacionaba con el riesgo sufrido motivado a un incendio.
Fundada la Ciudad la misma fue creciendo vertiginosamente, teniendo problemas y carencias, pero los mismos, no constituyeron un freno paralizante del esfuerzo sostenido para mejorar el porvenir. Esta Ciudad es hechura e imagen de quienes la habitamos, pero también la condicionan con sus aspectos y su funcionamiento el ánimo y la salud de sus moradores.
Tenemos que actuar para mejorarla no solamente desde el punto de vista urbanístico sino también social y culturalmente. Es una ciudad que ha dado mucho de sus entrañas para toda Venezuela; ha dado para la cultura, para el arte y fundamentalmente para el afecto.
Pero debemos seguir luchando para que la ciudad no sea una simple ciudad sino una gran ciudad. Por eso debemos soñarla como una gran ciudad porque las ciudades sueñan y se hacen fantasiosas fabulas a cada paso de su existencia emocional.
Se sueña cuando no hay punto final en nuestra historia propia, hecha sin egoísmo y sin manchas, a la buena de Dios y del destino. No miremos los problemas y las carencias como un freno paralizante del esfuerzo sostenido para mejorar el porvenir; no pensemos que el escollo de hoy nos venció el coraje y nos apagó la fuerza.
Creamos en Ciudad Ojeda, de la que es sana y bella en el espíritu y el cuerpo y cantemos a su vida y a su historia con la renovada fe de combatientes.
Individuo de número de la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado Zulia