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domingo, 24 de noviembre del 2024
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Kunst am Turm (Arte en la Torre) Crónicas perdidas, Por: Edinson Martínez

Parte 1

Debe haber sido finalizando abril de 1994, cuando un sábado a media mañana, el conserje del edificio donde vivía se acercó a mi apartamento para decirme que una pareja de gringos estaba solicitándome para hablar conmigo. Enseguida me arreglé y bajé a ver quiénes eran y qué querían. No tenía la más remota idea de qué se trataba, pero viendo el apremio del mensajero, rápidamente salí al encuentro de los extraños.

Era una pareja formada por un hombre y una mujer, enormes, con una estatura superior al promedio de las nuestras, y, eran tan catires que parecían albinos. Vestían de modo muy informales, al estilo en que usualmente lo hacen los turistas, incluso la mujer llevaba colgando de su cuello una cámara fotográfica, igual a los viajeros foráneos. Al presentarme, imaginando que en verdad eran norteamericanos, me causó mucha risa descubrir que no eran tales sino alemanes, poniéndomela así de manera más difícil para conseguir entendernos.

El caso es que cómo pudimos, al poco rato logramos precisar cuál era el interés en contactarme. Era el mural, la obra culminada meses atrás en nuestra ciudad, la cual por sus dimensiones se había convertida en referencia obligada en su paisaje urbano, llamando la atención a propios y extraños. Esa era la razón de aquella visita inusitada en medio del sopor atormentado de esa mañana de abril, el mes más caluroso del año presagiando las lluvias de la otra mitad de la estación climática en nuestro país.

Así, entre mímicas, un pésimo español y un inglés a trancazos, como auto bajando una cuesta con el pie pisando el freno atenuando el descenso, lograron explicarme la razón de entrevistarse conmigo. Para ese momento todavía teníamos muy presentes todos los pormenores de la ejecución de la obra promovida y apoyada entusiastamente por Lolita Aniyar de Castro, gobernadora en aquella época, cuya primera impresión cuando le referí la idea, fue, «Edinson, tú como que te volviste loco»

…Sigo luego, es muy incómodo escribir con un dedo…

Parte 2

(Dos días después)

Los dos alemanes ya venían de hacer una sesión de fotos en el mural, y, ahí, pidiendo detalles al vigilante de entonces, que no imagino de qué modo lograron sacarle el lugar donde yo vivía, consiguieron dar conmigo sin mayores problemas, en fin de cuentas Ciudad Ojeda tampoco es una metrópolis inextricable, y cuando se unen el instinto y el interés, no hay barrera que se oponga en lograr el objetivo propuesto.

Eso pensé al caer en cuenta que me encontraba ante dos reporteros, al ver la identificación que portaban, y unos ejemplares de una revista a la que señalaban con insistencia para hacerse entender. Entonces, poco a poco, con relativa facilidad, comenzamos a comunicarnos, comprendiendo enseguida que requerían información y pormenores sobre el mural. Así, atendiendo al interés que mostraban, procedí gustosamente a entregarles el material de que disponía, básicamente fotografías previas a la obra, y algunas panorámicas que ya habíamos tomado desde diversos ángulos de la ciudad, además de una copia del papel de trabajo que Manuel Vargas había redactado como fundamento plástico del proyecto.

Por último, les di mi nombre y otras generalidades que pidieron en un español rudimentario, tan elemental como el inglés de Tarzán que antes intentamos, y posteriormente se despidieron. Llegué a comprender que eran dos periodistas adscritos a la embajada alemana en Caracas en gira por el país, a nombre de la publicación que con tanto interés me mostraron; una revista en formato mayor al de una carta, en cuyo cabecero figuraba su nombre impreso en letras grandes en tono amarillo, y debajo de él una especie de subtítulo todo en alemán.

Por lo que entendí, era una publicación internacional bajo el título de SBZ que se editaba periódicamente. El caso es que estos reporteros me hicieron saber que El mural más grande (así habíamos decidido llamar la obra luego de una consulta entre escolares de la ciudad) tendría un reportaje en ella, el cual se me haría llegar para el 13 de diciembre de 1994, fecha entonces a la que se aludía el aniversario de la ciudad. Pasaron varios meses y me fui olvidando del asunto, apenas lo recordaba de vez en cuando sin dar mucho crédito a la puntualidad alemana.

Cuando llegó la fecha indicada para recibir el ejemplar de la revista, 13 de diciembre de 1994, no llegó, en realidad la esperaba con ansiedad, sobre todo porque estas dos personas me aseguraron firmemente que, para dicho aniversario, exactamente ese día la recibiría. Se fue el 13 de diciembre, y no pasó nada… Pero el 14, es decir al siguiente día, bien temprano, un cartero (entonces todavía había carteros y el correo funcionaba medianamente), tocaba el intercomunicador del edificio, y desde la bocina del aparato, alguien me decía: «señor Martínez tengo un paquete para usted».

Efectivamente, al abrir el sobre, un par de SBZ se desplegaron ante mí, los examiné rápidamente, y en sus páginas internas, creo que casi en el centro del impreso, me encontré con el titular principal «Kunst am Turm», siguiendo luego con un amplio reportaje de cuatro columnas en cada hoja, donde se reseñaba la obra junto a varias de las fotos que les entregué. No llegaron el 13, pero el 14 bien temprano ya las tuve en mis manos. Entonces pensé, «¡cuánta de esa puntualidad nos hace falta!».

Uno de los ejemplares se lo obsequié al autor de la obra, mi siempre recordado amigo Manuel Vargas, y el otro a Julieta Arriechi, dejando para archivos una copia. Al profesor Jesús Casado le pedí la traducción, quien gustosamente me la leyó durante una visita que le hice a El Regional del Zulia.

Después de tantos años transcurridos, cuánto lamento que por la desidia general, gobernantes y gobernados, la obra paulatinamente haya ido deteriorándose, casi desvaneciéndose, por no haber realizado la debida restauración que tocaba en sus primeros 15 años de vida. Quizás llegue al punto en que ya no pueda restaurarse, entonces se convertiría en el mayor icono de la desidia de un pueblo. ¿Qué pensarían hoy aquel par de alemanes deslumbrados entonces por El mural más grande?

Nota: Esta crónica originalmente fue escrita por teléfono, cediendo un poco a la tentación de compartir entre los miembros de un mismo grupo de Watsap alguna nota nostálgica extraviada en la memoria. De ahí su entrega en dos partes.    

Ciudad Ojeda, 28-12-2020

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