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lunes, 20 de octubre del 2025
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Esta es la historia de la “deforme imagen” de José Gregorio Hernández desplegada en el Vaticano

Este viernes fueron colocadas en la Basílica de San Pedro las imágenes de los 7 futuros santos que serán canonizados por el Papa León XIV el domingo 19 de octubre. Entre ellos, se encuentran los tapices de José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles, que se convertirán en los primeros santos venezolanos.

En el caso de Hernández, laico al que se le reconoce ser una figura clave en el movimiento modernizador de la medicina venezolana, se usó una fotografía que data de 1917, cuando se encontraba en la ciudad de Nueva York para complementar sus estudios de embriología e histología.

Se trata de un retrato de cuerpo completo, sencillo y sobrio, en el que se le aprecia vestido con su característicos traje y sombrero negros y que, con el pasar del tiempo, se convertiría en un icono de la devoción que el pueblo venezolano manifestó siempre por “el médico de los pobres” desde su trágico fallecimiento el 29 de junio de 1919, tras ser arrollado por uno de los seiscientos vehículos que circulaban en Caracas para la época.

Como resultado de aquella sesión fotográfica, Hernández enviaría a Venezuela tres copias de su retrato: una a su amigo Santos Dominici, médico, escritor y diplomático venezolano; una a su amiga Carmelina López de Ceballos, y la tercera a su hermano, César Benigno.

Retrato original de José Gregorio Hernández, tomado en Nueva York, en 1917. Crédito: Dominio público.

Cada una de las copias fue acompañada por una carta, conservadas hoy en los archivos históricos de la Iglesia venezolana, gracias al esfuerzo de sus biógrafos y familiares, y en donde explica la razón de tomarse la fotografía estando de pie: “Yo no salgo bien sentado, será porque siempre estoy caminando”.

Una “deforme imagen” que rompió el lente

El 2 de octubre de 1917, el doctor Hernández escribe a su colega Dominici expresándole cierta nostalgia por el paso del tiempo que, según asegura, se ve reflejado en este retrato tomado en un estudio neoyorquino:

Ya verás cómo la vejez camina a pasos rápidos hacia mí, pero me consuelo pensando que más allá está la muerte tan deseada. Toda esta filosofía, o, mejor dicho, toda esta melancolía, me la ha dado la vida de estudiante que llevo, agravada por la vista de la fotografía que te mando”, escribió.

Luego, escribe a su amiga Carmelina, el 6 de octubre, asegurándole —con su famoso sentido del humor— que “sacarlo a luz fue un verdadero triunfo fotográfico, pues por dos veces se rompió la lente con el paso de tan deforme imagen”.

La última copia, la que recibió su hermano César Benigno, estuvo acompañada por una emotiva expresión de cariño hacia su familia en Caracas. El “médico de los pobres” escribió que decidió retratarse y enviar el resultado a Venezuela “porque me parece que así no estoy tan separado de ustedes, cosa que me es tan dura y difícil de sobrellevar”.

Un santo a la moda

Todos los biógrafos del próximo santo coinciden en reconocer su afición al buen vestir —además de la música y el baile— señalando que desde que regresó de la Cartuja de Farneta, en Italia, “vistió a la última moda”.

Tal afición se confirma con el testimonio de sus allegados y con varias de sus cartas. También en 1917, escribe desde Madrid a uno de sus sobrinos, Benjamín Hernández:

Te mando un corte de vestido que deseo lo hagas de sport, que es la gran moda hoy en toda Europa y en Nueva York; es un saco que lleva en la espalda un cinturón. Siento no tener en este momento un modelo bueno, sino una caricatura de jabón; pero en ella puedes ver la forma para que le expliques al sastre; los pantalones son doblados abajo. Es muy elegante”.

Imagen oficial de la canonización, desplegada en la Basílica de San Pedro. Crédito: Vatican Media.

Imagen oficial de la canonización, desplegada en la Basílica de San Pedro. Crédito: Vatican Media.

Un santo más cercano

El P. Gerardino Barrachini, vicepostulador de la causa de canonización de José Gregorio Hernández, confirmó que la imagen oficial del beato que reposa desde hoy en la fachada de la Basílica de San Pedro fue retocada con la intención de “hacerlo sentir más próximo a la gente”.

A la fotografía tomada en 1917 se le hicieron ajustes para que el beato luzca una pequeña sonrisa, además de algunas modificaciones de luz y resolución.

NAM – ACI Prensa

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