El diferencial cambiario es otro tema de uso diario en Venezuela. Es un dolor de cabeza en la rutina cotidiana, tanto para el sector privado como para el ciudadano común.
Este concepto se refiere a la brecha existente entre el tipo de cambio oficial, determinado por el Banco Central de Venezuela (BCV), y el tipo de cambio del llamado mercado paralelo. Históricamente, puede afirmarse que dicha diferencia ha sido una constante desde los períodos de control cambiario.
Ahora bien, comentemos algunas causas.
La persistencia de factores estructurales, políticos y monetarios, tales como:
- La intervención del Estado mediante regímenes cambiarios con diferentes tasas, que han creado de forma periódica discrepancias entre el precio oficial y su valor real, generando distorsiones permanentes.
- La elevada inflación y el financiamiento del BCV a gastos improductivos, que incrementan la liquidez en bolívares. Ante la escasa confianza en la moneda nacional, los ciudadanos buscan protegerse adquiriendo divisas, que son limitadas. Este exceso de liquidez presiona al alza el mercado paralelo, profundizando la brecha entre los valores oficiales y no oficiales.
- La insuficiencia de divisas, producto de la baja productividad del país, sumada a las restricciones del mercado financiero internacional. Esto obliga a que la demanda de divisas para importar se desplace hacia el mercado paralelo.
Consecuencias
- Distorsión en la formación de precios, lo que incrementa la inflación. Los precios se ajustan diariamente al valor del mercado paralelo, afectando el poder adquisitivo y el bienestar general del país.
- La incertidumbre política se convierte en un riesgo permanente que ahuyenta las posibilidades de inversión. El valor oficial ha aumentado en un año más de 400 %, al pasar de 37 bolívares en 2024 a 191,36 al momento de redactar este artículo.
- El estancamiento de negocios, los bajos ingresos y la caída del empleo conducen a una situación de recesión que genera profunda preocupación.
El diferencial cambiario no es solo una consecuencia técnica de la política monetaria: es el reflejo de una estructura que se niega a corregirse. En Venezuela, la distorsión se ha institucionalizado. Y lo más grave no es que los políticos no resuelvan el problema, sino que el país parece haber aprendido a vivir con él. La resignación ciudadana, la normalización del caos y la indiferencia institucional han convertido esta falla en parte del paisaje económico. Mientras tanto, el bienestar se erosiona, y la esperanza se convierte en una divisa aún más escasa que el dólar.
José Gregorio Figueroa
@figueroazabala