En principio, la figura del hombre en la familia, representa la protección y provisión, que junto con la mujer conforman un gran equipo, en el que ambos se ayudan y complementan, sin subordinación alguna, teniendo como base el respeto, la tolerancia, el apoyo y la comprensión, para juntos lograr las metas y objetivos, así como superar pruebas y dificultades en beneficio de la familia.
Este escenario es el deber ser de una relación de pareja sana. Sin embargo existe una cultura machista, donde el hombre es quien tiene el poder y la máxima autoridad en el hogar, creencia que con el paso del tiempo, le ha dado fuerza a la mujer, para cambiar esa teoría de dominio y sumisión, mediante la lucha por equiparar y hacer valer sus derechos. Obviamente ese sentido de ver a la mujer como el «sexo débil» la hace vulnerable, por lo que para erradicar los flagelos de la violencia de género, se han creado leyes que la protegen, quedando mucho trabajo por hacer en países, donde las féminas están culturalmente subordinada al hombre, creencias que se han mantenido desde tiempos antiguos, atentando contra el libre desenvolvimiento y libertad de todo ser humano.
Existe otro escenario de violencia intrafamiliar que se presenta cuando la mujer es la agresora y ejerce actos de violencia en cualquiera de sus formas, contra el hombre. Realmente existen casos, pero pocos hombres se atreven a denunciar.
En el caso del hombre, el miedo a denunciar, por lo general tiene que ver con la vergüenza y el miedo a ser señalado, por dejarse agredir de una mujer, quien para algunos representa el mal llamado “sexo débil”, una evidencia más de la ideología machista. En el caso de Venezuela, no existe una ley especial para proteger al hombre, como en el caso de la mujer, pero ante cualquier hecho punible en su contra rige el Código Penal, siempre y cuando la conducta de la mujer represente un delito, pero es necesario activar el inicio del procedimiento mediante la denuncia respectiva ante los órganos policiales. Por otra parte, la Constitución garantiza la protección a la familia y a cada uno de sus miembros sin distinción de sexo, en su artículo 75, el cual reza lo siguiente: “El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a vivir, ser criados o criadas y a desarrollarse en el seno de su familia de origen. Cuando ello sea imposible o contrario a su interés superior, tendrán derecho a una familia sustituta, de conformidad con la ley…” Al leer el mencionado artículo se observa que la protección es integral, es decir, para todos y cada uno de los miembros de la familia, sin discriminación de ningún tipo y basado en el respeto mutuo que deben mantenerse como núcleo familiar en un ambiente armónico, donde todos puedan desenvolverse libremente.
La violencia intrafamiliar cada día va en aumento debido a la pérdida de principios y valores necesarios para formar la conducta de una persona, son malos ejemplos que se fijan en la mente de los hijos y que probablemente van a repetir, causando efectos nefastos en su salud emocional y relaciones interpersonales.
Hay casos de mujeres que golpean, maltratan verbalmente o acosan a su pareja, incluso hay algunas que luego de cometer el hecho punible, se hacen las victimas y simulan hechos punibles para involucrar al hombre en problemas legales (simulación de hechos punibles).
Cada miembro de la familia merece respeto para poder convivir en paz y bienestar. Cuando una persona ejerce violencia como forma de control o sumisión, tiene un problema sicológico siendo su raíz es el miedo y la inseguridad.
La violencia contra el hombre es real, pero oculta en estadística, por motivos de vergüenza. Así como existen hombres violentos, también existen mujeres violentas que atentan contra la integridad física y emocional de su pareja. Es inconcebible el maltrato hacia una persona, sea hombre o mujer, víctima de agresión, debe denunciar y apartar esa relación tóxica, infértil y dañina, salir de inmediato de ella, para evitar consecuencias mayores en su vida y salud. Se trata de respeto y amor propio, quien ama no daña.
Abg. Nilmary Boscan Maldonado