A un día del partido que define la Copa del Rey, el Real Madrid ha tomado una decisión sin precedentes: no participará en ninguno de los actos oficiales organizados por la RFEF en la previa del encuentro.
El club ha cancelado el entrenamiento abierto, la conferencia de prensa y la tradicional cena entre directivas, como protesta por la designación arbitral del partido y las declaraciones emitidas por los colegiados en las últimas horas. Es un gesto de ruptura institucional tan contundente como escaso en la historia reciente del fútbol español.
La mecha se encendió con la inesperada reaparición de las ruedas de prensa arbitrales en la antesala de una final. La intervención de González Fuertes y De Burgos Bengoetxea, árbitros designados para dirigir la final de La Cartuja, desató un vendaval. Las palabras del primero, en especial, generaron malestar en Valdebebas, al advertir que «se tomarán medidas» y hablar de un momento “histórico” para el colectivo arbitral. En el Real Madrid interpretan que ese discurso compromete la imparcialidad del juicio que se avecina en el césped.
El club blanco, molesto por lo que considera una clara predisposición en su contra, elevó una solicitud para modificar la designación arbitral. La respuesta desde la RFEF fue tajante: no habrá cambios. La tensión se agravó con la postura firme de Las Rozas y los mensajes emitidos por Real Madrid TV, que criticaron con dureza el nivel del arbitraje español y la falta de transparencia en el trato hacia su equipo.
Florentino Pérez, que inicialmente tenía previsto viajar más tarde, ha puesto en duda incluso su presencia en el palco. La fractura está servida. El ambiente, cargado. La final de Copa ya ha comenzado… fuera del campo.
NAM
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